08-04-2019 Ante la cascada de intenciones para operar un cambio de régimen, hay que asumir que la indudable fuerza del movimiento encabezado por López Obrador tiene posibilidades de salir adelante e imponer sus condiciones, pero también que no todo lo que desea le resulta al final posible, que existe más resistencia de la que el propio gobierno esperaba y cuando eso sucede le falta política para alcanzar consensos y acuerdos, primero, porque sencillamente no cree en ellos, y segundo, porque la mayoría de los miembros de su equipo no están allí por méritos sino por lealtad y disciplina al propio presidente, y eso los inutiliza a la hora de operar.
Hay iniciativas que parecen cruciales que no van a prosperar. Una de ellas es la creación de una nueva sala constitucional anticorrupción que aumentaría el número de ministros de la SCJN, dándole de forma automática así la mayoría de la misma al ejecutivo federal, una propuesta que el líder de Morena en el senado, Ricardo Monreal dice que es personal, no del gobierno. Sea así o no, para una reforma constitucional de ese calado no hay apoyo, ni en la SCJN ni en el senado de la república. El presidente López Obrador tiene ya por lo menos cuatro votos en la SCJN que le sirven, por ejemplo, para frenar las declaratorias de inconstitucionalidad que se puedan presentar en ese mismo ámbito. En todo caso si lo que se quiere es avanzar en un tribunal anticorrupción o constitucional (otra idea que ahí anda dando vueltas) se puede transformar la segunda sala de la propia Corte en algo similar a eso, sin aumentar el número de ministros.
Dijo también Monreal que buscaría una transformación completa de la Judicatura Federal y es verdad que se requiere una renovación y depuración en la misma, pero, primero, es algo que ya está en la agenda del presidente de la Corte, Arturo Zaldívar, que es el que sí tiene atribuciones para hacerlo, y segundo, no creo que desde fuera del poder judicial se tengan las fuerzas suficientes como para transformar sin resistencias todo el pesado sistema de magistrados, jueces, secretarios que es controlado desde la Judicatura. Tampoco alcanzarán los votos para la reforma de revocación de mandato y consulta en el 2021.
La reforma educativa se encuentra también entrampada. El punto decisivo, lo único que la puede sacar adelante, es que el gobierno federal acepte que tiene que romper amarras con la CNTE, establecer un fuerte acuerdo con las oposiciones y sobre todo con el SNTE que es el que tiene el control del 90 por ciento de los maestros. Apostar a un acuerdo con la CNTE, a costa de todos los demás, es suicida políticamente y, además, hace imposible la propia reforma. El gobierno, de una u otra forma, tendrá que asumir el costo (que muchos pensamos que es un beneficio) de alejarse de la Coordinadora.
Morena también está experimentando una situación interna muy compleja. Un partido nuevo, heterogéneo, creado para impulsar una candidatura presidencial no es lo mismo que un partido en el gobierno. Habrá que estar atentos esta semana a la resolución del TEPJF sobre la candidatura de Miguel Barbosa en Puebla, denunciada por violaciones al método de selección. Si cayera sería un fuerte golpe para la propia Yeidckol Polenvsky.
Donde al final el presidente tendrá que reconocer que se está equivocando, porque hasta algunas de sus voces más cercanas se lo están diciendo, es en la política energética. Ahí se avizora una crisis. Hace unos días cuando advertíamos de los problemas graves que existen en ese sector, incluyendo el inicio de apagones regionales porque no será suficiente la generación de energía para atender la demanda, Manuel Bartlett, director de la CFE, publicó una carta diciendo de era falso y rechazando que habría apagones. Pues desde ese día ha habido varios en la ciudad de México, muy amplios y de horas en las zonas de mayor consumo, como no se producían desde mucho tiempo atrás, incluso uno dejó a oscuras a López Obrador en plena mañanera. El sureste, sobre todo Mérida y Cancún quedaron a oscuras durante horas, en un apagón regional inédito que ya se repitió en dos oportunidades. A los empresarios ya se les avisó que escaseará el gas en sus fábricas y las inversiones en el sector no llegan porque no hay ninguna claridad en las políticas, incluyendo necesidad, tiempos de construcción y costos de la refinería de Dos Bocas. Y todos sabemos que de las inversiones y posibilidades del sector energético depende mucho del futuro de la administración López Obrador. Es hora de dar una vuelta de tuerca.