12-06-2019 El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, ha logrado un protagonismo en el gabinete que no tenía hasta hace unas pocas semanas. El canciller se ha quedado con una parte más que considerable de la agenda nacional: en los acuerdos con la Unión Americana Ebrard intervino directamente en un ámbito que tradicionalmente había sido de la secretaría de Gobernación, que en esta ocasión ni siquiera estuvo representada en la comitiva que fue a Washington. Fue el canciller el que definió los acuerdos sobre migración, seguridad fronteriza, sobre las políticas de recepción de solicitantes de asilo de los Estados Unidos.
Ayer en la mañana fue puesto al frente de una comisión intersecretarial que tiene poderes muy amplios para implementar todos los acuerdos establecidos con la Unión Americana: eso incluye migración, seguridad, programas sociales, agropecuarios, comerciales y mucho más. En los hechos es una suerte de minigabinete con posiciones en prácticamente todo el gobierno federal, incluyendo la participación de las fuerzas armadas y la recién creada Guardia Nacional. La secretaría de Gobernación nuevamente no aparece en la implementación de tareas que estarían plenamente dentro de su agenda.
No es una novedad en el estilo de gobernar que el presidente López Obrador ejerció ya desde su paso por el gobierno del Distrito Federal. Le gustan los estilos transversales, que cruzan los espacios institucionales y deposita en personas, no en instituciones, tareas que trascienden su responsabilidad específica. Un ejemplo de ello fue ver a Claudia Sheimbaum, secretaria de Medio Ambiente en aquel gobierno capitalino, como responsable de la construcción de los segundos pisos en el Periférico. Lo vemos cotidianamente con el desempeño de Julio Scherer, que más allá de ser el jurídico de la presidencia, cubre responsabilidades en muchos ámbitos de la operación política presidencial. Ahora le ha tocado a Marcelo Ebrard.
Es una oportunidad, pero como siempre cuando se realizan labores transversales de gobierno, un arma de doble filo, en este caso más aún porque existen plazos muy cortos para dar resultados: 45 días en los acuerdos establecidos en Washington, y otros 45 días, si los resultados no son satisfactorios, para negociar las propuestas de tercer país seguro. Tener resultados en el tema migratorio en 45 días (o en 90 días) es una tarea titánica, implica no sólo detener o llevar por lo menos a las cifras del primer semestre del 2018, los flujos migratorios desde Centroamérica. Eso implica tener, como lo ha aceptado el presidente López Obrador, controles migratorios serios en la frontera, que desde inicio del sexenio (en realidad desde antes, en el periodo de transición) se abrió en el sur del país. Habrá seis mil elementos de la Guardia Nacional, y eso es clave, pero es necesario, como dijo ayer mismo Ebrard, toda una política de migración y un sistema, incluso tecnológico, para saber quiénes entran al país por esa frontera, en qué condición y para qué.
Pero al mismo tiempo, se deben recibir los solicitantes de asilo que enviará Estados Unidos, unos nueve mil de inmediato, a los que hay que darles alojamiento, salud, alimentación, seguridad, que tendrán que ser asumidos por el gobierno federal, pero sobre todo por los gobiernos estatales y los municipios. Hay muchos otros aspectos, de todo tipo, que deben ser considerados en la implementación de estos acuerdos y estas políticas. Constatar que trascienden las responsabilidades de la cancillería y que son parte de la gobernabilidad y la seguridad nacional, interior y pública del país, es obvio.
Con estas responsabilidades sobre sus hombros en los próximos 45 días, buena parte del presente y el futuro político de Ebrard (y de la administración López Obrador) estará en juego.
Norberto
Las acusaciones sobre el mal manejo que hicieron los policías y autoridades del caso Norberto Ronquillo resultan cada día más evidentes y demuestra incompetencia si no es que incluso complicidad. El caso de Norberto es emblemático en un momento en que hay varios otros casos de secuestros de adolescentes en curso, y con una Unidad Antisecuestros de la ciudad que fue desmantelada argumentando la dichosa austeridad.
Gobernadores
Las encuestas sobre el desempeño de los gobernadores muestran que tres son los mejor calificados, Quirino Ordaz de Sinaloa, que repite por tercer mes consecutivo, Francisco Domínguez de Querétaro y Mauricio Vila Dosal de Yucatán, son, en ese orden, los mejor calificados. Los tres peores son Alfredo del Mazo, del estado de México, José Ignacio Peralta, de Colima y Silvano Aureoles de Michoacán.