06-01-2020 Ha cambiado el año y la década, pero en los primeros días de este 2020 ha quedado en claro cuáles serán algunos los temas principales de la agenda gubernamental y su relación con el mundo.
En la agenda interna nada es más importante que superar la situación de violencia e inseguridad. Los hechos del penal de Cieneguillas, Zacatecas, los más de 50 muertos en los primeros 5 días del año, sobre todo en Guanajuato, y hechos como el que se está viviendo en Tabasco, con un criminal de poca monta apodado el Pelón de las playas, que se da el lujo de amenazar jueces, desollar personas para intimidar a las autoridades, hacer actos de sabotaje para lograr ser liberado de prisión, demuestran la debilidad del Estado a la hora de tratar de imponer la ley.
La posición de los tres gobernadores (uno del PRI, otro del PAN y el tercero de Morena) parece ser de cómoda aceptación de la realidad, con un escaso esfuerzo por tratar de cambiar las cosas.
La seguridad será todo para la administración López Obrador en 2020, sin ella no se podrán encauzar los demás capítulos de su agenda o lo hará con fuertes debilidades. Y hay que insistir en que la seguridad reclama una estrategia diferente, más profunda, que salga del discurso seudopacificador que lo ha atenazado todo el año pasado, con pésimos resultados. Y requiere también, crear una estructura policial desde abajo y desde arriba, en la que poco ayuda que los funcionarios del sector, desde el ámbito federal, se la pasen acusando de corruptos, como un todo, a los funcionarios y cuerpos policiales del pasado. No se puede crear desde la nada.
Al respecto un tema que tendrá enorme importancia este año, es el juicio de Genaro García Luna. En su primera comparecencia ante la Corte de Nueva York, el ex secretario de seguridad se declaró inocente, y se irá a un juicio que determinará si es culpable o no de los delitos de los que se le acusa.
Se están equivocando, porque se adelantan, las autoridades que están haciendo propaganda con supuestos actos de corrupción, de negocios, de transferencias en torno al ex funcionario que no han podido comprobar que sean actos delictivos y que tampoco están sustentados hasta ahora en decisión judicial alguna. Aquí y allá habría que esperar al juicio de García Luna para saber, de inicio, incluso realmente de qué se le acusa.
Hay declaraciones ridículas como que en tiempos de García Luna la PF detuvo a más miembros de la Familia que del cártel de Sinaloa, quizás porque en la distribución de tareas que tenían entonces las fuerzas de seguridad la policía federal no tenía en sus tareas la persecución central del cártel del Sinaloa, que era un objetivo (particularmente el Chapo Guzmán) del ejército mexicano. Con un agregado, que la propia administración López Obrador contempla incluso hoy: la coyuntura indica cuál es el objetivo central a combatir en cada momento y a cada cuerpo de seguridad. Es ABC de una estrategia contra el crimen. El juicio de García Luna dará mucho de qué hablar.
Tampoco se debe subestimar la amenaza del EZLN de boicotear e impedir la construcción del Tren Maya. Se puede entender el proyecto presidencial y sus objetivos, aunque es difícil asumirlo como un objetivo estratégico para el desarrollo de la región o el país. Pero más allá de eso, el desafío zapatista lo es al Estado. Así debe ser entendido: el presidente López Obrador más temprano o más tarde tendrá que decidir si dobla las manos ante ese desafío o impone la decisión del Estado. No es un tema menor, quizás no tanto por sus repercusiones reales sino por la percepción que genera: no fue distinto en 1994.
La fuerte relación establecida con Donald Trump también deberá pasar por varias pruebas de fuego en un año electoral donde el presidente estadounidense se juega su reelección. México se ha convertido en el muro fronterizo que quería Trump pero no le será suficiente. Trump esta apostando fuerte e irracionalmente y exige que se le acompañe. Lo que está sucediendo con Irán es una demostración de ello y Trump exigirá apoyo a sus políticas.
Mientras el mundo está al borde de la guerra, aquí jugamos a la crisis nada menos que con Bolivia y nos centramos en un exembajador que roba libros, playeras y acosa sexualmente. Lo cierto es qué hay dos temas que serán claves al respecto: la próxima elección del secretario general de la OEA y la intención, poco comprensible con nuestro escaso protagonismo internacional, de ser parte del Consejo de Seguridad de la ONU. Todo el 2020 estará en esas agendas.
Pero el otro gran tema, es el del gas: de lo que el presidente López Obrador decida en estos días respecto a las inversiones en gas dependerá, junto con la seguridad, el sexenio.