“No me gusta el modito”

28-04-2020 Apenas ayer en estas páginas hablábamos del decálogo que dio a conocer el sábado el presidente López Obrador para impulsar a lo que llamó “la clase media, media alta y los grupos corporativos”, que según el primer mandatario incluye al 30 por ciento de la población que no recibe los apoyos de su gobierno. Decíamos ayer y reiteramos hoy, que en ese decálogo, donde se incluyen aspectos importantes, como la próxima entrada en vigor del TMEC, no existe una sola medida de apoyo real, en esta coyuntura, para las clases medias, y mucho menos para enormes sectores de la población que han quedado completamente desprotegidos en esta emergencia sanitaria, económica y de seguridad. En todo caso hay expresiones de deseos, algunos de ellos muy lejos de cumplirse.

Ayer se dio a conocer en ese sentido, una muy buena noticia: el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en acuerdo con el Consejo Mexicano de Negocios, habían logrado un financiamiento de 12 mil millones de dólares para apoyar a unas 30 mil empresas pequeñas y medianas a sortear estos meses que han sido y serán muy duros sobre todo para ellas y sus trabajadores. Estamos hablando de las empresas que aportan el 42 por ciento del PIB nacional, que generan el 78 por ciento de los puestos de trabajo formales y que tienen poco o nulo financiamiento de la banca formal. Ningún apoyo, en la enorme mayoría de los casos, de la banca pública.

El acuerdo no involucra un solo peso de las finanzas nacionales y tuvo el respaldo de la secretaría de Hacienda y del Banco de México. Pero cuando se anunció el presidente López Obrador montó en cólera: “no me gusta el modito”, dijo. “El gobierno no está de florero” agregó y le advirtió al Banco de México que tuviera “mucho cuidado” con el manejo de sus reservas porque no son suyas “son del pueblo de México”.

Vaya a saber qué le dijeron o qué entendió el Presidente pero lo cierto es que no hay recursos públicos involucrados en esos apoyos. No sé si “no le gusta el modito” pero es un acuerdo de empresarios con una institución financiera internacional donde el gobierno no interviene. Los empresarios están haciendo en buena medida lo que el gobierno no quiere hacer y lo que les reclamaba: en otras palabras, rascarse con sus propias uñas, buscar formas de financiamiento alternas porque el gobierno federal ha anunciado que no lo otorgará, que no rescatará ni apoyará a ninguna empresa, salvo las familiares, las informales y las muy pequeñas que cumplan ciertas condiciones y que recibirán un crédito a la palabra de 25 mil pesos por una sola ocasión.

Aquí lo que se está haciendo, es lo mismo que proponen los hombres del equipo presidencial que saben de estos temas: dar apoyos en forma de garantías, para que las empresas no quiebren, asumiendo que estarán en condiciones, en un mínimo de 90 días, de poder asumir sus deudas. Por eso la iniciativa tiene el respaldo de la secretaría de Hacienda y del Banco de México. Las reservas del banco central, por supuesto, no tienen nada que ver con todo esto.

Me imagino que el presidente López Obrador está molesto porque es una iniciativa que sale adelante y se concreta vía empresarios e instituciones financieras internacionales sin pasar por el gobierno, por eso dice que “no está de florero”. Pero la verdad es que son alternativas que el propio presidente no ha buscado ni impulsado porque no cree en ellas, como no cree en la sociedad civil y sus instituciones. Los empresarios, por su parte, han aprendido en carne propia que no habrá apoyos gubernamentales para salir de la crisis, que no son tomados en cuenta y en este caso han tomado la iniciativa para concretar con sus propios esfuerzos y relaciones, apoyos que hoy son urgentes para muchos sectores, empresariales y laborales. En el afán centralizador y de demostrar que el poder político (el gobierno federal y su presidente) está por encima de poder económico (sociedad civil y empresarios de todo tamaño) una iniciativa autónoma resulta molesta.

Que todo esto suceda el mismo día en que comienza a discutirse en el congreso una ley de responsabilidad hacendaria que le permitirá al gobierno federal prácticamente controlar todo el presupuesto federal sin la necesidad de pasar por el congreso, en un acto de centralización política y económica sin precedentes en los tiempos modernos del país, no deja de ser paradójico.

Snyder, el covid y la democracia.

El autor de ese pequeño gran libro que se llama Sobre la tiranía (Galaxia Gutemberg, 2017) el estadounidense Timothy Snyder, dio una entrevista imperdible al periódico El País donde, entre otras cosas, asegura que “una de las maneras en que funciona el autoritarismo es que la gente se habitúa a que les mientan, hasta el punto de que les resulta atractivo y esperan que les mientan, quieren que les mientan, y una vez que caes en esa situación olvídate de que te devuelvan tu democracia”.

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