11-09-2020 Estamos a 50 días de las elecciones en Estados Unidos y hoy se cumplen 19 años de los ataques a las Torres Gemelas en Nueva York y al Pentágono en Washington. Ese día cambió al mundo y modificó también muchos de los temas prioritarios en la relación entre México y Estados Unidos.
Ese 11 de septiembre de 2001, cuando Al Qaeda secuestro cuatro aviones y los hizo estallar contra las Torres Gemelas y el Pentágono, el gobierno federal, encabezado entonces por Vicente Fox no supo cómo actuar y las desaveniencias internas marcaron una relación que, apenas una semana atrás, con la visita de Fox a Washington, apuntaba a dar un giro notable y que terminó siendo fría, distante.
Cuando se dieron los ataques terroristas del 11/9 el gabinete de Fox se dividió: el canciller Jorge Castañeda habló públicamente de un apoyo incondicional, pero ni el secretario de Gobernación, Santiago Creel, ni Adolfo Aguilar Zínser, entonces secretario del consejo de seguridad y luego embajador ante la ONU, estuvieron de acuerdo en aquello de incondicional. Fox, atenazado por la duda, tardó demasiado en comunicarse con el presidente George W. Bush, en brindar apoyo y meses después, cuando se planteó el tema de la intervención en Irak, México, miembro entonces del consejo de seguridad de la ONU, terminó votando, junto con Chile, en contra de la intervención. Bush nunca se lo perdonó a Fox.
Con el arribo de Calderón al gobierno, la relación, sobre todo en temas de seguridad, se volvió a estrechar en términos inéditos hasta entonces. El punto inicial fue la Iniciativa Mérida, pero la colaboración se dio en muchos otros ámbitos, en forma destacada en inteligencia y continuó con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca.
Pero el cambio sexenal modificó la estrategia de seguridad y la relación con Washington. Peña Nieto decidió que no hubiera tantos canales abiertos y que todo se dirigiera a través de Gobernación, lo que no gustó en la Casa Blanca y se enfrió notablemente el intercambio de información.
Hoy Trump está peleando por mantenerse cuatro años más en la Casa Blanca, y paradójicamente usa la visita del presidente López Obrador a Washington como uno de sus temas de propaganda en la campaña electoral. La relación se supone que es buena, pero todos sabemos que, hoy más que nunca, Trump tiene intereses muy específicos y la distancia en muchos temas es evidente.
Y lo será aún más si Joe Biden gana los comicios de noviembre próximo. El gobierno federal apostó al triunfo de Trump con la visita a la Casa Blanca y los demócratas vaya que han tomado registro del dato. El canciller Marcelo Ebrard, que participó tangencialmente en la campaña de Hillary Clinton hace ocho años, está realizando una labor callada pero intensa para recomponer lazos con los demócratas pero no será sencillo: hacía mucho (desde la elección de 1992 entre Bush y Clinton) que un gobierno de México no apostaba tan alto en unos comicios estadounidenses. Si gana Biden tendremos problemas, pero con Trump tampoco se tiene asegurado nada: sus conceptos, sus ideas son coyunturales y volátiles. Un ejemplo: apenas esta semana insistió en que iba a gravar las remesas que los paisanos envíen a México.
La relación de México con Estados Unidos no se ha podido recomponer desde aquel ataque de hace ya 19 años. Todo indica que después de los comicios del 3 de noviembre seguiremos, gane Trump o Biden, en medio de claroscuros. Pero por lo menos con Biden tendremos mayores certidumbres.
El chistoso
Poco más que lamentable la declaración del subsecretario López Gatell para descalificar la importante propuesta que hicieron seis ex secretarios de salud para atacar la pandemia en la actual coyuntura, con un plan de ocho semanas para reducir drásticamente los contagios. La propuesta es un trabajo notable y atendible, realizado por seis personajes reconocidos a nivel nacional e internacional. Pero López Gatell lo tomó a broma, dijo que el documento era muy largo para leerlo y les recomendó a los ex secretarios que lo patenten porque tenían la cura del covid. Cuando el país tiene ya 70 mil muertos por covid y se han roto todas las previsiones del gobierno, no están las cosas como para hacerse el chistoso.
Carla
Ayer, en Washington, la Motion Picture Association, la asociación que representa los intereses de los principales productores de contenido cinematográfico, televisivo y de streaming en todo el mundo, anunció el nombramiento de Carla Sánchez Armas como directora general de América Latina. Desde Ciudad de México, Carla dirigirá y ejecutará las políticas de la Asociación y la promoción de las prioridades centrales de la industria, incluidos los derechos de autor y la propiedad intelectual, la protección de contenido, el acceso al mercado y los asuntos vinculados a la producción en toda la región, centrándose en México, Brasil y Argentina. Carla fue una extraordinaria funcionaria pública y el año pasado hizo la maestría en administración pública en la escuela de gobierno John F. Kennedy en Harvard. Enhorabuena.