4-01-2021 Por los que se fueron en estos días navideños, entre ellos el gran Armando Manzanero y Luis Enrique Mercado.
Todo final es un nuevo comienzo, y el fin de esperpéntico 2020 nos deja frente a un 2021 que hemos recibido con esperanzas pero que puede ser tanto o más complejo que el año que hemos despedido.
El país, el gobierno, se enfrenta con las tres crisis que se arrastraban desde antes de la pandemia y que no ha podido superar: la crisis de salud, por la muy errada decisión de desparecer el seguro popular y establecer el INSABI sin contar siquiera con normas de operación claras, por la falta de medicinas y de un plan realista para contar con ellas y por un sistema de salud evidentemente envejecido, poco funcional, que con las malas decisiones que se acumularon en los dos últimos años y los estragos que ha provocado en él la pandemia, enfrenta el 2021 en la peor de las condiciones.
La crisis de seguridad continúa inalterable. Los homicidios han sido prácticamente los mismo de 2019 a pesar de que amplias zonas del país han estado confinadas durante varios meses, mientras se han disparado los feminicidios (de la mano con la violencia contra las mujeres y la intrafamiliar, fenómenos que deberían ser abordados por estrategias especializadas que el gobierno se ha resistido a implementar). Con la llegada de Rosa Ícela Rodríguez a seguridad ciudadana se supone que por fin se oficializara algo que a todas luces es evidente: la estrategia de seguridad planteada es un fracaso y debe ser replanteada integralmente. Esperemos que así sea.
La crisis económica en 2021 será brutal. El año pasado el PIB cayó un 9 por ciento y la pérdida de empleos y fuentes de trabajo se cuenta por millones. No es verdad que en marzo se recuperarán todos los empleos perdido por la pandemia. Pareciera que no se tiene conciencia de la profundidad de la crisis, de la destrucción que provocó la pandemia y del daño que ha generado que el gobierno federal decidiera no apoyar en forma alguna la conservación de empleos y empresas, de todos los tamaños, a contrapelo de lo que han hecho todas las economías del mundo. Según expertos nacionales y extranjeros en el mejor de los casos recuperaremos los números económicos del 2018 en 2023.
Pero para poder hacer eso se debe trabajar seriamente en otros aspectos claves que no están considerados en la agenda gubernamental. Un punto central es la energía.Tres hechos ocurridos en estos días demuestran lo errada de la política energética actual. Primero, el apagaron que dejó a oscuras a buena parte del país. La explicación de la CFE resultó irrisoria: la quema de unos pastizales en Tamaulipas no pueden haber originado tamaño corte de energía, que además viene precedido por otros, sobre todo en el sudeste del país. La razón está en que ante consumos altos, por frío o calor, simplemente no se está en condiciones de atender la demanda, y la estrategia de convertir a la CFE nuevamente en monopólica regresará a esa empresa al desastre que se vivió en los años 70 y 80. Si hasta ahora ha existido una mayor oferta de energía es por la participación de privados que ahora quieren ser sacados del negocios para fortalecer a la CFE.
También el incendio en Dos Bocas demuestra como, antes las inundaciones, que construir esa refinería es un error, es invertir dinero bueno en proyectos malos e innecesarios. El incidente en Laguna Verde (que pudo terminar siendo gravísimo) por un manejo erróneo de reemplazos de varillas de uranio en la planta nuclear confirma que la CFE no está haciendo bien su trabajo y que existen áreas que deberían tener una activa participación privada.
Pero en el terreno de la energía tendremos otro problema mayor. El 20 de enero llega Joe Biden a La Casa Blanca y su programa energético, nacional y global, chocará de frente con el que está implementando la administración López Obrador. Biden quiere reconfigurar el mapa energético de los Estados Unidos a partir de la utilización intensiva de las energías verdes y renovables, incluyendo vehículos, transportes e industrias. Estados Unido no sólo es el principal socio comercial de México (ahí van el 90 por ciento de nuestras exportaciones), es también un país al que estamos unidos por un estricto tratado comercial que tiene un capítulo energético que estamos violando con la estrategia de la actual administración (cancelación de energías limpias, regreso al carbón y el combustóleo, alejamiento del Acuerdo de París), algo poco importante con Trump pero que Biden no aceptará. Sin un cambio de 180 grados en este ámbito, la confrontación será inevitable. Pero se ve difícil que ese cambio se dé, porque el presidente López Obrador refleja en esa estrategia sus principales atavismos ideológicos.
Se terminó el terrible 2020, pero los desafíos para el 2021 me temo que serán mayores: porque continuará la pandemia por meses, porque el sistema de vacunación parece estar aún en pañales, porque la economía no crecerá sin cambios profundos en la estrategia y porque la seguridad, en ese contexto, será casi imposible que sea recuperada. Y todo con unas elecciones en junio que definirán el futuro del país.