6-05-2021 Ayer el presidente López Obrador decía que los conservadores se querían aprovechar de la tragedia de la Línea 12 para hacer política y buscar culpables antes de que existieran peritajes. Todos los funcionarios federales o locales que han hablado sobre el tema, han dicho que hay que evitar especulaciones. Los bots oficialistas repiten a toda hora en redes sociales que hay que pensar en las víctimas y no en hacer responsables, y cuando buscan uno siempre lo encuentran en el que, de todos los involucrados, menos responsabilidad tiene, que es Miguel Mancera.
Lo cierto es que ante una tragedia anunciada como ésta, en una obra, como la Línea 12 que ha tenido tantos y tan duros cuestionamientos desde su periodo de construcción hasta el día del mismo accidente, tiene que haber culpables y responsables; la mejor forma de pensar en las víctimas es saber porqué se consumó este accidente, y resulta evidente que muchos de los temas girarán en torno a los dos principales personajes del entorno presidencial y los dos sobre los que se sientan las especulaciones sucesorias: Marcelo Ebrard y Claudia Sheimbaum.
Ni Marcelo ni Claudia pueden ser señalados como culpables de la tragedia, pero sí como responsables de lo sucedido (y la diferencia entre culpable y responsable no deja de ser significativa). Lo cierto es que, si los peritajes indican, como todo parece mostrarlo, una falla estructural, la culpabilidad recaerá sobre los constructores y los encargados de la obra, pero la responsabilidad política será de Marcelo, entonces jefe de gobierno de la ciudad. Si se estima que todo sucedió por falta de mantenimiento, algo también altamente probable, sobre todo si cotejamos las fotos y los mensajes de redes sociales de octubre pasado, que fueron de la mano con las reiteradas denuncias de los trabajadores del metro en el mismo sentido, la culpabilidad irá directamente también hacia los constructores pero más aún hacia las autoridades del metro, pero la responsabilidad política será de Claudia.
Por supuesto que en todo esto pueden buscarse salidas intermedias y las culpas se distribuirán no sólo sobre funcionarios o ex funcionarios sino también sobre las empresas constructoras, pero nadie puede llamarse a engaño, tanto Marcelo como Claudia saldrán heridos políticamente de esta tragedia. A Marcelo, la Línea 12 ya le costó largos años de autoexilio en Francia y volver a pasar por esta pesadilla política en un momento de alto protagonismo político debe ser tan frustrante como inevitable. Claudia viene arrastrando una larga cadena de accidentes en el Metro (incendio del cerebro, choques de trenes, suspensión de servicios, cortos circuitos, humaredas) sin realizar cambios en esa empresa pública que opacan aciertos como todo lo desarrollado con la vacunación.
El presidente López Obrador no asumirá costos por lo sucedido, por eso se ha involucrado lo menos posible, lo ha dejado en manos de los funcionarios locales y ni siquiera se ha acercado al lugar de la tragedia ni ha visitado a las víctimas y sus familias. El mensaje parece claro: que expliquen y asuman costos Marcelo y Claudia y a ver cómo salen librados de esto. Con un agregado: no es posible asignar responsabilidades políticas sin culpabilidades empresariales.
Las tres empresas que participaron en la construcción, Carso, Alstom e ICA, de alguna forma se han deslindado de responsabilidades, como lo hicieron también cuando se tuvo que cerrar la línea en el 2014. Entonces insistieron en que ellos siguieron las indicaciones que se les otorgaron (una obra que extrañanemnte nunca tuvo un plan maestro de ejecución) y al final fueron castigadas con una multa de sólo dos mil millones de pesos (lo que costó la reparación) y en el mismo sentido Marcelo Ebrard ha dicho en estos días que él entregó la línea en operación… aunque semanas fuera cerrada con once mil irregularidades detectadas.
Entre los especialistas, la versión que existe, y que parece verosímil, es que originalmente, como todas las líneas del metro, los cálculos estructurales se habían realizado con base en una construcción basada en cemento (como los actuales segundos pisos), pero luego, para abaratar costos, se decidió que fuera en acero. Ello llevó a cambiar a calculistas y modelo de construcción. Pero la construcción en acero es menos firme y si se usa material de baja calidad es más frágil. Por haber optado por ese modelo, dicen, se puede apreciar cómo se pandea la trabe que se cayó y por eso también las marcadas oscilaciones en otros tramos de la obra. Si es así, hay responsabilidad de funcionarios y de empresarios.
Quienes ven esto con pragmatismo (y así suele decidirse en política) creen que al final el presidente López Obrador tendrá que elegir entre Marcelo y Claudia mucho antes de lo que esperaba, porque sino no se deslindan responsabilidades el tsunami político e informativo que generan este tipo de tragedias, puede arrastrar a los dos y acotar enormemente al mandatario en el proceso de sucesión de cara al 2024. El problema adicional es que esto sucede apenas a un mes de las elecciones y no se sabe cómo puede afectar el resultado, y el tiempo para siquiera medirlo es muy corto. Y tampoco antes de las elecciones estarán los resultados de los peritajes. El presidente López Obrador suele obrar por instinto y me imagino que en este caso no será diferente.