22-09-2021 Hace un año, al inicio del otoño, aquí recordábamos a Ricardo III: “este invierno de nuestro descontento se ha vuelto verano con el sol de York, y todas las nubes que encapotaban nuestra casa, están ya sepultadas en el fondo del océano”, dice en el célebre monólogo de la obra de William Shakespeare, pero lo cierto es que, como sabemos, Ricardo III terminó siendo un tirano terrible y su corona y casa real fueran derrotadas para siempre.
Se impuso el descontento en el 2020. Hoy iniciamos otro otoño y otro invierno de nuestro descontento, sin sol de York alguno que lo contenga. No será quizás tan duro como el vivido en 2020, pero existen pocas razones para ser muy optimista. La pandemia sigue entre nosotros a pesar de los avances, todavía parciales, de la vacunación. La crisis económica vivida el año pasado fue de una profundidad inaudita y aún estamos lejos de haber recuperado siquiera el nivel del 2018 y al mismo tiempo, vivimos una crisis de inseguridad que en muchos rincones del país atenaza a las autoridades y a la ciudadanía. Con una agenda con nuestro principal socio comercial Estados Unidos que a veces ronda en la esquizofrenia.
Hay muchos temas preocupantes en la agenda pero probablemente los relacionados con la seguridad son y serán los más acuaciantes en estos meses. Y el más peligroso de todos es el que gira en torno a la migración y la situación en las fronteras, sobre todo en Chiapas, donde se han conjurado todos los demonios.
El fin de semana pasado el Ejército Zapatista de Liberación Nacional dio a conocer un comunicado en el que advierte que Chiapas está al borde de una guerra civil. Parece una exageración pero no lo es. Dice el comunicado que “el día 11 de septiembre del 2021, en horas de la mañana y encontrándose la delegación zapatista aérea en la Ciudad de México, miembros de la ORCAO, organización paramilitar al servicio del gobierno del estado de Chiapas, secuestraron a los compañeros Sebastián Nuñez Perez y José Antonio Sánchez Juárez, autoridades autónomas de la junta de buen gobierno de Patria Nueva, Chiapas”. Esos dos dirigentes zapatistas, dice el comunicado, terminaron siendo liberados el día 19 de septiembre, en un episodio que, sostiene el comunicado, pudo haber terminado en una confrontación violenta y en una tragedia.
“La ORCAO, continúa el comunicado del ESLN, es una organización político-militar de corte paramilitar, tiene uniformes, equipos, armas y parque obtenidos con el dinero que reciben de los programas sociales. Se quedan con una parte y la otra la dan a los funcionarios para que publiquen que se está cumpliendo con el asistencialismo. Con esas armas disparan todas las noches contra la comunidad zapatista de Moisés y Gandhi. El desgobierno de Rutilio Escandón está haciendo todo lo posible porque se desestabilice al suroriental estado mexicano de Chiapas: reprime con lujo de violencia a l@s normalistas rurales; sabotea los acuerdos tomados entre el magisterio democrático y el gobierno federal, orillando a los maestros a movilizarse radicalmente para que se cumplan dichos acuerdos; sus alianzas con el narcotráfico provocan que las comunidades originarias se vean obligadas a formar grupos de autodefensa, porque el gobierno nada hace para preservar la vida, libertad y bienes de los pobladores. El gobierno de Chiapas no sólo solapa a las bandas de narcotraficantes, también alienta, promueve y financia a grupos paramilitares como los que atacan continuamente comunidades en Aldama y Santa Martha. Lleva adelante una política de vacunación propositivamente lenta y desordenada que está provocando inconformidades entre la población rural y que no tardará mucho en explotar. Mientras tanto, sube el número de muertes por covid en las comunidades sin que se tomen en cuenta”.
Y concluye: “sus funcionarios están robando todo lo que pueden del presupuesto estatal. Tal vez preparándose para un colapso del gobierno federal o apostando por un cambio de partido en el poder”.
Mucho de lo que dice el comunicado del EZLN es cierto, aunque ellos mismos sean muchas veces parte del problema y sus políticas en ocasiones terminan alimentando la confrontación. Pero la penetración del narcotráfico en el estado es una realidad, y son los que ya están controlando el tráfico de migrantes; la creación de grupos paramilitares (de todos los colores políticos) es un hecho, y el desgobierno y la corrupción también.
Termina el comunicado zapatista diciendo que “ante la acción y omisión de las autoridades estatales y federales frente al crimen actual y los anteriores, tomaremos las medidas pertinentes para que se aplique la justicia a los criminales de la ORCAO y funcionarios que los apadrinan. Es todo. Para otra ocasión ya no habrá comunicado. O sea no habrá palabras, sino hechos”. Lo firma el subcomandante Galeano, que alguna vez fue Marcos y antes Rafael Sebastián Guillén. Sobre advertencia no hay engaño. ¿Alguien en el gobierno federal recuerda 1994?.