10.02.2022
La verdad es difícil de entender e incluso de hacer, pero en apenas unos minutos, el presidente López Obrador con la creciente belicosidad que ha exhibido en las mañaneras, se ha peleado no sólo, y como siempre, con empresarios, comunicadores, adversarios políticos y también funcionarios y aliados suyos, sino que logró afectar seriamente las relaciones con nuestros dos principales socios comerciales: Estados Unidos y España.
La visita del encargado de programas de medio ambiente, John Kerry transcurrió con relativa tranquilidad, recibido por el canciller Marcelo Ebrard. Pero el ex secretario de Estado y ex candidato presidencial, fue enfático al insistir, especificando que era lo mismo que pensaba la secretaría de energía, Jennifer Granholm, después de su visita a México, que su país “quería un México con un mercado energético abierto y competitivo”.
El embajador Ken Salazar que había sido hasta vivado por el presidente López Obrador esta misma semana luego de unas declaraciones del ex senador que estuvieron entre un error y una interpretación sacada de contexto, horas antes había dicho que la “reforma energética generaría energía cara y sucia”, lo que volvió a molestar públicamente hoy al primer mandatario.
Y es que no hay forma de que la reforma eléctrica pueda pasar sin dañar las relaciones entre los dos países,porque simplemente viola los acuerdos del T-MEC. El Presidente como respuesta al embajador estadounidense resucitó el reclamo, que ya fue contestado en su momento, aunque el mandatario no lo ha registrado así, del apoyo que la agencia de desarrollo estadounidense, la USAID, brinda a la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad. Un apoyo menor, insignificante para la dimensión de la relación entre México y Estados Unidos, apoyo que además reciben muchas otras ONG’s mexicanas, muchas de ellas relacionadas con el gobierno federal o instituciones que son parte del propio gobierno.
Pero si ayer con Estados Unidos, el gobierno mexicano tuvo un mal día, las expresiones presidenciales pueden haber arruinado por bastante tiempo las relaciones con nuestro segundo socio comercial, España que es, además, un aliado y nuestra principal puerta de entrada a Europa. El presidente López Obrador en medio de un largo alegato contra el gobierno y las empresas españolas, terminó diciendo que pondría “en pausa” las relaciones con España, cuyos gobiernos y empresas, aseguró, durante por lo menos los tres últimos sexenios, habían “robado y saqueado” al país. Que haría esa pausa en las relaciones para que “nos respeten y no nos vean como tierra de conquista”.
Ayer mismo, el canciller español José Manuel Albares, sorprendido por las declaraciones presidenciales, como todo mundo, sostuvo que habría que preguntarle al presidente López Obrador “qué es lo que ha querido decir con esto y cuál es el tenor oficial que le da a esas declaraciones”, qué significa poenr en pausa las relaciones entre los dos países. Agregó que la declaración presdiencial era contradictoria con la plática que el propio canciller español había mantenido con su homólogo Marcelo Ebrard, apenas la semana pasada en Honduras, quien públicamente, dijo, saludo la buena relación de México con España.
Todo esto, hay que decirlo, no tiene sentido, y como sostuvo el propio Albares, no sólo la relación social, cultural y empresarial que tienen España y México no está en pausa sino que goza de un crecimiento constante y significativoque trasciende en muchos sentidos a los gobiernos.
Vamos con algunos datos. España es el segundo socio comercial de México en el mundo, y el intercambio binacional creció 50 veces desde 1977. Las exportaciones de España a México sumaron 3mil 215 millones de euros en 2020 y habían sido, en 2019, antes de la pandemia, de 4 mil 195 millones de euros en 2019, significan el 27 por ciento del total de las exportaciones de España a América latina.Pero España también hizo fuertes importaciones de nuestro país, nada menos que tres mil 458 millones de euros en 2020, en pandemia, aunque la cifra había alcanzado los 4 mil 608 millones en 2019. A España le vendemos petróleo, maquinaria, aparatos ópticos y de medición, vehículos, aparatos ortopédicos y de medicina, y minerales, entre muchos otros productos.
En todo esto no hay nada de saqueo o expoliación: las inversiones de España en México alcanzaron en 2020 los 49 mil 622 millones de euros. Las inversiones mexicanas en España alcanzaron los 30 mil 083 millones de euros en 2020 y han seguido creciendo en 2021. La economía de servicios, de España a México, significó ingresos por 2 mil 447 millones de euros en 2019. Varias de las principales empresas mexicanas tienen sede en Madrid y también las españolas en nuestro país, en forma notable en el sector financiero, energético y de alimentos.
Una relación de esa dimensión no se puede poner “en pausa” por una ocurrencia política, incluso aunque estuviera justificada, que no lo está. Estamos hablando de relaciones, inversiones, exportaciones e importaciones de miles de millones que implican decenas o centenares de miles de fuentes de trabajo y de ingresos para la sociedad y también para las arcas del país. Hablar en una relación de esa dimensión y con números tan equilibrados en muchos ámbitos, de robos, saqueos, conquista, pausa, es simplemente una insensatez.