Mundial, corrupción y migrantes esclavizados

11.11.2022 

De niño mi primer recuerdo es estar pateando un balón de futbol en el patio de mi casa. Desde entonces hasta ahora no hay deporte que me fascine más que el futbol cuando es jugado a alto nivel, en los grandes equipos, las grandesselecciones. Y el mundial, cada cuatro años, es la cereza de ese pastel. Eso nadie puede reemplazarlo. No dudo que Qatar hará un mundial bien organizado y donde se derrochará lujo, aunque el lugar, la fecha, la propia cultura deportiva del país, dejen mucho que desear en el ámbito futbolero.

Pero en torno a Qatar hay demasiadas cosas que, antes que comience el mundial, se deben recordar. La decisión de adjudicar ese mundial a Qatar en lugar de a Estados Unidos,como estaba prácticamente decidido, ha sido una de las más oscuras de los ya de por sí muchos turbios negocios que ha tenido en su historia la FIFA. Una semana antes de la decisión, las autoridades de Qatar, que habían presentado su candidatura pero que no tenían casi apoyos, se reunieron con el presidente francés Nicolás Sarkosy, que a su vez convocó a la reunión al entonces presidentes de la Unión Europea de futbol, el ex capitán de la selección francesa, Michel Platini.De allí salió un importante contrato de empresas qataris con Francia y, repentinamente, el apoyo de la UEFA, del gobierno francés y de muchos dirigentes de la FIFA, además del respaldo de la confederación de países de Sudamérica(CONMEBOL) a la sede de Qatar. Una investigación posterior del FBI demostró que en muchos de esos casos hubo pagos y apoyos, corrupción pues, a distintos dirigentes. Varios de ellos quedaron destituidos o fueron procesados.

Pero Qatar se quedó con la sede. Era una tarea titánica porque se requerían estadios e instalaciones que un país pequeño como Qatar no tenía. El 85 por ciento de la población de Qatar son trabajadores migrantes de otros países, sobre todo de India, Nepal y Bangladesh que no tienen derechos, ni mucho menos ciudadanía, la tienen sólo los qataris, que son poco más del 10 por ciento de la población, la originaria de ese territorio, que recibe un pago directo del Estado solamente por serlo.

Para construir la infraestructura que se requería para el mundial se recurrió evidentemente a contratar a numerosos migrantes. Sólo para el principal de esos estadios, en Jalifa, se contrató a 3 mil 500. Pero no fue una contratación directa: el Estado se puso de acuerdo con sus grandes contratistas que a su vez se hicieron cargo de conseguir y pagar la mano de obra. India, Nepal y Bangladesh volvieron a ser los principales proveedores de mano de obra. Pero para obtener un contrato de dos años, los trabajadores que aspiraban a ello tenían que pagar, antes de llegar a Qatar, una comisión a los contratistas que oscilaba, de acuerdo al puesto, de 500 a 4 mil 300 dólares. Su salario sería en promedio de 300 a 190 dólares mensuales. Los sueldos los entregaban los contratistas y en ocasiones se demoraban meses en hacerlo y quien reclamaba era puesto en un avión y expulsado del país, porque esos trabajadores no tienen derecho alguno. Cuando no cobraban, el problema era mayor aún porque esos trabajadores se tenían que pagar sus comidas, que en el propio lugar de trabajo compraban, pero además no podían enviar dinero a sus familias ni pagar los préstamos con los que habían pagado sus comisiones a los contratistas.

Las condiciones de trabajo de esos migrantes, según lo han denunciado instituciones como Amnistía Internacional,son lamentables. Viven en los propio estadios en los que trabajan hasta 12 horas diarias, duermen en habitacionesdonde se turnan en ocho literas. En muchos casos, sus pasaportes, cuando llegaban eran recogidos por los contratistas que sólo se los entregaban al momento en que concluyeran sus contratos y regresaran a sus países de origen. Si había amenazas o protestas, inmediatamente intervenían las fuerzas de seguridad y podrían ser detenidos y expulsados sin pago alguno. Las jornadas laborales eran de cerca de 12 horas y sobre todo en verano, cuando la temperatura llega a los 50 grados, se convertían en trabajos forzados. Tampoco esos migrantes temporales podían cambiar de trabajo: donde eran contratados se tenían que quedar los dos años.

Esa ha sido la cara más oscura de Qatar 2022. No es la primera ni será la última vez en las que la política y el dinero se entrecrucen con estas competencias que mueven enormes intereses comerciales y miles de millones de dólares, muchas veces en forma poco legítima. Simplemente hay que recordar el mundial de Argentina 1978, realizado en el momento más feroz de la dictadura argentina o el último en Rusia 2018 cuando Vladimir Putin, en un capítulo previo a la actualidad invasión de Ucrania, acababa de ocupar la península de Crimea.

Disfrutemos esa gran competencia, pero no olvidemos que también está construida sobre sangre y lodo.

Marcha del domingo

Por un tema personal no podré ir a la marcha del domingo en respaldo del INE. Me hubiera encantado estar. Creo que la mayoría de las marchas terminan siendo inútiles, pero aquella marcha de blanco contra la inseguridad del 2004 y la del próximo domingo, son movimientos ciudadanos legítimos y que deben ser escuchados. Salvo, claro está, que se piense que todos los que las respladamos somos cretinos, hipócritas, rateros, conservadores y fifis. Casualmente, en 2004 el entonces jefe de gobierno dijo lo mismo sobre quienes fuimos a aquella histórica demostración contra la inseguridad.

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