La oposición y el 2024: unidad y candidatos

2.03.2023 

La oposición sigue girando en torno a nombres del pasado, algunos más respetables que otros, pero sigue sin comprender que así difícilmente encontrará la candidatura que buscan para el 2024. Será muy difícil enfrentar a quien sea el candidato o candidata de Morena con un pasado político previo muy marcado: ya estamos viendo como se manipula el caso García Luna para todo, incluso utilizándolo, con o sin razón, contra personajes que jamás tuvieron la menor relación con el ex secretario de seguridad durante el gobierno de Felipe Calderón.

Pero el tema trasciende a García Luna: quien quiera que termine siendo candidato de la oposición tendrá que ser alguien con una representatividad que trascienda a los partidos. La experiencia fallida de 2018 con Ricardo Anaya y José Antonio Meade, que además fueron enfrentados entre sí, debería ser una enseñanza que no debería ser ignorada. Para el 2024 la oposición debe ir unida y, además, debe contar con una candidatura transitable para todos, más allá de partidos políticos que han quedado rebasados por el propio movimiento opositor, como se puso de manifiesto el domingo. Incluso la propia manifestación opositora exhibió fuera del músculo movilizador, la debilidad opositora: José Ramón Cossío y Beatriz Pagés me parecen muy respetablespero ninguno de ellos puede ser imaginado como un prospecto de la oposición unida en las urnas para el 2024.

El tema de la unidad es clave: todas las encuestas serias de cara al año próximo estiman que una oposición unida puede darle la pelea a Morena. En 2021, sumados todos los votos de la oposición fueron más que los del bloque oficialista. Pero el hecho es que, por ejemplo, Movimiento Ciudadano sigue planteando ir con sus propios candidatos para el 2024. Puede ser una estrategia de negociación y hay quién dice que así, si colocan un candidato progresista(como con Juan Zepeda en el estado de México) le quitarían votos en realidad a Morena y no al bloque opositor. Creo que es jugar con opciones que chocan con la realidad. En los hechos, las opciones opositoras para el 2024 pasan por contar con candidaturas únicas porque Morena es y seguirá siendo, cualquiera sea su candidato, un adversario muy poderoso.

Y si existe un bloque opositor, tan importante como ello es el nombre que encabece esa opción. Ya lo vimos en 2018 con Anaya y Meade, pero antes lo vimos con Josefina Vázquez Mota en 2012 o con la opción de Santiago Creel en las internas panistas de 2006: hay personajes que podrían ser hipotéticamente buenos mandatarios, pero, para eso, antes, se requiere ganar las elecciones, y sin buenos candidatos ante un aparato electoral como ayer el del PRI y hoy el de Morena, eso no será posible.

No son quienes los cuarenta o cincuenta de los que habla el presidente López Obrador en las mañaneras para minimizar los esfuerzos opositores, pero sin duda circulan muchos nombres como precandidatos que, en la mayoría de los casos, no serían competitivos. Se habla desde Lily Téllez hasta Claudia Ruiz Massieu, desde Enrique de la Madrid hasta Santiago Creel, desde Luis Donaldo Colosio hasta Miguel Angel Mancera, desde Rosario Robles hasta Beatriz Paredes. Todos son hipotéticamente viables, pero todos tienen también dificultades para hacerlos transitables.

La pregunta principal es sencilla: ¿pueden ganar o no una elección?¿tienen el suficiente arrastre y carisma como para ser competitivos?¿pueden enfrentarse a una campaña y un debate consistente, en términos electorales, no programáticos, con Marcelo, Claudia, Adaá o Ricardo?. Si la oposición quiere competir debe buscar a alguien que esté en condiciones de hacerlo y de ganar elecciones.

No se va a encontrar el producto perfecto. Si es joven se dirá que no tiene experiencia, si es mujer se dirá que el machismo la arrollará, si es hombre se argumentará que es la hora de las mujeres, si tiene un pasado político, sea suyo o de su familia, será juzgado o juzgada por ello. Todo eso puede ser subsanable en una campaña electoral. Lo que no se puede sortear es la capacidad de hacer campaña y de literalmente jalar electores, en un proceso que se rige más por la emoción que por la razón.

Esos son los dos desafíos opositores para el 2024: estar realmente unidos y contar con una candidatura presidencial que trascienda a los partidos. Sin eso no les alcanzará para ser competitivos.

El PRI de Alito

El INE acabó con la maniobra de Alejandro Moreno, el presidente del PRI, para prolongar su mandato en ese partidohasta después de las elecciones de 2024, y ordenó que deje ese cargo en este agosto como lo estipulaban sus estatutos antes de que fueran reformados para prolongar su gestión,sin pasar por una asamblea partidaria.

Lo mejor que le podría pasar al PRI es convocar a una asamblea nacional inmediatamente después de las elecciones del estado de México y Coahuila, para, partiendo de esos resultados, evaluar su realidad y poder ser parte de esa alianza opositora donde en ocasiones se duda del propio priismo. Una legitimación interna resulta imprescindible para entrar a ese proceso con certidumbre dentro y fuera de ese partido.

 

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