Ebrard en los tiempos de AMLO

05.05.2023

La renuncia de Martha Delgado a la subsecretaría de Relaciones Exteriores para encabezar la precampaña de Marcelo Ebrard, es algo más que un simple movimiento interno. Es la confirmación de que Marcelo va a pelear la candidatura aunque los astros presidenciales parecen estar alineados con la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum, que el mismo día que renunciaba Martha, anunciaba que se había convertido en abuela por el nacimiento de Pablo, primer descendiente de su hijo Rodrigo.

Lo que está haciendo el canciller no es nada descabellado. De lo que se trata, al tiempo que el propio Presidente parece haber adelantado aún más los tiempos de la sucesión, es de hacer explícito que está en  campaña interna; reafirmar su demanda de que la dirigencia del partido pida que los aspirantes se separen de sus cargos con anterioridad y que se vean, todos, involucrados en una campaña  que incluya uno o dos debates.

Al tiempo, demanda que la pregunta de la encuesta sea sencilla y directa: ¿quién quiere usted que sea candidato por Morena?, para no estar expuesto a interpretaciones, como las que lo llevaron a resignar sus aspiraciones en los comicios del 2012 en favor de López Obrador. Dice Marcelo que si entonces declinó en favor del ahora presidente, las circunstancias doce años después obviamente han cambiado y en esta ocasión seguirá hasta dónde sea necesario.

¿Podría significar ello, como se ha especulado, que Ebrard pudiera romper con Morena?. En la política nacional todo es posible, pero lo veo mucho más enfocado en ganar dentro del partido, en convertirse, más allá de las filias y fobias internas, en un candidato necesario para atender la coyuntura y con posibilidades de crecer dentro y fuera de Morena.

No es casual que quien haya dejado la cancillería haya sido Delgado: es la que tiene mayores posibilidades de operación en un ambiente de precampaña; no es militante de Morena (ni de ningún otro partido) lo que le da mayores libertades y viene trabajando con Ebrard desde hace años. No hará algo diferente a lo que hizo en la subsecretaría: concitar voluntades, acercar personajes, fuerzas, me imagino que recursos, aprovechando las muy buenas relaciones que ha construido a lo largo de los años.

Los tiempos de la sucesión, lo sabemos, los pondrá el presidente López Obrador y nadie más. El evento del viernes pasado en Palacio Nacional con los senadores y precandidatos, fue una reafirmación en ese sentido. Pero lo que está haciendo Ebrard es presionar a la dirigencia nacional de su ex aliado, ahora están muy distanciados, Mario Delgado, para que le de forma a esa sucesión, se aleje del simple dedazo y con ese margen de competencia poder ampliar sus posibilidades.

Es una jugada inteligente porque le permite operar en un espacio que en el ámbito gubernamental no tiene. Una cosa es hacer campaña interna desde la jefatura de gobierno de la ciudad o desde la secretaría de Gobernación, incluso desde el Senado, y otra muy distinta es hacerlo desde la cancillería, más aún cuando pareciera que cada día hay que apagar un fuego iniciado en Palacio Nacional con alguno de nuestros aliados. Simplemente las diferencias presupuestales y operativas de esas dependencias respecto a la cancillería es abismal.

Los tiempos se acortarán. Dicen que el presidente López Obrador quisiera tener en septiembre candidato presidencial, en octubre los nueve candidatos a gobernador, incluyendo la Ciudad de México, y en noviembre ya poder entrar de lleno a los diputados y senadores.

Si es así, o incluso si ese calendario se retrasa algunas semanas, los tiempos ya prácticamente se acaban y pasadas las elecciones de Coahuila y el Estado de México del 4 de junio, ya estaremos en etapa de definiciones. Eso es lo que intenta forzar Ebrard.

¿Y la oposición?

La oposición se opone al Plan B, a la Guardia Nacional en la Defensa, defiende al INAI, y varias otras buenas causas, pero están terriblemente atrasados en lo que debería ser su principal quehacer: definir dos, tres perfiles presidenciales, y los liderazgos locales que pueden hacerla competitiva en 2024.

Después de la manifestación de febrero decíamos que ésta era un movimiento social de oposición sin liderazgos. Y sigue sin tenerlos ni buscarlos. Ni Alejandro Moreno ni Marko Cortes, como dirigentes del PRI y el PAN, quieren dar el paso de buscar una candidatura realmente representativa y que los trascienda. Apenas esta semana ratificaron que irán en alianza junto con el PRD en la ciudad de México.

Está muy bien, la pregunta es con quién y cómo elegirán esos aspirantes. No se construye una candidatura en semanas y mucho menos a alguien que realmente pueda competir. Tenemos una oposición sin cabeza y esa es una muy mala noticia. El oficialismo lo sabe y la manipula con facilidad para que así siga el mayor tiempo posible.

Petro y la realidad

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, acaba de dar una muy buena entrevista a El País en España. En ella declaró que “el imponer los cambios que quiere es más difícil de lo que pensaba”, y que la alianza que lo llevó al poder se está resquebrajando. Bienvenido a la realidad.

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