​Las oscuras historias de los testigos protegidos
Columna

​Las oscuras historias de los testigos protegidos

21.10.2021 

Con o sin Entendimiento Binacional pasan cosas muy extrañas en el tema de la colaboración en la lucha contra el crimen organizado entre México y Estados Unidos. Uno de esos temas que nunca quedan claro es qué sucede con los criminales que son extraditados o se entregan en la Unión Americana y se convierten en testigos protegidos, y no regresan nunca a México para ser juzgados por los delitos que aquí han cometido.

Uno de esos casos es el de Dámaso López, el Licenciado, el hombre que ayudó al Chapo Guzmán aescapar de Puente Grande en el 2001 y que, extraditado el Chapo a Estados Unidos, ilusamente pensó que podría se su sucesor. Perseguido por sus antiguos aliados, fue detenido en México y enviado a los Estados Unidos, donde rápidamente se convirtió en testigo protegido.

Dio testimonio en el juicio contra el Chapo Guzmán y las autoridades de la Unión Americana aseguran que ha brindado información muy importante sobre el funcionamiento del cártel de Sinaloa. Comenzó siento condenado a cadena perpetua, luego se redujo su condena a 32 años y ahora aparentemente ha quedado en libertad, mientras dicen que ahora podría testificar cuando comience el juicio contra Genaro García Luna que lleva dos años detenido sin proceso. En México, el Licenciado tiene pendientes innumerables causas, entre ellas la fuga del Chapo cuando Dámaso era el jefe de seguridad de Puente Grande y el asesinato del reconocido periodista Javier Valdez. Esos crímenes pueden ahora quedar impunes.

Otro caso también con muchos claros oscuros, es el delex comandante de la Policía Federal, Iván García Arzate que fue el responsable, entre 2008 y 2016, de la relación de esa dependencia con la DEA y otras agencias estadounidenses. En 2017, Reyes Arzate se entregó en la Unión American  ante una corte de Chicago y aceptó haber entregado durante años información al cártel de los Beltrán Leyva, incluyendo la identidad de un agente encubierto que fue asesinado por el propio cártel.

Reyes Arzate recibió en Chicago, merced a los acuerdos que estableció con la justicia estadounidense, una condena de cuatro años que terminaría de cumplir a fines de enero pasado. Pero poco antes de quedar en libertad, fue reclamado por la fiscalía de Nueva York, acusado de narcotráfico, para involucrarlo en el caso de García Luna que lleva esa misma fiscalía.

Reyes Arzate se declaró culpable ante el juez Brian Cogan y el propio fiscal argumentó que su proceso estaba ligado con el del Chapo Guzmán y el de García Luna. ​De la culpabilidad de Reyes Arzate no quedan demasiadas dudas: él mismo reconoció haber dado información al cártel de los Beltrán Leyva. Lo que llama la atención es que haya llegado a un acuerdo para tener una condena reducida en el tribunal de Chicago y luego, prácticamente por los mismos delitos, en Nueva York. En el juicio contra el Chapo, Arzate no participó, sobre todo porque sus relaciones eran con uno de los principales enemigos del cártel de Sinaloa, el de los Beltrán Leyva. 

Este grupo fue parte del cártel que encabezaban el Mayo Zambada, el Azul Esparragoza y el Chapo Guzmán y llegaron a convertirse en los responsables de la seguridad de toda la organización, sobre todo en Sinaloa. Entre 2004 y 2006 los Beltrán comenzaron a distanciarse porque querían un lugar en la mesa con los tres jefes y mayores márgenes de autonomía. Pero lo que detonó la ruptura fue la detención de uno de los Beltrán Leyva, Alfredo, el Mochomo, en 2008, que sus hermanos atribuyeron a una delación del propio cártel de Sinaloa. En ese hecho podría encontrarse el momento del inicio de la verdadera guerra entre los cárteles del narcotráfico.

Los Beltrán Leyva se aliaron con el cártel de Juárez, de Vicente Carrillo (también separados de Sinaloa luego del asesinato de Rodolfo, otro hermano de Amado Carrillo, el señor de los cielos, y su esposa cometido en Culiacán) y más tarde con los Zetas, contra el Chapo y sus socios. La lucha entre esas organizaciones criminales fue brutal y dejó, sigue dejando, miles de muertos.

Todo esto viene a cuento, y ya habíamos platico aquí sobre este tema, porque resulta difícil entender cómo un agente que trabajó en la PF para los Beltrán Leyva desde fines del gobierno de Fox, termina siendo testigo en un proceso que involucra al Chapo, vía la acusación que hizo en el juicio del Chapo, Jesús El Rey Zambada (hermano de El Mayo), contra García Luna, acusado a su vez de proteger al cártel del Chapo.

Con varios otros capítulos oscuros: Reyes Arzate que, insistimos, reconoció haber dado información a los Beltrán Leyva hasta 2016, mientras seguía siendo responsable de la relación con la DEA y otras agencias. Eso quiere decir que siguió estuvo en esa responsabilidad desde anrtes que llegara García Luna y siguió en ella otros cuatro años luego de que éste dejara su cargo. Por cierto, en su comparecencia en Chicago, Reyez Arzate, al declararse culpable de los cargos que se le atribuían, no acusó a García Luna ni dijo que fue obligado a dar esa información a dicho grupo criminal.

No dudo de la responsabildiad de Reyes Arzate ni de Dámaso López, pero todo en estas historias es muy raro. Son demasiadas versiones contradictorias y forzadamentehilvanadas entre sí, por demasiados dichos con pocas pruebas, al mismo tiempo que se tejen historias a cambio de condenas reducidas de criminales con muchas cuentas aún por cobrar

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