9.06.2022
Se equivoca el presidente López Obrador: Estados Unidos puede tener muchas y diferentes agencias de seguridad, puede haber contradicciones e incluso enfrentamientos entre ellas, puede ser que, como dio a entender, es que ya no se las deja operar con tanta libertad en México como en el pasado y están, por eso, mal informadas. Puede haber incluso, lo ha habido en ocasiones, mala fe en algunos operadores. Pero no puede decir eso del jefe del comando norte de la Defensa estadounidense. No sólo porque el grado de información de ese tipo de instituciones es muy alto, sino también porque como sus propios mandos sostienen, su relación con sus homólogos mexicanos es excelente.
La historia comenzó cuando en marzo del año pasado el jefe del Comando Norte de la Defensa estadounidense el general Glen D. VanHerck, hizo dos declaraciones muy importantes para entender el diagnóstico que tienen los militares estadounidenses de nuestro país.
Durante una rueda de prensa con periodistas que cubren el Pentágono, sostuvo que “las drogas, la migración, el tráfico humano, todos son síntomas de organizaciones criminales transnacionales que a menudo operan en áreas no gobernadas, entre un 30 a 35 por ciento, de México”. Ese mismo día ante el muy influyente Comité de Servicios Armados del Senado de Estados Unidos, declaró que “hay dos importantes organizaciones criminales transnacionales: el Cártel de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación”. Agregó que “tenemos un imperativo de seguridad nacional dada la inestabilidad que crean estas organizaciones, las tragedias que provocan y las oportunidades que generan para que actores malignos como China y Rusia puedan tener acceso e influencia directamente en nuestra frontera sur”. Este año, ante el mismo comité del senado, el General VanHerck ratificó sus declaraciones respecto al control territorial de las organizaciones criminales en México.
Desde entonces se han reiterado las declaraciones similares de muchos otros funcionarios estadounidenses, de legisladores, republicanos y demócratas, y la idea se repite en los medios de ese país.
Hace un año, después de todas esas declaraciones el propio jefe del comando Norte, el general Van Herck estuvo en México y se reunió con el secretario de la Defensa, el general Luis Crescencio Sandoval, y el de Marina, el almirante José Rafael Ojeda: hablaron, se dijo, de seguridad y migración.
Hay que entender, como ya hemos dicho en otras oportunidades, que las relaciones entre las fuerzas armadas de México y Estados Unidos suelen correr por carriles diferentes a las diplomáticas. Para Estados Unidos, México es parte de su seguridad interior, por eso tanto nuestro país como Canadá, forman parte de lo que se denomina el Comando Norte de la secretaría de Defensa. Todo el resto de América, incluyendo el Caribe, es parte del Comando Sur, una de las otras siete áreas de seguridad exterior de la Unión Americana. Ser considerado parte del Comando Norte implica un tipo de relación y de compromisos distintos, superiores, entre las fuerzas armadas de esos tres países por la sencilla razón de que Washington considera lo que pueda suceder en sus fronteras, en este caso en México, como temas de su seguridad interior y nacional.
El diagnóstico del jefe del comando norte no está alejado de la realidad. Hay territorios en nuestro país que sólo formalmente están bajo control de las autoridades. Zonas completas de Michoacán, Guerrero, Chiapas, Colima, Jalisco, Zacatecas, Guanajuato, Sinaloa, Sonora, Durango,Tamaulipas, entre otros, son territorio de alta presencia e incluso hegemonía criminal.
Al comando norte no le preocupa, en ese sentido, el gobierno de López Obrador y los vaivenes sexenales. La operación de los grupos criminales son considerados un factor de riesgo interno en la Unión Americana, por su propio accionar y por la posibilidad de ser utilizados o manipulados por potencias externas. Les importa su seguridad interior, que los cárteles sean el conducto para ataques contra su territorio. Y cuando ello implica también el involucrameitno cada vez mayor del crimen organizado en la migración ilegal, esos desafíos no pasan desapercibidos. Y sumémosle los más de 100 mil muertos al año por sobredosis de opiacios, muchos de los cuales son traficados por cárteles mexicanos. La estrategia de seguridad que está siguiendo México, ignora o subestima esa preocupación y lo que ella implica en la relación bilateral.
Hemos contado aquí que el General VanHerck, en aquella comparecencia en el senado de EU, también calificó de “fantástica” la cooperación con las Fuerzas Armadas mexicanas. “Desde el punto de vista de nuestra relación con los militares mexicanos, ellos son tremendos socios, tenemos una relación fantástica de militar a militar”, dijo VanHerck ante el Comité del Senado. Aseguró, incluso, que el trabajo del Comando Norte con los altos mandos militares mexicanos se mantuvo de forma cercana durante la pandemia y también a través de los oficiales mexicanos destacados en la sede del comando Norte, en Colorado Springs, donde suele haber, dijo, “encuentros regulares y trabajos de adiestramento común”.
Los mandos militares de Estados Unidos tienen confianza en nuestras fuerzas armadas. Pero, desde el punto de vista de los mandos militares que se encargan de la seguridad interior de la Unión Americana, la persecusión a los líderes del crimen organizado y el desmantelamiento de sus redes no puede seguir postergándose. No está desinformado ni tiene mala fe el jefe del comando Norte de la Defensa estadounidense.