Y ahora el Comando Norte
Columna

Y ahora el Comando Norte

17.07.2023

Estados Unidos, el país con el que tenemos un intercambio comercial anual de 780 mil millones de dólares, al que están unidas no sólo nuestras cadenas de producción sino también la redes sociales y familiares que une a más de 30 millones de personas de origen mexicano que viven en ese país, nos está enviando sistemáticamente a categoría dos, está reduciendo en aspectos clave el tipo de relación y de compromisos recíprocos con México ante la creciente falta de confianza con nuestro país.

Si la reducción a categoría dos en aviación civil, nos han colocado junto a un puñado de países sin ninguna significación comercial o económica para la Unión Americana (y ha atenazado a nuestra industria aeronáutica que vive en una situación límite mientras se expanden las líneas aéreas estadounidenses), las demandas por incumplimiento de México de los compromisos asumidos en el TMEC no abarcan ya sólo la energía, sino también la agricultura, el comercio, las telecomunicaciones, la biotecnología, los equipos médicos, los alimentos, el manejo de aduanas. Sumemos a eso el tema migratorio, clave de cara a las elecciones de 2024 y junto con él el del tráfico de fentanilo ilegal, que mata a más de cien mil estadounidenses al año.

En medio de esas crisis simultáneas está el tema de la seguridad con el telón de fondo de la migración y el tráfico de fentanilo, pero hay mucho más: las denuncias del jefe del comando norte de la defensa estadounidense sobre el crecimiento de espías rusos en México, la presencia cada día mayor de cubanos en muchos ámbitos de la vida nacional, desde médicos hasta entrenadores, y según las autoridades estadounidenses muchos de ellos personajes en realidad relacionados con la seguridad y el espionaje, como ha ocurrido en Venezuela. Y la relación con China, que crece en medio de la guerra comercial de este país con Estados Unidos y su implicación en el tráfico de fentanilo.

La semana pasada decíamos que había dos tipos de iniciativas pendientes en el congreso estadounidense en relación con México. Por una parte, las que proponen, en distintos tonos pero con un mismo objetivo, declarar como terroristas a los grupos criminales en nuestro país, con todas las implicaciones que ello conllevaba desde controles financieros hasta hipotéticas acciones militares en contra de esos grupos. Por la otra, iniciativas para reforzar sanciones a quienes colaboren o negocien con esos grupos criminales, diseñadas particularmente para gobernantes que caigan en ese tipo de prácticas.

Ahora tenemos en el congreso estadounidense otra iniciativa introducida por el departamento de la Defensa que pide quitar a México del Comando Norte de la Defensa de ese país e integrarlo al comando Sur. Si se concretara ese movimiento significaría literalmente enviar las relaciones de seguridad con México a una segunda división, a un comando sur donde la colaboración y el intercambio militar es mucho, pero mucho menos orgánico.

Después de los atentados del 11 de septiembre la Defensa de los Estados Unidos dividió el mundo en varias zonas, comandos en el léxico militar, para garantizar la seguridad de su país. De lejos, el más importante es el Comando Norte, donde participan Estados Unidos, México y Canadá. Es el encargado de la seguridad interior de la Unión Americana y en él participan sus socios comerciales y vecinos en forma directa. Ser parte del Comando Norte implica responsabilidad y beneficios: desde una comunicación especializada hasta la participación de militares mexicanos en áreas técnicas y de operación en distintos ámbitos, entre ellos la base en Colorado del Comando Norte, su centro de operaciones.

Por pertenecer al Comando Norte en caso de un hipotético ataque regional (por ejemplo nuclear) estamos bajo el paraguas de la defensa estadounidense. Ese esquema de protección y colaboración que brinda el Comando Norte, junto con el TMEC y otra serie de instituciones menos conocidas pero muy eficientes, es lo que nos configura como la región de América del Norte, con lazos económicos, comerciales, sociales, de seguridad y militares.

Que la Defensa haya enviado al Capitolio una iniciativa que dejaría a México fuera del Comando Norte para inscribirlo en el comando sur, junto con todos los países de América latina y el Caribe, implica un acto de profunda desconfianza en el rumbo que puede seguir México en el terreno estratégico y claramente geopolítico. Salir del Comando Norte, nos deja fuera de una situación privilegiada y podría significar el prólogo de una hipotética salida de instrumentos comerciales como el TMEC, pero sobre todo alejarnos de lo que es el destino estratégico del país: ser parte de América del Norte.

Podemos tener todos los lazos culturales, sociales, identificaciones con América latina, pero nuestro destino estratégico no es América latina, es América del Norte. Al presidente López Obrador le podrá gustar mucho Cuba, pero más allá de que su régimen no es democrático ni pretende serlo, el intercambio que tenemos con Cuba es de 400 millones de dólares al año, a pesar de todos los beneficios que el gobierno mexicano lo otorga a la isla, una cantidad insignificante contra los 780 mil millones que tenemos con Estados Unidos.

La principal y a veces única relación en términos de seguridad entre México y Estados Unidos hoy se da de ejército a ejército, una relación estrecha y eficiente. Degradarla por desconfianza y considerar a México como parte del comando sur en lugar del Norte, puede ser un golpe mortal para esa relación especial.

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