El fracaso de las encuestas
Columna

El fracaso de las encuestas

A sus 89 años, Cuauhtémoc Cárdenas sigue teniendo una notable claridad en muchos temas, sobre todo en lo que se refiere a la vida política. A fines de junio pasado entrevisté al ingeniero Cárdenas respecto al método que ya tenía decidido Morena (y que aplicó oficialmente poco después) de encuestas internas para definir a sus candidatos.

El ingeniero Cárdenas dijo que no le gustaba el método de encuestas para definir a los candidatos, que “las encuestas sin duda son importantes, pero que es el partido el que debe buscar una forma transparente de elegir, ya sea por el voto de sus militantes o incluso el de la ciudadanía en general, pero debe ser un método transparente, claro para todos”.

Para ello, dijo, “es necesario que se abandonen cargos públicos (lo que se hizo) y que existan debates reales (los que se negaron). Ningún político de todos los que buscan la presidencia, en el oficialismo y la oposición, dice Cárdenas, han mostrado claramente qué quieren, hacia dónde se quieren dirigir, qué programa se comprometen a cumplir. Eso es lo que deben debatir”. Y agregó algo que también es importante: “hay que juzgar a los candidatos por lo que hicieron, por su historia, no por lo que dicen que harán”.

Las encuestas han fracasado, un poco menos en el Frente Amplio que terminó designando a Xóchitl Gálvez, mucho más en Morena que hoy o mañana definirá el ganador o mucho más probablemente la ganadora de una encuesta que ha sido terriblemente desordenada y que tendrá resultados confusos que generarán malestar interno y no sólo de Marcelo Ebrard.

Las encuestas no están sirviendo, se están equivocando y se demostró que pueden ser fácilmente manipuladas. No necesariamente es culpa de las empresas encuestadoras, algunas muy serias y respetables, otras francamente impresentables, pero se combinan demasiadas cosas para que estén fallando en forma casi sistemática en los últimos años. Primero, por la incapacidad de leer los nuevos escenarios políticos y sociales y me imagino que la idioscincracia de la gente luego de fenómenos como la pandemia. La gente no está contestando con la verdad en este tipo de ejercicios y eso lo hemos visto no sólo en México.

En nuestro caso también por la corrupción: son evidentes las encuestas que están compradas y que muestran resultados que pueden servir de algo para la propagando pero que son simplemente inverosímiles. Los partidos, los candidatos, los patrocinadores están dipuestos a hacer trampa, a comprar o manipular encuestas y hay empresas dispuestas a aceptarlo. 

La inseguridad impide levantar con libertad las encuestas (le pasó a Morena y fue algo de lo que quisieron evitar en el FAM), los grupos criminales que controlan amplias zonas del territorio no siempre permiten transitar por ellos y suelen acosar a quienes  levantan encuestas y terminan siendo regiones vetadas, pero que al final y muchas veces según cómo ordenen los criminales, votan. Y finalmente ante la inseguridad mucha gente tampoco recibe dentro de sus domicilios a los encuestadores.

Por eso las disparidades y las dificultades reales para contar con números reales, para saber qué es lo que realmente debemos leer de una encuesta. Mucho más si se usa, como se plantearon el FAM y Morena, para elegir a los candidatos por ese método.

 Coincido con Cárdenas: el método de elegir por encuestas no parece el mejor. O se regresa a un sistema de convenciones partidarias (que tampoco funcionaon bien en México en los últimos años) o vamos a un sistema de internas reales con votación abierta para elegir a los principales candidatos, sobre todo a la presidencia. El método que se utiliza en Uruguay o Argentina de elecciones abiertas, organizadas por las autoridades electorales con las mismas normas que una elección federal para que la gente decida dentro de la lista, el partido o el frente por el que vaya a votar, quién es su aspirante preferido, me parece hoy uno de los más transparentes y menos manipulables y permite todo un proceso de alianzas posteriores porque se da apenas tres meses antes de las elecciones y, además, hay segunda vuelta, una carencia notable de nuestro sistema electoral.

Hubo certidumbre en el Frente Amplio pese a la confusión final porque todos se terminaron alineando con Xóchitl. No veo tan sencilla la salida en Morena: no veo a todos alinearse, por ejemplo, con Claudia, sobre todo si, como ha trascendido, Marcelo ha ganado algunos estados y Adán otros, sobre todo en el sur del país. El proceso en sí mismo fue caótico en muchos lugares según las denuncias presentadas y no lo dude que habrá pataleo entre quienes pierdan, incluso por el lugar en que quedarán: una cosa es terminar en esa encuesta segundo o tercero, otra quinto o sexto. Y no se trata sólo de un problema de egos.

La fiesta

José Ramón López Beltrán y su esposa, Carolyn Adams, tienen todo el derecho del mundo de festejar a la hija mayor de Carolyn donde quieran y como quieran. Eso no debería siquiera estar en discusión. Lo que molesta es el doble discurso, la doble moral, no se puede exigir la austeridad de unos, denostarlos, e ignorar la opolencia de los propios. Y a veces ni siquiera de los adversarios: César Yáñez y Santiago Nieto, fueron condenados por fiestas menos ostentosas que las de José Ramón en Culiacán. 

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