No murió y por lo tanto no puede haber resucitado, no es un fósil aunque esté artrítico y por lo tanto no es necesariamente un dinosaurio, ni siquiera aquel que cuando despertamos aún seguía allí. Lo cierto es que con la victoria del PRI en Nayarit algunos analistas y participantes de la vida política nacional han decidido resucitar al viejo partido tricolor con la misma velocidad con la que lo enterraron después del dos de julio del 2000. Estaban equivocados entonces y lo están, también, ahora.