Fentanilo: morir en la guardería
Columna

Fentanilo: morir en la guardería

No se puede entender el peso que tiene en la relación bilateral la crisis del fentanilo sin asumir el número de muertes por sobredosis (110 mil el último año, 70 mil por fentanilo) y la conmoción que esa crisis genera en la sociedad estadounidense. 

Las historias sobrecogedoras se repiten. Hace apenas una semana un niño que estaba apunto de cumplir dos años, Nicholas Dominici, murió en la guardería Divino Niño, en Morris Avenue, en el Bronx en Nueva York. Otros tres bebés terminaron en urgencias. En un closet junto a la cama donde dormían los niños se había dejado un paquete con un kilo de fentanilo. Los bebés inhalaron el fentanilo y de ahí se derivó el fatal desenlace.

Son guarderías domiciliarias, hay miles en Nueva York que tiene permisos para cuidar niños mientras sus padres trabajan. Según el New York Times “los inspectores de la ciudad, que examinan los hogares en nombre del estado, habían hecho una visita “sorpresa” al programa de guardería donde murió el niño, Divino Niño en Morris Avenue, el 6 de septiembre. Encontraron que estaba totalmente en conformidad con una lista de verificación de 40 puntos y señalaron que “todos los medicamentos, sustancias tóxicas” se estaban “utilizados y almacenando para que no se creara ningún peligro” y que “los artículos venenosos, tóxicos, inflamables y peligrosos son inaccesibles para los niños”.

Dos días después un niño moría inhalando fentanilo y otros tres eran hospitalizados. Los dueños de la guardería la utilizaban para traficar y ahí guardaban la droga, quizás ni ellos eran conscientes de la peligrosidad de esa droga para propagarse aunque sea inhalándola accidentalmente. Las autoridades se justificaron diciendo que los inspectores de guarderías no estaban capacitados para buscar fentanilo pero que desde ahora quizás tendrían que hacerlo, dada la amplitud que tiene ese tráfico y consumo. 

Los niños que sobrevivieron lo hicieron porque se les adminsitró Narcan, una medicina que contraresta los efectos de la sobredosis y que ahora se vende y se distribuye casi gratuitamente en buena parte de los Estados Unidos. Sin el Narcan la cifra de muertes por fentanilo sería mucho mayor.

Según el NYT encontraron el kilogramo de fentanilo en un armario del pasillo, junto con un par de prensas utilizadas por los traficantes para empaquetar grandes cantidades de drogas. Se encontró a otra prensa en el dormitorio de un inquilino en el mismo departamento, que le rentaba la habitación a la propietaria del programa de guardería. El edificio donde estaba la guardería era conocido por los vecinos del Bronx como un lugar donde se vendían drogas, manejado generalmente por migrantes dominicanos.

Lo mismo está sucediendo en muchas ciudades estadounidenses, desde San Diego y Los Angeles hasta Seattle, desde Nueva York hasta Miami. Las escenas de un creciente número de homeless en las calles, generado por el consumo de éstas y otros opiacios se ha “normalizado” en muchas ciudades. 

El consumo de fentanilo sigue avanzando pese a que se han decomisado toneladas de dosis en las fronteras de México y Estados Unidos. Pero el esfuerzo, auqnue sea enorme queda siempre rezagado ante la realidad. Por cada kilo de fentanilo puro se pueden producir hasta un millón de dosis con unas utilidades enormes (superiores a los dos millones de dólares por kilo). Ingresar esas sustancias o sus precursores a México, Estados Unidos o Canadá es muy sencillo y puede disfrazarse, por la características de esos productos, muy facilmente.

China ha sido incorporado esta semana por Estados Unidos a la lista de países productores de droga por ser desde donde se venden los precursores o el propio fentanilo puro, diferente al que se usa medicinalmente que está ya procesado con ese fin. Se conocen, aquí lo hemos publicado, los nombres de los principales productores y exportadores de ese fentanilo ilegal desde China, pero ninguno de ellos ha sido detenido, sus empresas siguen oeprando con normalidad, lo mismo que sus sistemas de transporte. 

China que desde que comenzó la virtual guerra comercial con Estados Unidos se ha retirado de los esfuerzos conjuntos para combatir las drogas y no sólo no ha tomado medidas, ha dicho públicamente que su país no exporta fentanilo ilegal, pese a todas las pruebas en contrario existentes.

No se trata sólo de China, se supone que la India tiene un papel cada día mayor en ese proceso. En ese país existe una enorme industria farmaceútica (México importa de la India muchas medicinas) que incluye 11 mil laboratorios, 10 mil fábricas de medicamentos, tres mil cadenas farmaceúticas, que operan sin ninguna normatividad especial para la producción y venta de fentanilo y de sus precursores (y de infinidad de otros productos). El fentanilo o sus precursores se podrían comprar legalmente y trasladarlo a cualquier lugar para posteriormente introducirlo a México, y convertirlo en dosis de la droga. La India está bajo investigación de las autoridades estadoundienses por este tema, pero controlar esa industria y ese producto es casi imposible.

La extradición de Ovidio Guzmán, la búsqueda de los Chapitos y los decomisos son muy importantes, pero no son suficientes. El problema que se genera a partir del consumo de fentanilo es mucho mayor y evidentemente es global. Mientras existan productores de fentanilo y sus precursores que no entren bajo los esquemas de control global, inevitablemente los traficantes y los distribuidores cambiarán de nombre pero seguirán existiendo y las víctimas se seguirán acumulando. Aunque sean niños de dos años, supuestamente protegidos en una guardería.