Programas sociales e inseguridad
Columna

Programas sociales e inseguridad

La semana pasada fueron secuestrados en el municipio de Altamirano, en Chiapas, sesenta personas por una organización social de esas que actúan como base de grupos criminales. Hace algunas décadas esa zona era un territorio con fuerte presencia dela guerrilla relacionada al EPR. Hoy los jefes son los criminales escudados en siglas políticas y sociales.

Los secuestrados eran de organizaciones opuestas, rivales, y previo al mismo hubo asesinatos, una treintena de casas quemadas, desplazados, porque muchos fueron expulsados de sus hogares. Apenas este fin de semana la mayoría de los secuestrados fueron liberados, hay otros, en distintos municipios que nunca han aparecido.

Uno de esos lugares es Frontera Comalapa, donde días atrás “desfilaron” tropas del Cártel de Sinaloa, enfrentados en la zona con el Jalisco Nueva Generación. En la zona, los combates, los secuestros, las detenciones, por parte de alguno de estos grupos son constantes.  Tanto que en la zona los que están en alerta son los elementos de las Fuerzas Armadas…de Guatemala. Semanas atrás los propios trabajadores  de la secretaría de seguridad local fueron secuestrados en Tuxtla por criminales, en medio de acusaciones de complicidad de los mandos policiales locales con una de esas organizaciones.

Ayer el presidente López Obrador informó que en la zona ahora fueron retenidos (el eufemismo que se usa por secuestrados) miembros de la Marina y de la Guardia Nacional. Dijo que estos grupos querían que marinos y guardias nacionales fueran a detener a uno de los dirigentes de la organización rival para, dijo el presidente, lincharlo.

El presidente López Obrador sostuvo que los marinos y guardias mantuvieron la calma durante su secuestro y de esa forma impidiero

 males mayores. Porque, sostuvo, debe evitarse a toda costa la violencia porque “si hay presencia de la Guardia Nacional es para cuidar al pueblo, no para reprimir al pueblo, ni es para, como era antes, castigar a unos; proteger a unos y castigar a otros de la delincuencia organizada”.

Es insólito porque la verdad es que en Chiapas los que tienen el poder son los criminales. De poco le sirve a la gente que les digan que no son iguales que antes, que no están para reprimir al pueblo, que no están para castigar a unos y proteger a otros, cuando en realidad lo que ocurre es que no protegen a la gente ni de unos ni de los otros. 

Y la vigilancia se diluya porque lo que prospera es la impunidad con la que actúan las organizaciones criminales. Nadie ha sido detenido por el desfile del cartel de Sinaloa, ni por el secuestro de los funcionarios de la secretaría de seguridad local, todos los mandos siguen en su puesto, nadie ha impedido que siga el desplazamiento de los habitantes de las comunidades, ni que se quemen sus casas, ni que los pobladores sean secuestrados. 

Esa es la pregunta básica de la crítica a la estrategia de seguridad: ¿de qué sirve la presencia de militares o guardias si no hay acción, si los delitos siguen impunes, si no están para defender a la gente de los criminales cuando éstos los atacan?

El presidente solicitó a los ciudadanos tener confianza en el gobierno de la República, ya que se trabaja en la zona para llevar programas de bienestar, como ayuda a los adultos mayores, personas con discapacidad, Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro. Me parece muy bien, pero está absolutamente comprobado que esos programas pueden ayudar en muchos sentidos, pero no ayudan en nada para reducir la inseguridad. 

Puede decir el presidente que en Chiapas se redujo la pobreza pero lo que no dice es que aumentó geométricamente la inseguridad. Y de eso es de lo que se trata. De poco sirve que la gente aumente sus ingresos en forma marginal a través de los programas sociales, si luego es secuestrada, si su casa es quemada, si quienes controlan la zona en la que viven son los criminales que avivan además, todas las diferencias sociales y religiosas existentes, porque así incrementan su poder: cuanto mayor es la polarización y la división, mayor es su poder. 

Y los programas sociales no logran romper ese esquema de dominación porque resulta que no son apoyados por una estrategia estricta de seguridad que lisa y llanamente impida los delitos y cuando ocurran se los castigue.

Los datos son duros y evidentes: 170 mil muertos y 44 mil desaparecidos en el sexenio no pueden equipararse con programas sociales que son  útiles para muchas cosas pero definitivamente no para garantizar la tranquilidad de la gente y proteger sus vidas y propiedades.

Los otros desaparecidos

Hay por lo menos tres personas desaparecidas dos de origen mexicano y la pareja alemana de uno de ellos, después del ataque de Hamas al sur de Israel. Fueron llevados, con otras 200 personas, como rehenes a la Franja de Gaza. No recuerdo una sola frase de la presidencia o de la cancillería, mucho menos de los duros teóricos de la 4T, que tanto se indignan por la reacción de Israel, que exija el regreso con vida de esos compatriotas, incluyendo a la joven Shani Louk pareja de uno de ellos. Se pecado fue estar en un festival de música.