Hace una semana, el huracán Otis azotó Acapulco y gran parte de Guerrero, dejando a su paso una estela de destrucción. A pesar del transcurso de los días, los daños continúan sin evaluarse por completo. El retraso en la gestión de la ayuda ha puesto al descubierto una preocupante falta de preparación y coordinación en la respuesta a la emergencia.