Frontera norte y Ucrania
Columna

Frontera norte y Ucrania

Para terminar de aprobar el presupuesto para el siguiente año fiscal, el congreso de Estados Unidos tiene que llegar a un acuerdo sobre el apoyo militar a Ucrania. Pareciera que eso no tiene relación alguna con México, pero lo cierto es que mucho de lo que sucederá en el futuro inmediato en el tema migratorio, en el combate al tráfico de fentanilo y en la frontera norte de nuestro país se decidirá lejos de México, en el Capitolio, en Washington DC. 

En estos días, la administración Biden deberá decidir si acepta la demanda del partido republicano para aprobar el presupuesto del próximo año fiscal y así incrementar la ayuda militar a Ucrania, un punto central en términos políticos y estratégicos para su gobierno (y muy probablemente para Europa, porque ello determinará no sólo la suerte de Ucrania sino también de la relación con Rusia y China, con repercusiones evidentes en el Medio Oriente). Y lo que quieren los republicanos es que, a cambio de la ayuda a Ucrania, se endurezca la posición de la Casa Blanca en la frontera con México

¿Qué exigen los republicanos? Reducir las visas de trabajo para ingresar a los Estados Unidos, disminuir drásticamente las solicitudes de asilo, enviar más personal, incluso militar, a la frontera y, simultáneamente, endurecer su posición ante México en el tráfico de fentanilo. Al mismo tiempo, la cámara de representantes y la de senadores pidieron a la CIA un informe puntual (que deben entregar en máximo tres meses) sobre la capacidad de operación y financiamiento de los cárteles Jalisco Nueva Generación y de Sinaloa, para poder legislar al respecto.

Es evidente que México será parte central de la campaña electoral de Estados Unidos para los comicios de noviembre próximo. Pero me temo que el tema México estará en la agenda, más allá de las declaraciones puntuales, desde ya. El acuerdo para la ayuda militar a Ucrania, es urgente y estratégico: apenas esta semana, luego de estar en la toma de posesión de Javier Milei en Buenos Aires, el presidente ucraniano Vlodomir Zelenski, se reunió en Washington con el presidente Biden, reclamando un apoyo militar que es urgente para poder mantener y avanzar en la guerra contra la invasión rusa, sobre todo en un momento donde el apoyo europeo, salvo en Alemania, parece estar declinando, por lo menos respecto al que se tenía en el pasado. 

Sumado a eso, la atención global se ha puesto en Medio Oriente, en Israel y en Gaza, sin terminar de comprender que el ataque de Hamas del 7 de octubre está relacionado en el ámbito geopolítico con lo que está sucediendo en Ucrania. Hamas es una extensión de Irán y Siria, dos países con enorme influencia rusa y en una lucha intensa por el control regional con Arabia Saudita, aliado de los Estados Unidos.

Pues bien, cuando está en juego todo esto, sacrificar la frontera sur de Estados Unidos para el presidente Biden es menos costoso que perder el apoyo militar a Ucrania,  sobre todo cuando tanto en el tema de migración como en el de fentanilo, los avances que ve la Casa Blanca son relativamente pequeños, por lo menos respecto a lo que necesita el presidente Biden de cara a los comicios de noviembre.

La presión por militarizar la frontera es grande, incluso entre muchos sectores demócratas. Después de la reunión en San Francisco, se han dado varios golpes puntuales en el tema de fentanilo en México: la caída de El Nini y de un par de importantes operadores logísticos del cártel de Sinaloa, la del CR del CJNG y la del Tartas en Nuevo Laredo, del Cártel del Noreste. Pero falta muchísimo más. Esta semana voceros de la Casa Blanca aseguraron que disminuyeron las muertes por sobredosis de fentanilo y otros opiacios, pero lo atribuyen sobre todo a medidas internas, como la distribución y venta masiva de naxolona, una medicina que se aplica ante las sobredosis y que permite salvar la vida de los adictos.

El flujo migratorio no se ha reducido significativamente pese a algunas medidas adoptadas en México y al despliegue de la Guardia Nacional en ambas fronteras, sumado a decisiones muy controvertidas como la cancelación de refugios o de los vuelos de repatriación por falta de recursos del Instituto Nacional de Migración. La presión en la frontera crecerá inevitablemente.

No veo al gobierno federal ni a la cancillería operando con la gravedad que la situación amerita. Ni siquiera se ha dicho una palabra al respecto en la mañanera o en otros ámbitos gubernamentales. Y todo indica que finalmente la administración Biden aceptará las condiciones que le imponen los republicanos: la ayuda militar a Ucrania es demasiado importante como para dejarla caer.

Sin acuerdo

Se cayó el acuerdo que se había construido para la designación de Bertha Alcalde Lujan como nueva ministra de la Suprema Corte. Habrá que conocer los detalles, pero todo indica que la oposición para apoya a Alcalde quería, como sería lógico e incluso legal, un acuerdo para sacar adelante también otras designaciones que están pendientes en el Senado. Hay que designar a los magistrados faltantes en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, de consejeros en el INAI y muchos otros más. La lógica del oficialismo en esto es sencilla: no negocia, no acepta acuerdos en los que tenga que conceder, no busca consensos. Al final, en el caso de la SCJN, será el presidente López Obrador el que designará personalmente a la nueva ministra. Será otra posición más para la familia Alcalde Luján, nada más y nada menos que en la Suprema Corte de Justicia de la nación.