Que el intento de reapertura, frustrado por un juez, del caso Colosio tiene una lógica político-electoral lo dijo mejor que nadie el hijo de Luis Donaldo, el alcalde de Monterrey y aspirante a senador por MC en las próximas elecciones, Luis Donaldo Colosio Riojas.
En las noticias todo se centró en la petición de que se le concediera un indulto a Mario Aburto, pero se obviaron las razones que esgrimió Colosio Riojas: “cada tres a seis años, dijo, sale el tema. ‘Vamos a revivir el caso’. Antes debieran salir a explicar qué es lo que quieren. Este asunto ha estado muy manoseado y creo que no es justo para la gente toda, incluida mi familia, que estén dando este espacio de esperanza, que estén reciclando el tema con tal de sacar una raja política”.
Lo de la nueva investigación es un refrito de una historia demasiado vieja. Como decíamos ayer, Pablo Chapa Bezanilla sembró un camino de bombas que acabó con toda certidumbre en la investigación del caso Colosio, usando los mismos argumentos y personajes que utiliza ahora la FGR. Lo cierto es que la investigación posterior de la fiscalía especial que encabezó Luis Raúl González Pérez, concluida en el 2018, no dejó lugar a dudas sobre que fue Aburto el asesino.
La tesis de que el segundo tirador fue el entonces agente del CISEN, Jorge Antonio Sánchez, fue investigada con enorme amplitud en aquellas fechas y desechada. No había prueba alguna de que Sánchez hubiera disparado contra el candidato, y fue el propio Aburto, en una reconstrucción profusamente difundida, el que reconoció que él había sido el que hizo ambos disparos contra el candidato.
Lo nuevo, lo de responsabilizar a García Luna, que debería tener entonces poco más de 20 años y era un empleado menor del Cisen, es ridículo. Lo de involucrar en el caso a Jorge Tello Peón, uno de los más serios funcionarios de seguridad e inteligencia en décadas de nuestro país, es una infamia sin ningún asidero (Tello en treinta años de investigaciones sobre el caso, oficiales y privadas, jamás fue involucrado de forma alguna con el asesinato de Colosio).
Hay historias que sí se hubieran podido indagar pero no eran políticamente correctas. Permítame contarle, ya lo hemos hecho aquí en otra ocasión, lo que este reportero investigó a mediados de 1994.
En Tamaulipas, desde principios de los 80, había nacido una banda criminal llamada Los Texas, conformada por pequeños narcotraficantes enlazados familiarmente. Su jefe era Arturo Martínez Herrera. El número dos era su hermano, Guillermo; otro hermano, Daniel, era el tercero al mando, se hacían llamar Caballero Aguila Uno, Dos, Tres, respectivamente. Se hicieron muy conocidos por controlar el paso de indocumentados en Nuevo Laredo y, posteriormente, por ser contratados como asesinos a sueldo.
Este grupo creció porque tuvo el apoyo de otro personaje tristemente célebre: Guillermo González Calderoni, quien al ascender al cargo de director de intercepción aérea de la PJF, enviaba parte de los decomisos realizados por esa corporación a los Texas para que ellos los ingresaran al otro lado de la frontera. Los Texas trabajaron durante años, tanto para González Calderoni como para Juan García Ábrego.
En 1994 llegó a Nuevo Laredo un nuevo comandante de la Policía Judicial Federal, Luis del Moral, que se negó a aceptar un portafolio con 200 mil dólares que le enviaba Arturo Martínez Herrera. Un días después fue interceptado su vehículo y asesinado, junto con sus escoltas. Pero en esa operación, un agente de la PJF, que sobrevivió al ataque, logró detener a Guillermo Martínez Herrera. Mientras tanto, designado por González Calderoni, Arturo Martínez, el verdadero jefe de la banda, estaba acreditado como comandante de la PJF en Piedras Negras.
¿Cómo participaron Los Texas en la desestabilización de 1994?. Una forma fue evidente: el primer personaje contratado para asesinar a José Francisco Ruiz Massieu, fue Carmelo Herrera, primo de Los Texas y miembro de la banda. Como se recordará, después de dos meses de seguimiento del político guerrerense, por alguna razón, dejó esa encomienda y se fugó con los 300 mil pesos que le habían pagado.
Carmelo Herrera era narcotraficante pero también madrina del comandante de la PJF, José Luis Larrazolo, un cercanísimo colaborador de González Calderoni. Larrazolo fue asesinado el 2 de febrero de 1994 a las puertas de su casa en el Pedregal, al sur de la ciudad de México. Larrazolo había encabezado el comando que semanas antes había intentado asesinar en el restaurante Bali Hai de la ciudad de México a su enemigo, Amado Carrillo Fuentes y a su familia.
Como dijimos, Carmelo Herrera era primo de Arturo y Guillermo Martínez Herrera. Carmelo, también era vecino del tío de Mario Aburto. En esa casa, en el norte de Veracruz, Aburto convivió con su tío varias semanas, se supone que allí escribió aquellos cuadernos que se encontraron en un baúl en su casa, en Tijuana. ¿Cómo se identificaba a sí mismo Aburto en esos cuadernos?: como un “Caballero Aguila”. ¿Cómo se identificaban a sí mismos los miembros de Los Texas?: como Aguila I, Aguila II, III, y así sucesivamente. ¿Qué había sucedido un mes antes del crimen?. Humberto García Abrego, había sido corrido de una cena que se le había hecho a Colosio en Monterrey, por órdenes del propio candidato presidencial. Colosio, expulsando a Humberto de la cena, quería mandar el mensaje de que no tenía relación con ellos. ¿Para quién trabajaban Los Texas? Para los García Abrego. De todo eso, 30 años después y en esta época de abrazos y no balazos mejor ni hablar.