La magnitud del triunfo electoral de Morena lo pudimos ver en el cómputo distrital final: no sólo Claudia Sheinbaum aumentó su votación hasta llegar a prácticamente los 36 millones de votos, sino también se confirmó que la coalición Morena-PVEM-PT ganó en 219 de los 300 distritos electorales del país y Morena, sin coalición, ganó en otros 37 distritos. Habrá que ver cómo se distribuyen los plurinominales, pero estarán muy cerca de la mayoría calificada.
En el senado Morena ganó en 30 estados, lo que le da en automático 60 senadores; fuera de los plurinominales, el Verde obtuvo por vía directa por lo menos dos: Ruth González Silva (esposa del gobernador Ricardo Gallardo, que superó en San Luis Ptosí a la hermana de la secretaria de seguridad, Rosa Icela Rodríguez, en una confrontación donde el Verde y Morena fueron por separado) y Luis Armando Melgar en Chiapas, donde con una gran campaña de tierra, yendo sin alianza con Morena, y en muy buena relacion con Eduardo Ramírez, quedó en segundo lugar.
El cómputo confirma también que el PRD perderá el registro, porque no alcanza en ninguna votación federal (y prácticamente en ninguna local) el 3 por ciento de los votos, su máximo es 2.4 por ciento en la elección de diputados. Y exhibe a las dirigencias del PRI y PRD que tuvieron la peor elección de su historia, una disputando el segundo lugar al Verde en número de diputados, los tricolores como quinta fuerza política nacional. Movimiento Ciudadano tuvo un respiro de última hora con la confirmación del triunfo de Pablo Lemus en Jalisco (¡qué malos perdedores son en Morena!) pero sobre todo porque in extremis, en el conteo se rescató a Luis Donaldo Colosio Riojas, que quedó por un puñado de votos en segundo lugar en Nuevo León, pero en realidad el principal rescatado es el suplente de Donaldo, Dante Delgado, que así podrá entrar el senado porque el hijo del asesinado candidato regresó a la alcaldía de Monterrey que perdió Mariana Rodríguez, la esposa de Samuel García, que salió terriblemente debilitado de este proceso.
El mecanismo para aumentar la sobrerrepresentación lo vimos en la ciudad de México este fin de semana: varios de los legisladores electos de Morena se adhirieron a sus aliados para así aumentar la distribución de plurinominales a todos ellos. Con eso garantizarían una amplia sobrerrepresentación en el congreso electoral. A ver si las autoridades electorales locales lo permiten, al final el tema terminará, como en el ámbito federal, en tribunales.
Pero lo que viene serán fuertes realineamientos políticos que serán transversales a los partidos. Un ejemplo, estaba volviendo a leer, con una mirada post electoral, el libro de Mario Maldonado, EPN, Confesiones desde el exilio (Planeta 2024). Hay mucho material entrelíneas en el texto, pero la principal es como todo ese grupo político, con pocas excepciones, Aurelio Nuño entre ellas, se ha movido en forma homogénea al entorno de Claudia Sheinbaum. Los ex gobernadores peñistas, Eruviel Avila, Miguel Osorio Chong sin ser candidato, Luis Miranda no pero sí su hijo, entre muchos otros funcionarios o políticos del sexenio peñista, casi todos vía el partido Verde se fueron con Claudia. Otra Claudia, Ruiz Massieu llega al congreso pero por MC, pero no es ajena a ese movimiento.
Ya lo habíamos señalado aquí, pero leyendo el libro, los recuerdos de Peña y su propia historia, queda constancia de que existe un movimiento de todo ese grupo político, un movimiento que no comenzó en este proceso electoral sino en el 2018 y que ha seguido una línea marcada y constante. Un movimiento que marcó, creo, Peña en su momento pero que se ha dado trascendiéndolo. Y en un PRI cada día más raquítico existe la posibilidad de que muchos de los que aún resisten en el tricolor, donde Alejandro Moreno hace todo por aferrarse al poder aún a costa del propio partido, tomen el mismo camino. Como le pasó al PRD que terminó absorbido por Morena, algo así puede suceder con buena parte de las estructuras priístas, sobre todo si ese salto lo pueden dar vía el Verde, lo que les permite ser parte del oficialismo sin entrar a disputar dogmas y pedrigí morenista.
La unidad del movimeinto
Si el oficialismo y la oposición están en el futuro inmediato dentro del próximo gobierno, la labor de equilibrio de la futura presidenta entre los suyos será clave.
El día de las elecciones decíamos que había que evitar que 2024 se nos fuera a convertir en un 1994. No creo que estemos en esa situación pero síntomas hay: violencia social y política, localizada pero que puede ser desestabilizadora; factores de poder que quieren su espacio; un oficialismo poderosísimo (el salinismo en 1991 ganó 291 de los 300 distritos y en 1994 refrendó la presidencia en comicios con la mayor participación ciudadana de la historia reciente, superior al 70 por ciento) pero dividido por varias corrientes internas: los duros, los salinistas, los antisalinistas; el presidente entrante y el saliente sin acuerdo con el rumbo económico inmediato, sobre todo sobre la hora de devaluar.
Todo eso hizo eclosión con el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu a fines de septiembre, la reunión Salinas-Zedillo en noviembre donde no se pusieron de acuerdo sobre los mandos en Hacienda y sobre cuándo devaluar; la crisis de diciembre; la detención de Raúl Salinas en febrero, en medio de la crisis. En seis meses todo había cambiado.
Hoy se reúnen Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador. Visto lo sucedido la semana pasada su principal tema tendría que ser evitar que ese escenario que propició la crisis de 1994 se repita: lo sucedido la semana pasada fue un mal síntoma.