La frontera perdida
Columna

La frontera perdida

Las imágenes, una vez más, son terribles, veinte muertos, 19 de ellos arrojados en un camión de redilas, en una zona, La Concordia, Chiapas, cercana a la frontera y a la presa de la Angostura, una zona clave para el tráfico de drogas y personas y que se disputan desde hace meses dos grandes organizaciones criminales.

No es nuevo. En abril pasado se dio a conocer un video que tuvo amplia difusión en Chiapas: en él un líder de un grupo de criminales lee una proclama diciendo que lo que se vive en el estado no es una disputa entre el Cártel Jalisco Nueva Generación y los Chapitos, sino de éstos con ellos, que se identifican como el cártel Chiapas-Guatemala. En el video acusaban, una vez más, al gobernador Rutilio Escandón, a la secretaria de Gobierno, a los principales funcionarios de seguridad, de trabajar para los hijos del Chapo Guzmán a cambio de fuertes sumas de dinero. 

En abril pasado, cuando se daba a conocer ese video, La Concordia era sacudida por un durísimo enfrentamiento entre esos grupos criminales, con un alto pero indeterminado número de fallecidos. Ninguna autoridad se apareció por el lugar, ni para recoger y contabilizar los muertos; hubo vehículos y viviendas quemadas, pobladores desplazados, en una lucha abierta que llevaba ya una semana ininterrumpida en la zona. Las autoridades siguen sin aparecer casi tres meses después. Durante meses se ha prolongado esos combates sin ninguna participación oficial para recuperar el control y los 20 muertos de este fin de semana son un nuevo producto de la misma.

La lucha que libran los Chapitos y los del cártel de Chiapas y Guatemala parece ser el trasfondo de la que sostienen desde hace tiempo los Chapitos con el Mayo Zambada. 

Chiapas, ya lo hemos platicado en otra ocasión siempre fue territorio de El Mayo a través de uno de sus principales operadores, Gilberto Rivera Amarillas apodado El Tío Gil, que mantenía la relación y el control con grupos locales y de Guatemala, lo mismo que con diferentes autoridades, a ambos lados de la frontera. Cuando llegó Rutilio Escandón a la gubernatura ese equilibrio se rompió, el Tío Gil y sus operadores fueron detenidos o asesinados y el control de la zona se la quedaron los Chapitos que acabaron con los grupos del Mayo en el estado. 

El jefe de los Chapitos en Chiapas es Jesús Esteban Machado, El Güero Pulseras, que impuso cuotas a todos los demás grupos locales, y se apropió de la frontera. Comenzaron a ser resistidos primero desde Guatemala, pero al mismo tiempo todos esos grupos fueron aliándose para conformar el cártel Chiapas-Guatemala. Una réplica de lo vivido en Michoacán donde a la Nueva Familia Michoacana (con lazos con los Chapitos) se le oponen los Cárteles Unidos (relacionados con el CJNG, como estos grupos chiapanecos). 

  El Mayo está en libertad pero con fuerza menguadas, personales y operativas. Tiene 76 años, el cártel se ha dividido y ha sufrido golpes fuertes. El hecho de que su hijo y su hermano se hayan convertido en testigos protegidos de la DEA y hayan brindado testimonio contra el Chapo en el juicio de Nueva York lo ha deslegitimado ante otros grupos dentro y fuera del cártel. Los Chapitos están ocupando los espacios tanto de personajes ligados al Mayo como de su tío (y también adversario) Aureliano. El Guano.

Después de la deportación de su padre, los Chapitos parecían muy débiles, incluso fueron secuestrados por el CJNG en un restaurante en Vallarta, pero fueron apoyados por el Mayo y los ayudó también la caída de Dámaso López. Eso les permitió resistir al Guano, que se creía con derecho a ser el sucesor, sin confrontarse con el Mayo. 

Pero los Chapitos ya se habían involucrado de lleno en un negocio que les dio, muy rápidamente, enormes recursos: el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos. Ellos abrieron ese mercado y con esos recursos se hicieron poderosos. Luego vino el juicio de El Chapo, con la participación como testigos de los Zambada y todo se rompió. Y comenzó la guerra. 

En los últimos días hemos visto una sucesión de golpes, caídas, asesinatos, en Sinaloa que son producto de estos reajustes y conflictos internos en el cártel de Sinaloa. Buena parte de ese enfnretamiento comenzó en Chiapas a inicios del sexenio, ahí fue el primer enfrentamiento abierto, donde los Chapitos se deshicieron de los líderes de El Mayo e impusieron los suyos. Es lo que está ocurriendo en muchas otras plazas. 

Lo de La Concordia y los otros enfrentamientos cotidianos son el inicio de una nueva etapa en el crimen organizado que tiene como trasfondo un cambio generacional, pero también es consecuencia del nuevo escenario que ha provocado el negocio del fentanilo y de otras drogas sintéticas.  

Foros inútiles

Ayer, la ministra Yasmín Esquivel en una reunión en la Suprema Corte pidió la renuncia de la presidenta Norma Piña, y lo mismo demandó Ricardo Monreal, responsabilizando a Piña de que no haya interlocución del poder judicial con los otros poderes. A ellos se sumó Arturo Zaldívar que responsabilizó a Norma Piña de la actual crisis.

Pero en la mañanera el presidente López Obrador dio una vuelta de tuerca a ese debate diciendo que no era necesaria la renuncia de Piña porque no habrá concesiones ni negociaciones en la reforma. En otras palabras, los foros, en esa lógica, son inútiles, lo mismo que cualquier negociación. Mientras tanto, los inversionistas están en espera, antes de tomar decisiones a futuro. Y el nearshoring se nos va.