Ahora resulta que, según lo anuncio el presidente Fox, que en el país hay un 14 por ciento de pobres menos que hace dos años, nada más y nada menos que 3.4 millones de mexicanos dejaron la pobreza extrema. ¿Quién ha comprobado, que esas cifras, esos porcentajes son reales? El hecho es que la pobreza no se redujo o si lo hizo fue en porcentajes mucho menores. Lo que ha cambiado es el método para medir los niveles de pobreza.
La cifra parece el producto de uno de esos llamativos milagros económicos que, cada tanto, estallan en los medios: el milagro alemán de la posguerra, el milagro japonés, hasta el falso milagro brasileño de los años de la dictadura militar en ese país o nuestro propio milagro mexicano de los años del desarrollo estabilizador o la administración de la abundancia. Lo cierto es que en economía no suele haber milagros y menos cuando éstos son producto de la manipulación de las cifras.
Ahora resulta que, de un día para otro, y según lo anunció el presidente Fox, nos enteramos que en el país hay un 14 por ciento de pobres menos que hace dos años, nada más y nada menos que 3.4 millones de mexicanos dejaron la pobreza extrema, mientras que 5.4 millones dejaron la categoría de la pobreza de capacidades para ser pobres a secas. ¿Quién ha comprobado, en el día a día, que esas cifras, esos porcentajes son reales?¿cómo se establecen?. El hecho es que la pobreza no se redujo o si lo hizo fue en porcentajes mucho menores, mientras que grandes sectores de la población sí se han empobrecido o continúan estancados. Lo que ha cambiado es el método para medir los niveles de pobreza: es una reducción que se ha dado en el papel y que, como es una metodología nueva (no digamos siquiera si es mala o buena) no se puede medir, comparar con cifras anteriores. Tanto que nada menos que el Comité Técnico para la Medición de la Pobreza en México, simplemente se deslindó de esas cifras y esas comparaciones, atribuyéndolas exclusivamente al gobierno federal.
Pero existen líneas que sí se pueden analizar. Nadie desconoce el apoyo que, para muchas familias de los más escasos recursos, implican muchos de los programas sociales que se aplican desde hace años, particularmente desde Solidaridad, y que ha mantenido y en algunos casos ampliado Josefina Vázquez Mota desde la Sedesol. Pero no es verdad que se haya producido una modificación tan dramática en nuestra estructura social. Cambió, como decíamos, la metodología, pero se están obviando, además, datos evidentes: uno de los mayores aportes para esa reducción, utilizando incluso la nueva metodología, proviene de los más de seis mil millones de dólares anuales que han transferido a sus familias y comunidades en México los trabajadores que se han ido a laborar a los Estados Unidos.
Concedamos, incluso que con esos recursos y los programas en curso haya disminuido la brecha enorme de desigualdad que marca a la sociedad mexicana. Pero resulta que la forma establecida en la medición depara otras sorpresas. En el estudio del INEGI en el que se basó el gobierno federal para sacar sus conclusiones, se asegura que el 80 por ciento de la población mejoró sus ingresos respecto a hace dos años y que sólo el 20 por ciento más rico tuvo un retroceso. El problema es que toda aquella familia (se habla de ingresos integrados) cuyos ingresos sean superiores a los 13 mil pesos mensuales queda ya incluida entre el 20 por ciento más rico del pais. Y eso incluye desde el empleado medio con tales ingresos hasta el señor Carlos Slim. En otras palabras, buena parte de los sectores urbanos de todo el país son los que se han empobrecido y que, por lo tanto, no perciben las cosas de la misma manera que el gobierno.
Pero ello quizás se pueda justificar. En México se está produciendo uno de los programas de radio más caros del mundo por punto de rating. Se trata del programa que emite en sólo 47 estaciones del país la presidencia de la república, llamado Fox Contigo. Un programa de media hora, los sábados en la mañana, grabado en los estudios de Los Pinos, donde no existe alarde de producción alguno y mucho menos efectos especiales, conductores estrella pagados o corresponsales y enviados al extranjero, y que cuesta, nada más y nada menos, que 908 mil pesos por programa. Un total, según la cuenta pública del 2002, de poco más de 47 millones de pesos al año. Es casi imposible de concebir una cifra tal para un programa de esas características. El programa noticioso más exitoso de la ciudad de México y de buena parte del país, es Monitor de la mañana, con José Gutiérrez Vivó. Dudo mucho que en sus cuatro horas, con sus helicópteros y enviados, supere ampliamente el millón de pesos diarios, o sea que en términos de producción Fox Contigo podría estar costando unas ocho veces más que uno de los espacios de noticias más completos y mejor pagados de la radio en México. Si la comparación se realiza, por ejemplo con producciones más modestas pero muchísimo más complejas, como por ejemplo, los noticieros de televisión de CNI Canal 40, la diferencia es abismal.
Evidentemente, existe un equipo de producción que hace ese programa, pero salvo ellos, nadie más se supone que cobra por participar en él, comenzando por su conductor, el propio presidente. Los periodistas o artistas que son invitados al mismo, lo hacen siempre en forma honoraria. Los tiempos de radio que se utilizan son donados por las emisoras en forma gratuita. No hay gastos en estudios, ni en equipos especiales ni en plantilla periodística. ¿A dónde van, entonces esos recursos?. Sin duda, con aportes de ese calibre, hay familias que deben haber mejorado, en estos dos años, sus ingresos, algunas hasta deben haber salido de la pobreza extrema.
Madrazo y Woldenberg
Dice el presidente nacional del PRI, Roberto Madrazo, que el consejero presidente del IFE, José Woldenberg, ha "empanizado"a ese instituto electoral, que se ha tornado parcial y que en retribución ya tiene, incluso, asegurada una embajada en Francia para cuando concluya su mandato en el propio IFE, el próximo 31 de octubre. Todo porque desde el IFE se sancionó con una multa de mil millones de pesos al PRI por el Pemexgate y no ha concluido aún la investigación que, sobre los Amigos de Fox, realiza el propio Instituto, lo que lo lleva a concluir que las elecciones en México se han tornado inequitativas.
Sencillamente no es verdad. El IFE dista de ser el castillo de la pureza que algunos imaginaron alguna vez. Por supuesto que, sobre todo en los últimos años, ha habido jaloneos políticos y lucha de intereses muy específicos que van más allá del ámbito electoral. Cierto también que los movimientos hacia distintos partidos políticos y puestos públicos de ex consejeros y funcionarios del IFE han demostrado que la ciudadanización del mismo es, sigue siéndolo, relativa. Es verdad, también, que la investigación sobre Amigos de Fox ha sido mucho más lenta que la del Pemexgate. Pero el hecho es que esa lentitud, en la mayoría de los casos, no puede imputarse al IFE sino a las instituciones, públicas y privadas, que hicieron de todo para bloquear el acceso a la información de los Amigos de Fox y la entregaron apenas hace unas semanas para que comenzara la indagatoria. Llama la atención que los rayos y centellas se dirijan, en este sentido, contra el IFE y no contra las instituciones del Estado que en todo caso son las responsables de avanzar realmente en esa investigación. No creo que todo lo realizado por el IFE en torno a Amigos de Fox o el Pemexgate haya sido lo más acertado, pero tampoco creo que el IFE se divida simplemente en buenos y malos, en parciales e imparciales, asumiendo, incluso los puntos de vista diferentes existentes entre, por ejemplo, Jaime Cárdenas y la mayoría de los otros consejeros. Creo que Cárdenas tiene razón en exigir mayor rapidez y mayor profundidad en las indagatorias del IFE pero también creo que en ocasiones la divulgación de cierta información fragmentada de las mismas, en lugar de acelerar las investigaciones las complica y retrasa. Nadie tiene el monopolio de la verdad o la pureza en estos casos.
Una acotación al margen. A Woldenberg lo conozco desde hace años, mucho antes de que fuera miembro del IFE. Se podrá estar o no de acuerdo con su gestión y su forma de ver las cosas, pero es indudable que buena parte del éxito real que es el IFE, en sus responsabilidades más estrictas: la organización y control de procesos electorales y de confianza de la ciudadanía en ellos, se debe a la seriedad del trabajo de Woldenberg. Y conociendo a Woldenberg se me pueden ocurrir muchos adjetivos para calificarlo, menos el de ser un personaje "empanizado", de derecha, y menos aún que sea alguien dispuesto a vender una carrera y prestigio bien ganado por una posición burocrática, cualquiera de ellas. Se equivoca, es injusto, Roberto Madrazo con José Woldenberg y con el IFE.