Para Bibiana, fantástica porque nunca deja que se pierda del todo la alegría de la adolescencia
Entrevistaba el miércoles a una Josefina Vázquez Mota que se escuchaba un poco abatida cuando informaba de que había renunciado a la posibilidad de buscar la presidencia de su partido porque, decía, no quería ahondar las diferencias y la polarización en el blanquiazul. Le pregunté si no era contradictorio, porque, según las encuestas, ella tenía no sólo una amplia ventaja sobre los demás competidores, sino que también al abandonar la contienda, dejaba la misma entre Gustavo Madero y Ernesto Cordero (que ya pidió licencia y que sigue negociando con Juan Manuel Oliva la posibilidad de una candidatura común) y esa polarización sería, ahora, inevitable. No se apartó de su discurso, aunque reconoció que esa popularidad y esos votos potenciales se podrían perder ante los votos corporativos que se han ido formando en el panismo, relacionados con liderazgos que han dejado mucho que desear dentro y fuera del blanquiazul.
La reciente renuncia del ex gobernador Fernando Elizondo, a un año de las elecciones en Nuevo León, está directamente relacionado con ese fenómeno y la consolidación de lo que llaman en su tierra la neocupula, relacionada con Fernando Larrazábal, la propia alcaldesa Margarita Arellanes, muy cercana a Madero y a Luis Villareal, y a muchos otros intereses, que algunos identifican con ese personaje oscuro, turbio, el zar de los casinos le llaman, Juan José Rojas Cardona. De esos intereses se alejó Elizondo, y creo que también Josefina. Me quedé con la sensación, sin embargo, de que hubiera querido llegar a la presidencia de su partido sin tener que ir a una competencia que será dura y no necesariamente limpia. También me quedé con la impresión de que Vázquez Mota está mucho más entusiasmada con su labor entre la comunidad mexicana en Estados Unidos que en rescatar a un partido que está, hoy, en entredicho por sus propias pugnas internas. Esa apuesta de Vázquez Mota no es nueva, fue parte de su reconstrucción (más personal que política) después de la derrota del 2012 y estuvo impulsada, precisamente, por el hecho de que en esa elección la gran mayoría del voto de los migrantes fueron para ella. Ese parece ser su horizonte, por lo menos mientras espera a ver qué sale de un proceso interno que será, por lo menos, conflictivo y polarizado.
Mientras tanto, la otra oposición, el PRD también intenta definir su destino. El proceso interno de cambio de dirigencia en su caso está relativamente detenido porque el IFE no ha aprobado el cambio de sus estatutos que contienen un capítulo central para toda la renegociación interna: la posibilidad de que pueda reelegirse quien haya sido presidente del partido. El punto es clave porque, sin duda, Carlos Navarrete es el candidato que representa a la actual dirigencia y a la corriente de Nueva Izquierda, mayoritaria en el sol azteca. Pero eso no parece alcanzar para garantizar la unidad interna, tentado el partido a la ruptura por Morena y por los otros integrantes de la izquierda, Movimiento Ciudadano y el PT. A Marcelo Ebrard no le alcanza para llegar a la presidencia partidaria y los Chuchos no lo permitirían. La única opción de unidad, que tampoco satisface a todos, es el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, pero para que eso sea viable se tiene que aprobar la reforma a los estatutos. Pero resulta que el IFE ya casi no existe y el INE aún no ha nacido y en ese espacio están quedando pendientes numerosas decisiones, entre ellas la de los estatutos perredistas.
¿Porqué no termina de convencer Cuauhtémoc a todos?. Por la sencilla razón de que el ingeniero es un hombre de posiciones, compartibles o no, pero que suelen ser poco negociables y en ese sentido lo que más le preocupa a Nueva Izquierda y a otros grupos es qué posición tomará respecto a las alianzas. Porque en esos sectores siguen pensando que la mejor forma de enfrentarse al PRI en varios estados en los comicios que vienen en en alianzas con el PAN, algo que también apoya en el blanquiazul, sobre todo Madero, pero que no vería mal Cordero. Pero si Cárdenas llega a la presidencia partidaria y se opone a ellas, esa opción se frustrará.
Así deshojan la margarita panistas y perredistas, con procesos internos que se definirán entre mayo (el 18 los panistas) y junio y que en realidad es una apuesta sobre su futuro, incluidos los comicios del 2015 donde, si la oposición se sigue fraccionando puede ser un paseo electoral para el priismo.
Jorge Fernández Menéndez