Marcos, de Chiapas para Cancún
Columna JFM

Marcos, de Chiapas para Cancún

La reapación pública del zapatismo, la creación de los caracoles y las juntas de buen gobierno, van entre otras cosas, de la mano con la movilización antiglobalización que se desarrollará en Cancún, durante la cumbre de la organización mundial de comercio. ¿Por qué el EZLN modificó su línea de trabajo, reemplazó los Aguascalientes por los caracoles, instauró las juntas de buen gobierno y dejó de colocar retenes y cobrar peaje en la zona de control? Por el desgaste que habían tenido sus comunidades, provocó deterioro en las condiciones de vida en muchas comunidades, divergencias internas, consolidación de grupos independientes, lo que provocó un debilitamientos de las propias estructuras del zapatismo.

La reaparición pública del zapatismo, la creación de los caracoles y las juntas de buen gobierno, van, entre otras cosas, de la mano con el movilización antiglobalización que se desarrollará en Cancún, durante la cumbre de la organización mundial de comercio a realizarse a mediados de septiembre. Por supuesto que lo que está ocurriendo en Chiapas va más allá de la cumbre de la OMC, pero ésta se relaciona íntimamente con algunas de las recientes decisiones zapatistas.

¿Por qué el EZLN modificó su línea de trabajo, reemplazó los Aguascalientes por los caracoles, instauró las juntas de buen gobierno y dejó de colocar retenes y cobrar peaje en ellos, en su zona de control?. En primer lugar por el fuerte desgaste que habían tenido sus comunidades en los últimos años, luego del zapatour y de instaurar la política de resistencia que les impedía recibir cualquier apoyo oficial a las comunidades zapatistas. El hecho es que eso provocó un deterioro de las condiciones de vida muy serio en muchas comunidades, un crecimiento constante de las divergencias internas, la consolidación de grupos independientes (que los zapatistas prefieren calificar como prisitas, aunque nada tengan que ver con el PRI o sean decididamente de izquierda) y todo eso llevó a un debilitamiento de las propias estructuras del zapatismo.

No es verdad, como se ha dicho que la nueva opción política del EZLN ha descartado la alternativa militar. En los hechos, la opción militar entendida ésta como un enfrentamiento armado con el Estado o las fuerzas armadas, está descartado desde los primeros días de enero del 94: pero el mantenimiento de la estructura militar del EZLN tiene otro objetivo, que es el control político (y en ocasiones militar) de las comunidades. Para evitar el desgaste, manteniendo el actual control, es que se creó la actual estructura de las juntas de buen gobierno (un término que, por cierto, no es originalmente zapatista, sino que, en la etapa actual, fue presentado, por primera vez, por el PAN, en su propuesta de ley indígena de 1997).

En todo esto han influido otros factores: la estructura que dejó Samuel Ruiz en la región ya no está operando, salvo casos muy específicos, con el zapatismo; en la organización político-militar se tuvo que recurrir a la incorporación de muchos jóvenes ante el desgaste de antiguos dirigentes; y el propio Marcos todo indica que quiere articularse políticamente de una forma diferente en la nueva ola que viene en la izquierda mundial, donde su mayor error sigue siendo una apuesta por el apoyo a la ETA que lo ha aislado de numerosos aliados internacionales. Por eso, la apertura de los caracoles era importante en el momento en que se dio (en la reunión de Oventic en la que llegaron a participar unas seis mil personas, había unos mil quinientos representantes de organizaciones internacionales y fueron extranjeros quienes coordinaron la logística y la seguridad), por eso no apareció Marcos (¿preservándose para Cancún?) y por eso mismo, la principal convocatoria que se hizo allí está relacionada con el encuentro de Cancún, una reunión que, como han dicho distintos dirigentes globalifóbicos puede marcar el destino internacional de ese movimiento. Y Marcos, ni duda cabe, quiere tener un lugar, y un lugar prominente, en ese futuro, más aún cuando nos aproximamos al décimo aniversario del levantamiento zapatista.

Ese es el contexto internacional en el que se ha dado la nueva vuelta de tuerca de la línea zapatista, pero ello también se enmarca en una situación nacional e internacional idóneas. En lo nacional, el foxismo perdió las elecciones de julio, el PRI se mantiene como el partido más importante en el escenario nacional y la posibilidad de que retome el poder en el 2006 no es descabellada. El zapatismo quiere recuperar fuerza y presencia porque ese escenario le sería favorable en una lógica de polarización política. Recordemos que en sus últimos escritos Marcos ha desestimado, casi por igual, al PAN, al PRI y al PRD. Desde su virtual zona liberada, quiere hacer crecer una propuesta alternativa que tenga una presencia propia en 2006, apostando al desgaste de los tres partidos tradicionales y al deterioro del foxismo.

En el ámbito local han sabido leer también el desgaste de la administración de Pablo Salazar Mendiguchia. Si el triunfo opositor, con la alianza del PRD y el PAN en torno a Pablo, fue un durísimo golpe para la legitimidad del propio movimiento zapatista en términos locales (como lo era el triunfo de Fox en el ámbito nacional), el desgaste que ha sufrido la administración de Salazar Mendiguchia comienza a ser utilizado también por el zapatismo. Pablo no ha podido articular una fuerza propia en el estado, hoy está distanciado tanto del PRD como del PAN, en el PRI obviamente no tiene respaldos y ese partido acaba de ganar prácticamente todos los distritos electorales del estado en la pasada elección y en los próximos comicios municipales se presume que el PRI prácticamente arrasará con la mayoría de ellos. El deterioro de la relación de Pablo con el propio zapatismo se reflejó en otros hechos: en la celebración del pasado primero de enero, todavía el gobierno estatal había apoyado la organización (y el financiamiento) de ese acto, movilizando gente y aportando recursos. En Oventic el gobierno estatal no participó en absoluto. Hay existe una distancia creciente y se ahondará en el futuro.

Sin embargo la propia estrategia zpatista en esos tres ámbitos: el internacional, el nacional y el local, tiene notables insuficiencias y puede correr distintos riesgos. En primer lugar, el zapatismo, en el ámbito nacional prácticamente ha dejado de ser un punto de referencia, salvo para sectores muy específicos. Delinear una estrategia propia desde una perspectiva nacional se percibe hoy como muy complejo. El propio nacimiento de Los Caracoles no tuvo la repercusión que se podría haber esperado. La administración Fox, por su parte, podría utilizar la nueva estrategia para plantear un curso diferente a los acontecimientos, impulsando en el congreso local la reglamentación de la nueva ley de derechos y cultura indígenas que le dé un marco legal a la "autonomía" de las comunidades indígenas, bajo un esquema de remunicipalización de la entidad (una idea que está pendiente desde 1998 por lo menos) imprescindible para darle viabilidad (y recursos) a los nuevos espacios autonómicos. Ello pondría a las juntas de buen gobierno en la disyuntiva de aceptar o no esos recursos. Recordemos que si bien hoy han dejado de cobrar el peaje o impuesto de paso que imponían en los retenes, siguen cobrando el llamado impuesto hermano, que es un cargo de 10 por ciento a todos los ingresos que se den en cada comunidad.

Pero el peligro mayor para esta estrategia es el intracomunitario. Las juntas de buen gobierno se presentan como integradoras y respetuosas de los otros sectores de cada comunidad pero el hecho es que en muchos caso, la mayoría, no representan al conjunto de esas comunidades. Lo que los zapatistas y sus propagandistas califican siempre como grupos paramilitares priistas son, en la enorme mayoría de las ocasiones, simplemente grupos de otras comunidades como la ARIC, que no aceptan la subordinación a la organización político-militar zapatista. Esa presión fue la que casi obligó a desmontar la anterior estructura cerrada y a abrirla en la lógica de las Juntas. Esa presión no ha desaparecido y podría propiciar no sólo actos de violencia intracomunitarios, sino una marcha atrás en la nueva política local del zapatismo. Por lo pronto, la primera quincena de septiembre será muy interesante para ver cómo evoluciona el discurso zapatista, qué sucede en la virtual zona liberada y cómo se relaciona todo ello con la cumbre globalifóbica en Cancún.

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