Si el gabinete, como decíamos ayer, demostraba en algunos de sus miembros falta de eficiencia y desencuentros internos, inexperiencia y errores de gestión, era inevitable que ello se tuviere que traducir en cambios en el equipo presidencial. Ayer hubo hechos inéditos: Víctor Lichtinger, Raúl Arriaga, secretario y subsecretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Ernesto Martens, titular de energía, fueron sustituidos por Alberto Cárdenas y Felipe Calderón Hinojosa.
Si el gabinete, como decíamos ayer, demostraba (y eso era asumido por el propio presidente Fox) en algunos de sus miembros de falta de eficiencia y desencuentros internos, inexperiencia y errores de gestión, era inevitable que ello se tuviera que traducir en cambios en el equipo presidencial.
Pero en otras ocasiones esos cambios no habían tenido una repercusión directa. Sí fue importante, por supuesto, la salida de Jorge Castañeda de la cancillería o la de Rodolfo Elizondo de Los Pinos para ir a la secretaría de Turismo, porque fueron movimientos que modificaron el equilibrio de fuerzas interno en el gobierno y propiciaron cambios en algunas estrategias sectoriales. Pero los anunciados ayer tienen otro sentido, modifican mucho más el perfil del gobierno y se realizaron no para marcar cambios en sectores sino en el conjunto de la estrategia del foxismo.
Hubo hechos inéditos: Víctor Lichtinger y Raúl Arriaga no fueron simplemente separados de sus cargos como secretario y subsecretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, fueron, dice el comunicado oficial, removidos de esa responsabilidad y no existe mención siquiera a un agradecimiento por su desempeño, como sí ocurrió con Ernesto Martens, el hasta ayer titular de Energía, al que se le hace un preciso reconocimiento.
Pero lo importante no es el cambio de funcionarios sino por quiénes fueron reemplazados y la insistencia en el texto que leyó Alfonso Durazo de que sus nombramientos se dieron porque cuentan con amplia experiencia política. Y es verdad: todos los movimientos tuvieron un alto contenido político y sobre todo uno, la designación de Felipe Calderón Hinojosa en Energía, es clave para comprender el futuro: se lo coloca en la carrera sucesoria, es el segundo aspirante serio, natural, que hay en el equipo presidencial, junto con el secretario de Gobernación, Santiago Creel. Este con una carrera mucho más andada en ese sentido, con mayor margen de poder pero también con mayor desgaste por su propia responsabilidad. Hoy Vicente Fox ya tiene dos cartas para jugar la sucesión, asumiendo que la señora Marta Sahagún honre su compromiso de no buscar esa posición.
Felipe Calderón es, para muchos panistas, algo así como la "esperanza blanca" de su futuro político: joven, con amplia experiencia, ex presidente del partido, con formación académica, con una esposa talentosa y con peso específico propio en su partido como Margarita Zavala, el hecho es que Felipe encaja naturalmente como un precandidato partidario y su designación era una de las más esperadas en el esquema presidencial. Santiago Creel, sin duda, está adelante en esa competencia que ya se inició y que tiene como meta el 2006, pero el dato clave es que ya no está sólo.
Pero Calderón no fue colocado en una posición sencilla: en Energía pueden nacer o morir las grandes reformas de este sexenio. Se requerirá de mucho talento político y de la colaboración de ambos competidores internos, de Creel y de Calderón, para sacarlas adelante. De lo que no cabe duda es que luego del bajo perfil que se le dio a Energía con Ernesto Martens, con Calderón esa secretaría se transforma, independientemente de sus responsabilidades específicas (que, justo es decirlo, Martens había cubierto con cierta eficiencia), en una cartera política por excelencia.
Pero la lectura de los cambios va más allá. En Semarnat, la salida de Lichtinger y Arriaga se debió, por una parte a las divergencias públicas y notorias entre ambos funcionarios, además de que la secretaría estuvo lejos de destacar en estos años por su trabajo. En realidad, la remoción se dio como una forma de sanción ejemplificadora para ambos funcionarios pero también para que ello sea una suerte de espejo en la que se reflejen otros que mantienen divergencias tan profundas como Lichtinger y Arriaga entre sí. Además, existen antecedentes de la profunda molestia que causó, por ejemplo, la intervención de Lichtinger en negociaciones legislativas de las que no era responsable y que causaron algo más que enojos, por ejemplo, en Gobernación.
En su lugar queda un ex gobernador que dejó bien su estado luego de un comienzo sumamente errático pero que es un mensaje para el alicaído panismo tapatío: Alberto Cárdenas, que estaba perdido en la comisión forestal siendo, como es, un hombre que podría aportar por lo menos mayor experiencia al equipo de trabajo presidencial. Cárdenas llega ahora a una de las posiciones que se estimó que podría ocupar al inicio del sexenio (aunque se pensaba que, en realidad, Cárdenas era, potencialmente, un mejor aspirante para posiciones como la secretario de Agricultura). Llega a Medio Ambiente y Recursos Naturales con la experiencia de la comisión forestal y puede ser, también, un buena opción para reforzar el equipo presidencial, y aunque Cárdenas no tiene el peso político de Calderón ni puede ser considerado seriamente como un precandidato presidencial, es infinitamente más experto que Lichtinger. Su desafío estará en la relación con los grupos ecologistas, que son, quizás, con los que menos trato ha tenido Cárdenas.
En lugar de Cárdenas quedó Manuel Reed Segovia, un especialista en temas de medio ambiente, sin, aparentemente, aspiraciones políticas públicas. Pero en la procuraduría federal de protección al medio ambiente, fue designado otro panista, José Luis Luege, líder de ese partido en el DF. Eso lo incorpora a una posición de gobierno, algo que Luege ambicionaba desde hace tiempo, pero también abre un espacio en el PAN del DF para los cambios que deben realizarse en ese partido luego de su estruendoso retroceso en las elecciones del seis de julio pasado.
Pero también es interesante el cambio que se efectuó en Banobras, la institución que dejó Felipe Calderón. Allí llegó el ex legislador y efímero vocero de Hacienda, Luis Pazos. Decíamos, cuando fue designado como vocero de Gil Díaz, que esa posición parecía pequeña para un hombre como Pazos pero que quizás era por el peso que quería darle el secretario de Hacienda a la misma. Ayer Pazos fue designado como director de Banobras donde se queda con un proyecto de relación con estados y municipios muy ambicioso que diseñó Calderón, con quien Pazos trabajó y bien, en la pasada legislatura.
Lo importante en todo caso es que el presidente, por lo menos en este aspecto, está siendo coherente con lo dicho el lunes pasado: apostó a la política (lo que no había querido hacer desde el inicio de su mandato) y en esta ocasión parece haber apostado bien. Los que ya no podrán quejarse son los panistas: ahora tienen ya no sólo unos o dos sino varias referencias en el gabinete de Vicente Fox. Si no hay comunicación será porque no quieren.
Es importante, también, analizar cómo, con la llegada de Calderón a la primera línea del gabinrte, se modifican las relaciones de poder en el propio PAN, donde Creel ahora tampoco estará solo. Calderón llega con uno de los nuevos secretarios, Alejandro Zapata Perogordo (su sucesor en San Lázaro) y próximamente, como lo adelantó la semana pasada Marcela Gómez Zalce y podemos confirmarlo plenamente ahora, con la incorporación de Juan Ignacio Zavala, actual cónsul en Filadelfia, a la nueva secretaría de comunicación del PAN. Zavala es, sin duda, el mejor comunicador que tiene el PAN y su experiencia provocará que vaya mucho más allá, en la operación, que lo que su responsabilidad especifica. Apueste usted que las otras dos secretarías de la nueva superestructura panista serán para personas cercanas a Creel.
Tres pérdidas
La muerte nunca llega sola. El domingo en la tarde falleció una mujer joven, talentosa, querida amiga de muchos de quienes trabajamos en los medios, María Elena de Castro, que había trabajado los últimos años en el área de prensa de Jesús Ortega. El lunes Eulalio González, El Piporro, ese extraordinario músico popular sin el cual no se comprendería la actual música norteña ("por mi raza hablará el Piporro", ha dicho Jaime López por ahí) fallecía en Monterrey. Y allí también el lunes falleció doña Florentina Sánchez de González, la madre de nuestro director general en el grupo Milenio, Francisco González. Particularmente para él y para su familia, y para los hijos de María Elena, un abrazo de todo corazón.