A las 11.31 horas Claudia Sheinbaum protestó su cargo como la primera presidenta de la historia de México. Ese solo hecho constituye un hecho trascendente. Verla en la tribuna de la cámara de diputados junto a una físicamente endeble Ifigenia Martínez, todo un símbolo, más allá de ideologías, de las luchas de las mujeres en la historia política del país, fue todo un mensaje. Una Ifigenia que hizo un gran esfuerzo para estar en la ceremonia y que apenas si pudo entregar la banda a la presidenta, la suya fue una imagen de cambio de época. Una tercera mujer estaba a la derecha de Claudia: Norma Piña, la presidenta de la Suprema Corte, que se saludó respetuosamente con la nueva presidenta y no queda más que imaginar cuánto nos hubiéramos ahorrado política y socialmente, si aquel 5 de febrero la presidenta de la Corte se hubiera simplemente parado en la presentación de López Obrador en el teatro de la república en Querétaro.
En San Lázaro y en el Zócalo hubo mucha emotividad, pero no hubo sorpresas: la idea de transformación con cambio que enarboló en la campaña lo reiteró la presidenta Sheinbaum en su toma de posesión. Sin crítica alguna al gobierno que concluye, como era previsible, y mirando, me parece que todavía demasiado, al pasado lejano, lo que resultaba innecesario.
Hubo mucha continuidad, pero también matices importantes en varios temas, entre ellos la energía, las inversiones privadas, nacionales y extranjeras, las fuentes de energía renovables, el tratamiento del agua.
En el capítulo de la seguridad, una de las que mayores cambios tendrá respecto a la administración saliente, no hubo ni una palabra sobre los muertos y desaparecidos, tampoco sobre el fracaso de la estrategia de abrazos y no balazos, pero sí, como decíamos ayer, señalando cuatro ejes que marcarán la nueva estrategia: atender las causas de la inseguridad (lo que tiene que ir mucho más allá de los apoyos sociales a los jóvenes y debe llegar a las causas de fondo, incluyendo la creciente cultura de la criminalidad y la ruptura del tejido social); la inteligencia e investigación, que tendrán una verdadera transformación en formas y fondos, en mandos e instituciones; el papel de la Guardia Nacional (que destacó que no implica una militarización del país, en lo que tiene toda la razón), que tendrá un despliegue mucho más intenso que en la actualidad con la construcción de 32 unidades estatales homologadas; la coordinación entre las dependencias federales con estados, municipios y fiscalías, destacando que la autonomía de las fiscalías, federal y locales, no significa que no se coordinen y participen en las juntas de judicialización, un mensaje que tiene destinatario. Los ejes serán la coordinación y, dijo Sheinbaum, habrá cero impunidad: hoy es cercana al 96 por ciento de los delitos que se cometen.
Habrá mucha esfuerzo, dijo, en el ámbito de la construcción: un millón de viviendas sobre todo para los jóvenes (para lo que se utilizarán fondos que están hoy en Infonavit y en el Fovisste). En el ámbito de la infraestructura, dice que se construirá el doble de vías férreas que en la pasada administración: habrá trenes desde la CDMX a Pachuca, a Nuevo Laredo, a Nogales, a Veracruz y se ampliará el tren maya a la frontera con Guatemala y a Puerto Progreso, en Yucatán.
En la parte económica sostuvo que se mantendrá la disciplina fiscal y la autonomía del Banco de México, defendió la reforma del poder judicial, con mucha convicción, pero pocas razones, pero sobre todo insistió en dos cosas: el respeto irrestricto a la libertad y el compromiso de gobernar para todas y todos.
Apuntes finales. La seguridad personal de la presidenta: me asombró el desorden en la salida de su casa, y en el palacio legislativo de San Lázaro, un desorden impuesto por los propios legisladores convertidos en fans del ahora ex presidente y de la nueva mandataria; la figura emblemática de Ifigenia Martínez; una cadena nacional mal producida, con tomas lejanas (por ejemplo en la propia transmisión el mando, en el momento de la entrega de la banda presidencial) y sin mostrar, durante la ceremonia, a los invitados internacionales; en el Zócalo hubo demasiada escenografía ya vista. En San Lázaro no hay que ignorar el mensaje que dirigió a Estados Unidos, calificado como nuestro socio estratégico.
Pero lo trascendente, ya lo dijimos, más allá de unos discursos con mucha más continuidad que cambio, es que una mujer, Claudia Sheinbaum, es desde ayer la primera presidenta de México. A partir de hoy el género estará condicionado a los resultados. Lo único que cabe es desearle el mayor éxito posible porque del mismo dependerá la posible prosperidad futura de nuestra sociedad.
Y finalmente una frase que quedará para el recuerdo: “soy madre, abuela, científica y mujer de fe. Y a partir de hoy, por voluntad del pueblo de México, la presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos”. Le deseamos lo mejor.
El CdeS en CDMX
Fue detenido por elementos de la secretaría de seguridad y las fiscalías capitalina y del estado de México, el que es considerado el autor intelectual del asesinato del jefe de inteligencia de la secretaría de seguridad capitalina, Milton Morales. Es un sujeto apodado el Racafa, líder de un grupo llamado Nuevo Imperio, íntimamente relacionado con el cártel de Sinaloa. No es un tema menor, es una demostración de cómo le duele a los grupos criminales los golpes que reciben de las autoridades cuando éstos se aplican en forma sistemática y contundente. Y al mismo tiempo demuestra a lo que están dispuestos a llegar los criminales para conservar sus espacios de poder.