La reunión de la Comisión Política del PRI se encuentra en medio de un largo vuelo internacional, no sabemos cuál será la decisión final del priismo respecto a la salida de Elba Esther Gordillo de la bancada del PRI. A fin de noviembre un grupo de encuestadoras internacionales aplicaron un cuestionario a diez países en los que participaron México, Alemania, Francia, España, Italia, Inglaterra, Rusia, Estados Unidos, Canadá y Japón para identificar cuales son las mayores preocupaciones de cada una de esas sociedades. Para nuestra gente la mayor preocupación es el desempleo, la delincuencia, la violencia, la pobreza, la desigualdad, la corrupción, la migración y el terrorismo.
La reunión de la Comisión Política del PRI me encuentra en medio de un largo vuelo internacional, por lo tanto, al momento de escribir estas líneas no sabemos cuál será la decisión final del priismo respecto a la telenovela que se ha construido en torno a la salida de Elba Esther Gordillo de la bancada del PRI, pero sí podemos saber perfectamente qué será lo que no se debe haber debatido entre los priistas la noche de ayer: la realidad del país, las exigencias de la gente, lo que realmente importa no estará en un lucha que se basa, sólo, en la búsqueda de espacios de poder interno.
A fin de noviembre un grupo de encuestadoras internacionales aplicaron un mismo cuestionario a diez países (además de México participaron Alemania, Francia, España, Italia, Inglaterra, Rusia, Estados Unidos, Canadá y Japón) para identificar cuáles son las mayores preocupaciones de cada una de esas sociedades, en México se encargó de esa encuesta la empresa Bimsa y los resultados son contundentes, incluso en la comparación de México con otras naciones. Para nuestra gente la mayor preocupación es el desempleo, el 72 por ciento de los mexicanos creen que ese es el principal problema del país mientras que para el resto de los países encuestados esa preocupación apenas llega al 43 por ciento; la delincuencia y la violencia preocupa al 57 por ciento de los mexicanos, mientras que en promedio para los demás países encuestados apenas es motivo de preocupación para 37 por ciento. En nuestro caso la pobreza y la desigualdad social es motivo de preocupación para la mitad de los encuestados, en los otros países apenas para el 26 por ciento. En corrupción nuestro porcentaje llega al 35 por ciento, en los otros países al 21. Es verdad que estamos mucho mejor en otros ámbitos como la preocupación por el terrorismo o por el control de migración, pero no deja de ser significativo que los índices sean de prácticamente dos a uno en temas como el desempleo, la delincuencia , la pobreza, la desigualdad y la corrupción.
Ahí está el diseño de cualquier programa actual y futuro de gobierno, en atacar esos temas: los ingresos, el trabajo, la seguridad pública, la pobreza y la corrupción. Eso es lo sobre lo que se debe trabajar. Preguntémonos quiénes están proponiendo hoy atacar esos temas desde el gobierno o desde el congreso, desde el oficialismo o desde las oposiciones y veremos que todos hablan, pero ninguno propone trabajar en posiciones concretas sobre ellos.
Vamos al congreso. El actual periodo ordinario comenzó el primero de septiembre pasado. Desde entonces hemos tenido intensos debates por el intento de desafuero del senador Ricardo Aldana, por la distribución de las comisiones en el congreso, por la operación del coordinador parlamentario del PAN, Francisco Barrio Terrazas, por la elección de los consejeros del IFE y en las últimas semanas por la iniciativa fiscal aunque en realidad se han discutido sólo algunos aspectos de ésta, pero en los hechos no ha habido un debate integral sobre el tema, y claro, desde hace dos semanas sólo se habla sobre quién controlará la fracción parlamentaria del PRI, aunque ello no se base en la línea a seguir sino, solamente, en la lógica interna de poder de ese partido. Es verdad que el jueves pasado se discutió y votó, en un debate que duró más de dos años, la ley de desarrollo social que hace aportes importantes en ese ámbito, pero quisiera saber qué propuestas concretas votaron los legisladores por encima de partidos e ideologías para activar el empleo, para combatir la delincuencia, para disminuir la corrupción o disminuir la pobreza. No ha habido, salvo la ley citada, ninguna propuesta significativa en ese sentido.
Se podrá decir, con razón, que en última instancia también el debate presupuestal forma parte de esa lógica, pero es una verdad a medias, porque lo que hemos analizado hasta ahora es la lucha por el poder y como se dijo la semana pasada en la convención del mercado de valores, "la imposibilidad política" de adoptar una u otra medida independientemente de sus posibilidades o beneficios.
Claro que el Congreso no es el único responsable: los legisladores pueden estar en esta situación de virtual parálisis (misma que se arrastra ya desde hace más de seis años, desde las elecciones de 1997) porque la administración Fox ha rechazado, de hecho, el operar sobre políticas públicas que trabajen sobre esos capítulos de la vida nacional y ha terminado dependiendo, para bien o para mal, de la misma agenda de los partidos y los grupos parlamentarios, o sea de una agenda político-partidista alejada de las necesidades reales de la gente.
Esa historia es la misma desde el comienzo de la administración: en sus primeros días de gobierno, del que ayer se cumplieron tres años, el presidente Fox prefirió apostar su capital político a la fallida pacificación chiapaneca y los primeros seis meses de gobierno se perdieron con el zapatour y el debate de la ley indígena en lugar de haber apostado por las reformas fundamentales que eran, entonces, las mismas que ahora (la única diferencia era el temor por el desempleo, menor en esas fechas, porque cuando Fox inició su gobierno la economía estaba creciendo por encima del siete por ciento anual y ahora el crecimiento es prácticamente cero). No hubo y no hay una política de gobierno basada en políticas públicas concretas, específicas y de largo alcance para esos temas. Si el gobierno federal no se aplica en ello y deja la impresión, así lo ha entendido todo el mundo, de que para poder aplicar esas políticas públicas necesita de las reformas que apruebe el congreso (sin especificar también con toda claridad cuáles deben ser esas reformas en la forma y en el fondo), queda, en los hechos, el propio gobierno federal atado a las vicisitudes de la vida parlamentaria y de la lucha de poder de los partidos. Y en lugar de desprenderse de ella, se convierte en su rehén y todo el mecanismo de gobierno termina paralizándose y enredándose en su propia lógica de poder alejada de la gente.
Nada de esto se ha debatido en la lucha interna del priismo, nada de esto se debate en el congreso, nada de esto es parte de la lucha política y los acuerdos entre los partidos. Ese es el problema y ello no se solucionará quitando o dejando a Gordillo en la coordinación parlamentaria de los priistas en la cámara de diputados.
La propuesta absurda del PRD
Durante toda la semana pasada el perredismo estuvo anunciando que presentaría una propuesta fiscal. Lo hizo el domingo y lo mejor que se puede decir de ella es, como lo sostuvo Carlos Slim cuando aún no estaba terminada, que "es bastante malita". Yo diría más, no sólo es "malita", es demagógica y contraproducente. El perredismo asegura que puede recaudar 90 mil millones de pesos más con su propuesta y no creo que haya un solo analista financiero serio que pueda respaldar, con esta propuesta, esas cifras. Todo lo que propone es electoral: tasa cero a alimentos y medicinas, mantener el régimen de exentos, no cambiar los pagares Fobaproa (con lo cual los hará más costosos aún), exentar del ISR a todos aquellos que ganen menos de 8 mil pesos mensuales (¿porqué?¿no se supone que en la medida de nuestras posibilidades todos tenemos que asumir el compromiso de pagar impuestos?: quien gana ocho mil pesos mensuales no es rico pero tampoco está en la pobreza absoluta, cualquier lógica indicaría un impuesto bajo, quizás muy bajo pero progresivo, para impulsar la cultura fiscal, no para concebirla como un castigo), propone que un tercio de los ingresos petroleros se destinen exclusivamente a labores internas de Pemex y uno se pregunta de dónde sacarán esos 90 mil millones de pesos, porque no sólo no considera ningún ingreso adicional sino que termina dejando fuera de ellos a sectores amplísimos de la económica, porque, como debe ser, tampoco propone ninguna medida concreta para involucrar dentro de la economía formal a los millones que trabajan en la informalidad. Lamentable, de verdad, la propuesta fiscal del PRD. Y lo preocupante no es eso, sino que estamos hablando de un partido con serias posibilidades de impulsar a un candidato a la presidencia de la república en el 2006. Sólo como pregunta: ¿no leyeron cuál es la propuesta fiscal, por ejemplo, de Lula en Brasil o de Ricardo Lagos en Chile?¿en qué se parece este absurdo perredista a los programas que diseñaron esos gobiernos de corte socialdemócrata y en el caso de Lula abiertamente de izquierda?