El gobierno federal ha comenzado a tratar de reconstruir su estrategia y son muchos los que parecieran estar apostando por la lógica del endurecimiento y la recuperación de aliados tradicionales. Pareciera que vamos hacia un gobierno más conservador, que busca recuperar sus votos y aliados duros. El presidente Fox dijo que su gabinete está funcionando de ?maravilla? y que no hará cambios, se quejó de las limitaciones que le aplicó el congreso con la demanda de recortes presupuestales.
Los saldos de la batalla legislativa del año pasado apenas se comienzan a pagar. El gobierno federal, luego de sus largas vacaciones decembrinas, ha comenzado a tratar de reconstruir su estrategia y son muchos los que parecieran estar apostando por la lógica del endurecimiento y la recuperación de los aliados tradicionales. Pareciera que vamos con mucha más claridad que antes hacia un gobierno conservador, con menos matices y que busca recuperar sus votos y aliados duros.
Las declaraciones del presidente Fox sobre el tema dejan poco lugar a dudas: primero, dijo que su gabinete está funcionando de "maravilla" y que no hará cambios, luego se quejó de las limitaciones que le aplicó el congreso con la demanda de recortes presupuestales, y ayer dijo, en una desafortunada metáfora, que el gobierno "había ido por lana al congreso y había terminado trasquilado" (cuando, en realidad, es el gobierno federal el que está gastando en exceso en su propia burocracia, como lo documentó ayer con precisión un reportaje de Gina Morett sobre el crecimiento de la superestructura de la administración federal, de forma tal que el gasto corriente en el gobierno central ha crecido en tres años en más de 147 mil millones de pesos). Pero en este endurecimiento gubernamental, la recomposición en el PAN es clave: por eso el gobierno quiere incorporar al comité nacional del partido en el poder a personajes como Marta Sahagún de Fox o Santiago Creel que hoy están fuera de él. En este año, el PAN sabe que será difícil ganar elecciones y que sólo le queda pagar costos y tratar de recomponer fuerza de cara al 2005 y el 2006. Pasado el ciclo electoral no sería nada descabellado de que el periodo de Luis Felipe Bravo Mena se acortara para permitir esa recomposición antes de que se entre de lleno a la lucha por el poder en el 2006. Y en ese sentido, tampoco debería descartarse la posibilidad de que lleguen a la dirigencia del PAN sectores más duros que los actuales.
Al mismo tiempo, la administración Fox ha decidido apostar a algunos de sus aliados tradicionales: la iglesia y la recomposición de la relación con Estados Unidos. Con la iglesia católica, la oficialización de la exoneración del cardenal Juan Sandoval Iñiguez, la carta de sus 141 diputados pidiendo reabrir la investigación del asesinato del cardenal Posadas Ocampo y hasta la nueva exhibición de poder de José María Guardia, el zar de los casinos (con todo y sus cuestionables relaciones con distintos grupos de poder de todo tipo, en la iglesia, en el PAN y en el viejo PRI), quien asegura que pese a todas las irregularidades detectadas se le regresaron los permisos para operar su galgódromo y sus casas de apuestas, se relaciona con cambios de discurso tan importantes como el del cardenal Norberto Rivera, que reprochó al congreso el no haber aprobado la reforma fiscal tal como la había propuesto el gobierno federal. O ahí está la visita del nuncio Giuseppe Bertello y del nuevo cardenal Javier Lozano al presidente Fox, visita que se había mantenido en suspenso durante varias semanas y que ahora se agilizó para que prácticamente inaugurara el año político del presidente Fox.
Y es que lo que suceda en los acuerdos pendientes entre la iglesia y el gobierno federal en este 2004 será decisivo: no sólo por la reunión en Guadalajara, la más importante de la iglesia en este año, sino incluso hasta por la aún remota posibilidad de que el papa Juan Pablo II, si la salud se lo permite, regrese en esa oportunidad a México. Por eso vendrá una fuerte presión de la iglesia a la que el gobierno federal será receptivo y en ese contexto no es nada descabellado que se vaya desde la reapertura del caso Posadas (una reapertura, por supuesto, a gusto de los hombres de la iglesia, en la que se deslinde de cualquier posible relación con el narcotráfico a sus principales hombres y se vaya hacia un asesinato político que permita convertir en mártir al cardenal Posadas y con ello avanzar en la pretendida beatificación del malogrado cardenal) hasta dejar en el tintero cualquier ley o reglamentación que no cuente con su visto bueno (y aseguran que por ello, para no quedar aislado y mostrando un exceso de pragmatismo, López Obrador echó para atrás la ley de convivencia que él mismo se había comprometido en sacar en esta legislatura).
El presidente Fox quiere contar con el apoyo de la iglesia en esta segunda mitad de su mandato y pareciera que el gobierno está dispuesto a cumplirle ahora a la iglesia los compromisos que se asumieron antes de las elecciones del 2000 y que luego, en muchos casos, quedaron en el tintero. Pero si es así tendremos un gobierno, en los próximos tres años, mucho más conservador que el actual.
Y ello va de la mano con la decisión de recomponer a cómo dé lugar la relación con Estados Unidos. Si el año pasado, el despido de Adolfo Aguilar Zinser de la representación de México en la ONU había sido un aviso, lo sucedido en los últimos días no deja lugar a dudas. El presidente Fox quiere restablecer la relación con George Bush alineándose a la política de la Casa Blanca. La posición adoptada ante la alerta de seguridad en estos días, el seguimiento acrítico a los excesos que se cometen en ese proceso (el presidente Fox se ha limitado a pedir una disculpa por las molestias provocadas por esos operativos), la iniciativa migratoria que presentará en las próximas horas el presidente Bush y que tendrá pleno apoyo de la administración Fox (a pesar de que fue una propuesta que en su momento la misma administración Fox rechazó cuando era canciller Jorge Castañeda, considerándola insuficiente), la visita de Bush a Monterrey en los próximos días, la decisión que ya habría adoptado la secretaría de Agricultura (en cuanto reapareció el titular de la dependencia, Javier Usabiaga, que se tomó unas largas vacaciones) de levantar el veto a la importación de carne estadounidense proveniente de Estados Unidos, luego de que se había suspendido esa importación por el caso de las vacas locas, localizado a fin de año cerca de Seattle, son todas demostraciones de que la administración apostará con todo a esa recomposición de la relación. Incluso el presidente Fox dedicará su atención personal y sus viajes al exterior, sobre todo, a atender ese requerimiento. Y ello implicará también, en un año electoral en Estados Unidos, cuando el presidente Bush se juega la reelección, que la administración Fox apostará con todo por el actual mandatario, como ya lo hizo en California apoyando la elección de Arnold Schwarzenegger.
Ello tendrá costos y alejará a los pocos aliados que le quedan al gobierno de aquel caudaloso voto útil del año 2000. Pero en el foxismo consideran que ese voto útil ya se perdió desde las elecciones del año pasado y ahora lo que apuestan a recuperar es el voto duro, las alianzas con los ámbitos de poder básicos que se fraguaron en la pasada elección presidencial y que luego fueron diluyéndose. Y se apostará en esos tres ámbitos: la reconstrucción de la relación del gobierno con el PAN (que incluye, además de los movimientos en su dirección, la salida de muchos priistas o considerados como tales, que pudieran permanecer en estructuras de gobierno), la recomposición de la relación con Estados Unidos y el establecimiento de una sólida alianza con la iglesia. En el gobierno federal algunos de sus principales hombres y mujeres saben que esa estrategia no les dará votos en este 2004 pero apuestan a que le permitirá reposicionarse de cara al final del sexenio.
El precandidato Jackson
El líder del senado, Enrique Jackson, supo aprovechar la visita de su homólogo estadounidense Bill Frist y al mismo tiempo que respaldó ampliamente las medidas de colaboración antiterrorista con Estados Unidos, también pidió (lo que el gobierno federal se niega a hacer) el respeto a la dignidad de los viajeros nacionales en esos operativos. El mensaje fue para el Capitolio, en Washington, pero sobre todo para el mercado interno: no lo dude, Jackson entrará este año en la carrera por la candidatura del PRI para el 2006.