¿Alguien puede asombrarse de lo sucedido con Jorge Emilio González Martínez, en el ya famoso video donde se ofrece un soborno de dos millones de dólares por obtener el permiso para dos construcciones en la zona de Cancún? La verdad es que ésta ha sido la norma que ha marcado la historia del partido, convertido en uno de los mejores negocios políticos del país. Es la historia de una organización que nació corrompida como parte de un acuerdo político de distintos grupos de poder. Por supuesto que en el partido verde militan hombres y mujeres, sobre todo jóvenes, con indudable talento político y con las mejores intenciones, pero es lamentable que acepten ese tipo de liderazgo o que muchas de las mejores posiciones partidarias terminen en manos de personajes que nada tienen que ver con el ecologismo.
¿Alguien puede asombrarse de lo sucedido con Jorge Emilio González Martínez, en el ya famoso video donde se le ofrece un soborno de dos millones de dólares por obtener el permiso para dos construcciones en la zona de Cancún, gobernada por un presidente municipal del PVEM, Juan Ignacio García Zalvidea? La verdad es que, de una u otra forma, ésta ha sido la norma que ha marcado la historia de este partido, convertido en uno de los mejores negocios políticos de nuestro país. Por supuesto que en el partido verde militan hombres y mujeres, sobre todo jóvenes, que lo hacen con las mejores intenciones y algunos de ellos con indudable talento político, pero es lamentable que terminen aceptando ese tipo de liderazgo o que muchas de las mejores posiciones partidarias, comenzando por los puestos de elección terminen en manos de personajes que nada tienen que ver con el ecologismo (¿qué mejor ejemplo que el propio González Martínez o su amigo Jorge Kawaghi?).
Dicen que origen es destino. Y en el origen del partido verde está marcado todo su desarrollo. El partido verde (originalmente partido ecologista) nace después de las elecciones del 88, como parte de una estrategia de crear un partido atractivo para sectores progresistas que no se sentían representados por el cardenismo y la idea original surge del entonces departamento del Distrito Federal, encabezado entonces por Manuel Camacho Solís, en una relación que su fundador, el hasta ese momento militante priísta, Jorge González Torres, mantuvo durante varios años…hasta que buscó un mejor postor para su franquicia.
Cuando se decidió crear al partido, se dio la orden de darle una ayuda sustancial desde el poder con sus asambleas para obtener el registro. Lo que sucedió fue que pese a la oposición de la mayoría de las organizaciones ecologistas de entonces, un buen grupo de auténticos "verdes" sí se integró a ese partido y conformó fuertes agrupaciones en el DF, el estado de México y Morelos (y en la juventud verde), que no respondían a González Torres. Cuando se dieron las elecciones del 91, en esas tres entidades, el partido ecologista obtuvo una votación sorprendente: llegó a superar en la capital del país el 5 por ciento de los votos, lo que le permitía tener un grupo legislativo propio en la entonces naciente asamblea legislativa del DF.
Pero la misma noche de la elección, González Torres llegó a las oficinas del IFE (que entonces no era, como ahora, autónomo) donde había instalado sus oficinas ese domingo el secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios. Allí González Torres hizo una en apariencia extraña negociación: aceptó resignar el grupo parlamentario de su partido en la ALDF y perder el registro, pero pidió que se le permitiera expulsar a toda la directiva del partido en el DF, el estado de México, en Morelos, y en el frente juvenil del partido, donde se habían obtenido más del 85 por ciento de los votos por el ecologista. El golpe no demoró nada: a la mañana siguiente, toda esa corriente, que encabezaba Gabriel Sánchez Díaz en el DF, fue expulsada del partido, aunque ello significara la mayoría de sus militantes y votos.
Pero la negociación tenía otra faceta: el ecologista perdería el registro pero el gobierno, con el apoyo operativo de la secretaría de gobernación y el político del camachismo, generaría un nuevo partido, que ya nacería con el nombre añadido de Verde. El gobierno operó para que cumpliera con creces sus objetivos y el Verde, ya sin oposición interna a González Torres, volvió a la lid. A lo largo de estos años cambió muchas veces de propuestas y de aliados: se acercó al grupo San Angel, hizo legisladores en su momento a Marcelo Ebrard y a Adolfo Aguilar Zinser, que rápido se declararon independientes; luego llegaron a un acuerdo con la administración Zedillo para dejar pasar el tema Fobaproa a cambio de que se realizara una reforma constitucional que le permitiera a Jorge Emilio González ser senador y líder del partido, pero cuando llegó el 2000 se aliaron con Vicente Fox y el PAN. Pasada la elección no les dieron lo que querían: la secretaría del medio ambiente y rompieron, en aquel recordado discurso de Jorge Emilio en la ceremonia previa al primer informe de Vicente Fox, con el foxismo para llegar en pocos meses a un acuerdo con el PRI.
Ahí el acuerdo original fue con Elba Esther Gordillo, pero muy rápido, cuando vino la confrontación de ésta con Roberto Madrazo, tomaron la vía pragmática de apoyar a quien le conviniera de acuerdo al momento. Así han apoyado las candidaturas de Juan Ignacio García Zalvidea para la presidencia municipal de Benito Juárez, el municipio donde se encuentra Cancún, gozando del apoyo de muchos partidarios del ex gobernador Mario Villanueva; incorporaron a sus listas de diputados a destacados sindicalistas del SNTE y de otras organizaciones que nada tienen que ver con el ecologismo, nombrando coordinador de sus diputados a un boxeador sin experiencia política alguna, y ahora en Oaxaca, anunciaron que en lugar de apoyar la alianza opositora irán con el candidato de José Murat, Ulises Ruiz, que es uno de los principales adversarios de la propia Elba Esther Gordillo que los apoyó durante años. La lista podría continuar en forma casi indefinida. Quizás lo único que no aceptaron en los últimos tiempos fue apoyar la candidatura de Jorge Hank Rhon porque, definitivamente, se vería demasiado mal que los ecologistas apoyaran al propietario de un galgódromo, que gusta de las pieles y de la cacería.
Esa es la historia resumida de una organización que no se corrompió en el camino, como ha ocurrido con otras similares en otros países del mundo, sino que nació corrompida, como parte de un acuerdo político de distintos grupos de poder.
La explicación que ofreció el senador González Martínez sobre lo sucedido con el video si no fuera trágica sería cómica. Argumentar que siguió con el juego del soborno porque quiso "chamaquear" a los presuntos sobornadores y terminó "chamaqueado" por éstos, es por lo menos ridículo. El hijo de González Torres, dirigente nacional de un partido político, senador y cabeza de un importante grupo parlamentario, no puede, como dijo, argumentar que fue ingenuo. Nadie puede serlo tanto, y si realmente se trata de eso, de ingenuidad, lo menos que podría hacer el Niño Verde es dejar esos cargos a alguno de los militantes de su partido con mejor imagen y mayor inteligencia. Evidentemente no lo hará, porque en el negocio familiar, el liderazgo del partido es una piedra angular que no se puede resignar, pero el video que todos hemos visto no deja espacio para la duda: no se trata ni de una confusión ni de una simple "chamaqueo". Lo que existió fue, simplemente, un intento de soborno alegremente aceptado con un lenguaje florido.
Lástima, porque la causa ecologista quizás es una de las de mayor futuro y una necesidad social inobjetable. Lástima también porque en el propio partido verde hay gente valiosa y con talento, que puede aportar mucho a la política y al país. El problema es que el Verde no defiende ninguna de esas causas, que no tiene ni siquiera un sólida agenda legislativa de carácter ecologista y toda su estructura está diseñada para defender los intereses de un grupo cerrado y cuasi familiar, y ellos están, diariamente, viendo como utilizan su capital político y económico para ampliar sus propios espacios de poder. Quizás es legítimo, el único problema es que buena parte de esos recursos provienen de fondos públicos que aportamos todos nosotros con nuestros impuestos.