¿Qué van a decir ahora?
Columna JFM

¿Qué van a decir ahora?

Se cansaron de hablar de la marcha de la ultraderecha, de la manipulación de los medios, de la ?psicosis colectiva de inseguridad?, hablaron de tantas estupideces que es difícil resumirlas en unas pocas palabras. ¿Qué van a decir ahora?. Porque no hay respuesta más terrible para la intolerancia y el sectarismo, para la descalificación de la gente, que ver a cientos de miles de personas manifestándose sin que nadie las acarree, sin compromisos clientelares, sin pase de lista.

Se cansaron de hablar de la marcha de la ultraderecha, de la manipulación de los medios, de la "psicosis colectiva de inseguridad" (Bernardo Batiz dixit), hablaron de tantas estupideces que es difícil resumirlas en unas pocas palabras. ¿Qué van a decir ahora? Porque no hay respuesta más terrible para la intolerancia y el sectarismo, para la descalificación y la subestimación de la gente, que ver en la calle a cientos de miles de personas manifestándose sin que nadie la acarree, sin compromisos clientelares, sin el premio de un día de salario, unos pants, una torta o un frutsi, sin pase de lista. Cómo se deben haber asustado esos funcionarios que subestiman a la gente y hablan de complots y conjuras cuando vieron a miles y miles de personas llenando las calles que creen que son sólo suyas, cuando veían que los primeros contingentes de la marcha contra la inseguridad y los secuestros ingresaban al Zócalo mientras que la retaguardia de la misma apenas se agrupaba en el Auditorio Nacional. Estamos hablando de más de 10 kilómetros de una serpiente de manifestantes que ocupaba calles y banquetas, en su enorme mayoría vestidos de blanco que acudió a protestar ayer contra la inseguridad sin ser parte de ningún rebaño partidario o gubernamental. Me tocó estar a mitad de la manifestación de ayer y cuando estaban cantando el himno a la una de la tarde en punto en el Zócalo capitalino apenas si quienes íbamos en la mitad, estaba entrando en avenida Juárez. Una manifestación ciudadana, cívica, masiva, con la gente determinada a decir ya basta: ¿lo entenderán nuestros políticos y funcionarios?¿lo comprenderán aquellos apologistas del complot y la manipulación de la ultraderecha?

¿Qué van, que pueden decir ahora? Me dio pena ajena escuchar ayer al jefe de gobierno capitalino en su habitual conferencia de prensa: negándose a contestar preguntas sobre la marcha, sobre la seguridad pública, haciendo el ridículo al hablar esa mañana de los espectaculares en el Periférico que quitarán "en lo que resta del año" para evitar "la contaminación visual", como si se tratara de un día más de una administración anodina. ¿Tanta puede ser la arrogancia, la insensibilidad como para no poder reconocer la realidad, como para no admitir que, por lo menos, se equivocó? Me dio pena ajena la secretaría de seguridad pública capitalina no queriendo dar su versión sobre el número de manifestantes: hablaron a las 10 de la mañana de 50 mil y no volvieron a presentar cifra alguna, cuando la cantidad de manifestantes probablemente fue, por lo menos, diez veces superior. Me dio pena ajena leer en la mañana de este domingo al procurador Bátiz decir, mintiendo sin siquiera sonrojarse, que la ciudad de México es tan segura como Madrid, Tokio o Nueva York. ¿En qué ciudad viven?

¿Qué van a decir ahora todos los que hablaban de la ultraderecha o la manipulación partidaria o mediática? La de ayer no fue una manifestación partidaria pero fue una de las manifestaciones de mayor contenido político que hemos visto en años, pero no porque estuvieran involucrados allí los partidos, sino más bien al contrario, porque la ciudadanía asumió como suyas estas demandas que trascienden y cruzan a todos los partidos, porque no dejó en manos de éstos la solución a una exigencia que los partidos y los gobiernos, una y otra vez, desecharon, ignoraron, dejaron de lado. Todos los que hablaron de la manipulación y la ultraderecha se equivocaron y ojalá algún día lo reconozcan. El dato es fácil de comprobar: ni el PRD, ni el PRI, ni el PAN ni los tres juntos, pueden juntar con sus convocatorias tanta gente en la ciudad de México como la que participó ayer en esta marcha. Seguir hablando de manipulación, o peor aún, ignorarla como hizo ayer el jefe de gobierno capitalino, es quedarse encerrados en su propia soberbia.

¿Qué van a hacer ahora? Ahí están, ya se divulgaron, ya los tienen en sus manos, ya las conocen, un paquete de 80 propuestas concretas para luchar contra la inseguridad y los secuestros que les presentaron las organizaciones que convocaron a la marcha de ayer. Ni una sola de esas propuestas puede ser calificada como ultra, como conservadora, como regresiva, como violatoria de los derechos individuales o humanos de la ciudadanía. Son propuestas concretas, muchas de las cuales se podrían aplicar sin mayores problemas desde hoy mismo y otras podrían salir en unas pocas semanas si simplemente existiera voluntad política para hacerlo. ¿Es tan difícil controlar el accionar de los ministerios públicos y las policías?¿establecer penas ejemplares para el ministerio público que otorgue libertad caucional a presuntos responsables sin verificar previamente si se trata de reincidentes o habituales o si existen órdenes de aprehensión en contra de esas personas?¿qué se establezca que cuando se demuestre mediante juicio que en un proceso penal se dieron actos de corrupción que pudieran haber influido en la sentencia, ésta sea invalidada?¿institucionalizar y unificar las corporaciones policiacas, dignificando la actividad y estableciendo estrictos controles sobre la actuación de los policías?¿establecer mecanismos de cooperación claros que obliguen a la persecución de los delincuentes que actúan en una entidad cuando se internen en otra?¿tan complejo es establecer normas de control para que se sepa quiénes son los propietarios de un teléfono celular?¿colocar bloqueadores de celulares en todos los penales del país?¿tipificar como delincuencia organizada el secuestro realizado por dos o más personas independientemente del número de secuestros anteriores que hayan realizado?¿organizar equipos de ministerios públicos especializados en el delito de secuestro?¿obligar a las empresas intermediarias en los secuestros a informar en un máximo de 72 horas posteriores a la liberación de la víctima o la localización de su cadáver que se efectuó un secuestro?¿homologar las penas por el secuestro express con el secuestro y homologar ese delito en todos los códigos penales del país? Son muchas más las propuestas presentadas, pero quisiera saber cuál es la dificultad que encuentran autoridades y legisladores para darle luz verde a éstas, entre otras demandas que son más de sentido común que de alta especialización legislativa, jurídica o de seguridad.

¿Qué van a hacer ahora? Las propuestas que pueden aplicarse inmediatamente sin reforma legal alguna ahí están, catalogadas, explicadas, consensuadas. Las autoridades federales y las del DF y el área metropolitana no tienen excusa alguna para seguir rezagando su aplicación. Las que deben pasar por el congreso también están ahí, en negro sobre blanco, sumadas a las decenas de iniciativas que permanecen en la congeladora legislativa. ¿Seguirán los legisladores esperando para comenzar a analizar estas propuestas hasta que en septiembre comience el nuevo periodo ordinario de sesiones, para ver entonces si estas reformas pueden aprobarse?¿seguirán tomándose su tiempo?¿seguirá el procurador Bátiz declarando que no existe en materia de seguridad ninguna reforma urgente y los legisladores diciendo que su turno de actuar aún no ha llegado?

Muchos funcionarios públicos, especialmente del gobierno del Distrito Federal (el único en todo el país que coincidió en condenar la marcha y considerarla un objeto de manipulación política y mediática), sus seguidores incondicionales y acríticos, incluso en los medios, los partidos políticos, los funcionarios judiciales y de seguridad, los legisladores, deben demostrar que no están tan lejos de la gente como para ignorar un acto ciudadano como el que pudimos observar y disfrutar ayer. No pueden estar tan lejos de la gente y si lo están, no merecen gobernarnos. Quizás deban recordar, como decían ayer muchos cartelones que más temprano que tarde, "nos veremos en las urnas".

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