PRD: entre la primera dama y el ex alcalde
Columna JFM

PRD: entre la primera dama y el ex alcalde

Mientras en el perredismo están preocupados al extremo por todo lo que pueda suceder en torno al jefe de gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador, no terminan de comprender ni asumir que, como ha insistido Cuauhtémoc Cárdenas, la imagen del partido se desmorona y ello, irremediablemente, terminará arrastrando la imagen de cualquiera que sea su candidato.

Mientras en el perredismo están preocupados al extremo por todo lo que pueda suceder en torno al jefe de gobierno capitalino, Andrés Manuel lópez Obrador, no terminan de comprender ni asumir que, como ha insistido Cuauhtémoc Cárdenas, la imagen del partido se desmorona y ello, irremediablemente, terminará arrastrando la imagen de cualquiera que sea su candidato.

Si el triunfo electoral de Amalia García en Zacatecas significó un soplo de aire fresco en la política nacional y en el propio perredismo, lo que está sucediendo en Tlaxcala y la actitud que ha tomado la dirección nacional del partido ante la crisis institucional en el municipio de Benito Juárez, donde se localiza Cancún, es lisa y llanamente vergonzoso. En Tlaxcala, el gobierno estatal que encabeza Alfonso Sánchez Anaya se ha empeñado en colocar como candidata a su esposa, la también senadora Maricarmen Ramírez. Como en el caso de Marta Sahagún de Fox no existen impedimentos legales claros para que la senadora Ramírez se convierta en candidata del PRD, pero lo menos que se le puede demandar al perredismo es que cumpla con las mismas exigencias que impuso a la búsqueda de la candidatura por la señora Fox: el perredismo dijo que esa aspiración de Marta Sahagún era antidemocrática, que no era ética, que si fuera candidata el propio Vicente Fox tendría que renunciar a su cargo, incluso ha presentado una iniciativa de ley para prohibir que los familiares directos del presidente en turno puedan presentarse como candidatos para ocupar ese cargo mientras esté en funciones. Algunas afirmaciones son compartibles, otras no, pero lo que resulta insólito es que el gobernador Sánchez Anaya, que además aspira nada más y nada menos que a presidir el propio PRD no acepte, por lo menos, la línea de su partido en un tema tan sensible y en el cual se suponía que el perredismo tenía una posición definida.

Lo hecho en Tlaxcala ha superado todo: no sólo se impulsó desde el propio gobierno estatal la candidatura de la senadora Ramírez sino que se utilizaron medios del estado en forma abierta para brindarle apoyo en la elección interna del PRD, incluso programando algo que la televisión pública estatal no hace porque lo tiene prohibido por ley, como es emitir anuncios publicitarios de la esposa del gobernador. Por supuesto que ninguno de los otros tres aspirantes perredistas tuvo condiciones siquiera similares de competencia.

Pero peor se ha visto la dirección nacional del PRD: ¿no puede la dirección del partido que tan dura se puso contra Rosario Robles, por ejemplo, poner en orden a la senadora Ramírez y a su esposo el gobernador Sánchez Anaya?¿no puede desconocer un proceso que evidentemente rompe las reglas que el propio partido ha puesto para sí e intenta imponer para la política nacional? Ayer escuchaba a la senadora Ramírez diciendo que no había contradicción alguna en su papel de primera dama y de candidata a la gubernatura, porque tanto ella como su esposo tienen la misma profesión que es la política. La señora Fox podría decir exactamente lo mismo: incluso Marta Sahagún podría argumentar que ella tiene una carrera política más larga y anterior a la de la senadora Ramírez, ya que Marta era militante del PAN y había sido ya candidata a presidenta municipal de Celaya incluso antes de conocer a Vicente Fox, con el que se relacionó primero profesionalmente como coordinadora de comunicación social y luego sentimentalmente. Maricarmen era, hasta que su esposo se convirtió en gobernador, reportera. Ninguno de los dos, hasta ese momento, había militado en el PRD (Sánchez Anaya venía del PRI y como no fue candidato rompió con su partido y se acercó al PRD y su esposa era periodista) y fue luego de la llegada de su esposo a la gubernatura que Ramírez se convirtió en senadora. Si el PRD acepta la candidatura de la senadora Ramírez debe aceptar públicamente la posibilidad de la candidatura presidencial de Marta Sahagún de Fox, si no es así mostraría una doble cara, una doble vara para medir la moral y la ética políticas, inaceptables. Pero además, no puede ser que por esa candidatura se esté recurriendo a toda la vieja artillería política (como la utilización de recursos del estado para impulsarla) que el propio PRD tanto ha cuestionado en el pasado.

No se trata de nada personal contra la senadora Ramírez. Como en el caso de la señora Fox, creo que en otro contexto ambas podrían ser buenas candidatas para sus respectivos partidos. Lo que no resulta manejable es que busquen ser las sucesoras de sus respectivos esposos. La señora Fox podría aspirar en el 2006 a una senaduría y nadie podría reprochárselo y a partir de allí podría hacer lo que quisiera con su carrera política. La senadora Ramírez detentará esa responsabilidad hasta el 2006. Si sus ambiciones políticas son legítimas y su partido tiene una posición aparentemente tan definida sobre ese tema: ¿por qué no dejar sus aspiraciones para el 2010 y mientras tanto continuar con su carrera política independiente, ahora sí, de la de su esposo, sin tener que hacer la payasada de irse de su casa para demostrar que la suya es una candidatura autónoma al gobernador? Pero insistimos, la actitud de Maricarmen Ramírez y del gobernador Sánchez Anaya es, por lo menos, decepcionante, pero la incapacidad de la dirección de ese partido para hacer cumplir con las reglas que le intenta imponer a otros, es inexcusable.

También se está viendo mal, muy mal, la dirección perredista apostando todas sus cartas en Quintana Roo, al depuesto alcalde de Benito Juárez, donde se ubica Cancún, José Ignacio García Zalvidea. No sólo por el hecho evidente de que en unos pocos años García Zalvidea pasó de ser un "empresario independiente" a ser candidato del PAN y luego del PVEM, sino también porque el ex alcalde, al que todos conocen como el Chacho, sencillamente, no es un personaje políticamente confiable, menos aún para un partido que se dice de izquierda. No lo es porque en realidad, tanto el ahora ex alcalde como su hermano Fernando, fueron muy cercanos políticamente con el ex gobernador Mario Villanueva, actualmente preso por sus relaciones con el narcotráfico. Es más, Fernando estuvo detenido varios meses por esas relaciones, y quedó en libertad luego de una presión notable sobre medios, sectores políticos y judiciales de México y Estados Unidos, implementada por varios de los principales personajes del PAN y del Opus Dei del cual supuestamente los dos hermanos eran miembros. Finalmente, Fernando fue liberado, el Chacho se convirtió en legislador por el PAN pero en cuanto vio que no sería suya la candidatura para presidente municipal rompió con el PAN y se fue al PVEM. Ahora está a un paso de convertirse en candidato a gobernador por el PRD.

Sería un candidato, sin duda, popular pero ¿qué aportaría para un partido como el PRD, al que se sumaría como antes lo hizo al gobierno de Villanueva, luego al PAN o al PVEM, utilizándolo como un membrete más? Lo cierto es que el perredismo, como partido, está perdiendo plazas, espacios, votos y sobre todo prestigio, en ese proceso de debilitamiento general que sólo se mantiene por plazas como el DF, como Zacatecas o Michoacán, en el resto del país su papel es lamentable. Lo que está sucediendo en Tlaxcala prácticamente le está regalando la gubernatura al PRI y en Quintana Roo el priismo debe estar de parabienes con su relación con García Zalvidea que ha dividido internamente, a nivel local, al propio partido.

A esa falta de identidad, de organización, a esa mezcla de una apertura casi irracional a cualquier candidatura que venga de afuera que va de la mano con una caza de brujas interna, debe el PRD abonar los saldos decrecientes que tiene en los procesos electorales locales. Para el 2006 no les alcanzará un buen candidato, cualquiera que sea, si no tiene detrás un partido por lo menos disciplinado y estable.

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