¿Para qué quieren el poder?
Columna JFM

¿Para qué quieren el poder?

Ayer los perredistas reeditaron algo realizado por los panistas de Manuel Clouthier en su campaña electoral de 1988: una cadena humana a lo largo de Insurgentes, en la ciudad de México, para protestar por el posible desafuero de Andrés Manuel López Obrador. El sábado los gobernadores perredistas se reunieron y el más cercano a López, Leonel Cota advirtió que si hay desafuero habrá movilizaciones y violencia social, incluso lucha armada.

Ayer, los perredistas reeditaron algo realizado por los panistas de Manuel Clouthier en su campaña electoral de 1988: una cadena humana a lo largo de Insurgentes, en la ciudad de México, para protestar por el posible desafuero de Andrés Manuel López Obrador. El sábado los gobernadores perredistas se reunieron y el más cercano de ellos a López, el mandatario de Baja California Sur, Leonel Cota advirtió que si hay desafuero habrá movilizaciones y violencia social, incluso lucha armada. En el círculo cercano a López Obrador parecen haber convencido al jefe de gobierno de la necesidad de establecer acuerdos políticos con algún sector del PRI para tratar de evitar la aprobación del desafuero, e incluso lo que el jefe de gobierno había rechazado a los gobernadores de su partido, cuando le pidieron que estableciera una estrategia legal para evitar su desafuero, en los últimos días parece haber sido revertido.

Esos movimientos no han sido gratuitos y tampoco transparentes. La estrategia de acercarse a los legisladores del PRI que en la cámara de diputados votaron en contra de las reformas del IMSS como potenciales votantes a su favor en el tema del desafuero lo lleva, inevitablemente, a acercarse sobre todo al grupo de legisladores oaxaqueños que capitanean un par de hoolingans del grupo de Murat. Por eso López Obrador, tan defensor de los principios y las convicciones en algunos temas, que habla de todo y de todos en sus conferencias de prensa matutinas, no ha dicho ni siquiera media palabra respecto a los fraudulentos comicios en Oaxaca del domingo primero de agosto. Al jefe de gobierno, necesitado de esos votos muratistas en la cámara de diputados, no le parece una cuestión de principios denunciar un fraude electoral contra su propio partido, quizás porque considera que, en última instancia, el partido no importa: lo sustantivo es su candidatura y cuanto más débil sea la estructura del PRD mayor será su margen del maniobra. No deja de ser paradójico que el gobierno federal también haya dejado hacer y pasar en Oaxaca esperando otro voto legislativo de los duros del PRI, en este caso el de la reforma de la ley del IMSS.

El objetivo de López Obrador en torno al desafuero parece ser bastante claro: quiere que el tema llegue al pleno, que se le permita hablar ante el pleno de la cámara e inmediatamente después que el voto de los legisladores lo favorezca de forma tal de quedar casi como un héroe: mediáticamente sería lo mejor para su candidatura y para su futuro. Pero también debe estar viendo que el panismo está aparentemente muy decidido a avanzar, al costo que sea, en el desafuero. Y en el PRI hay sectores que también podrían jugar esa carta. Saben que para las elecciones faltan dos años y la memoria política suele ser corta, que la capacidad orgánica del perredismo a nivel nacional es relativa y que en todo caso los costos de una movilización social violenta los terminarán pagando tanto el propio PRD como el gobierno federal. Especulan además con que la política real se impondrá finalmente y el PRD lanzará otro candidato a la presidencia y deben haber quedado muy satisfechos con los números de las última encuesta de María de las Heras para Milenio Diario que confirma que sin López como candidato del PRD, la candidatura de Madrazo podría llegar a cifras bastante mayores al 40 por ciento. Mientras tanto, los muratistas saben que su jefe se ha convertido en un lastre para su partido e incluso para el propio Madrazo y temen que pasado el momento electoral y después de la sucesión estatal, el madracismo decida que ya no los necesita más, comenzando por su jefe y los haga a un lado: el voto con López Obrador podría ser un reaseguro para encontrar un refugio si eso pasara. Así están negociando nuestros partidos, aunque todo ello parezca aberrante en términos de política, de principios y de ideologías.

Se podrá decir que éstas son elucubraciones. En todo caso se trata de una elucubración basada en datos duros, en hechos ciertos, que no está alejada de la realidad. El único problema es que en el juego de los aprendices de brujo en ocasiones se pueden desatar fuerzas que después no se pueden controlar. Pero en esos términos parece estar la grilla política de todos estos personajes con muchas ambiciones de poder y pocos principios.

Porque lo único que les interesa a los López Obrador, o a los Madrazo, o a los Murat, y a muchos otros, de todos los partidos, es el poder a secas. Es verdad: cualquiera puede argumentar que el destino de los partidos y de los políticos es, precisamente ese: obtener el poder, para eso existen y para eso trabajan. Pero el poder no puede, no debe ser un objetivo en sí mismo. La pregunta es el poder para qué. Y hoy seguimos sin tener una sola palabra de ninguno de los principales aspirantes a la presidencia de la república sobre para qué quieren ese poder que se están disputando en forma tan brutal (precisamente el que no haya principios ni programas involucrados en estas luchas, es lo que permite esos acuerdos en apariencia tan extraños entre personajes, aparentemente también, tan alejados entre sí).

¿Qué es lo que quiere López Obrador de llegar a la presidencia? Nadie lo sabe: el jefe de gobierno habla una y otra vez de que es víctima de un "compló" para impedirle llegar a la presidencia de la república y para destruir su "proyecto" pero pareciera que el proyecto se reduce a un solo punto: la posibilidad de que el jefe de gobierno a partir del primero de diciembre próximo despache en las oficinas de Los Pinos. ¿Cuál es el proyecto de gobierno de López Obrador?¿el de las políticas clientelares, incluidos los pagos a las personas de la tercera edad?¿el de los acuerdos con Carlos Slim y otros empresarios para reconstruir el centro histórico?¿el de los negocios con algunas de las empresas que mayores recursos metieron al tan vilipendiado Fobaproa, en la construcción de los segundos pisos como Gutsa?¿qué piensa de las reformas fiscales, hacendarias, de la seguridad social, del futuro de la política energética, del futuro de la política financiera, de la transparencia y la información, de la rendición de cuentas? Nada de eso lo sabemos. López Obrador habla todas las mañanas pero jamás aborda estos temas, salvo para criticar a otros pero jamás diciendo cuáles son sus verdaderos compromisos.

Se podrá argumentar que se podrían analizar éstos con base en lo realizado en la ciudad, pero entonces el mismo López Obrador nos desmentiría: ¿acaso planea el jefe de gobierno darle una ayuda económica a todos los adultos mayores del país como eje de su política social?: los propios perredistas serios dicen que el presupuesto no alcanzaría para algo siquiera parecido. ¿Regalar, en todo el país los útiles escolares?¿construir grandes carreteras como eje de su política de inversiones públicas?¿no aceptar la rendición de cuentas ni organismos autónomos que revisen las mismas y la utilización de sus presupuestos para tener mayor autonomía? Son preguntas y como esas podrían realizarse muchas más. Pero el hecho es que no existe un solo compromiso programático de fondo hoy que permita comprender de qué se trata el "proyecto" que López Obrador dice que sus adversarios quieren destruir de cara al 2006, vía el desafuero.

Por supuesto que no se trata sólo del jefe de gobierno capitalino. ¿Quién sabe cuáles son los compromisos reales de Roberto Madrazo?¿qué tipo de gobierno encabezaría? Madrazo, igual que López Obrador, se han significado por decirles a cada auditorio lo que ese auditorio quiere escuchar: si son empresarios hablan de apertura y globalización, si son sus sectores duros hablan de una suerte de nacionalismo revolucionario old fashion de difícil comprensión en el México de hoy. Siempre hablan de inclusión, y de una economía de mercado con rostro humano sin decir qué quiere decir eso. Dicen que aceptan inversiones privadas nacionales y extranjeras pero ordenan a su gente votar en contra de ellas. Si es necesario, Madrazo ordena votar primero en contra de la reforma fiscal y luego a favor de las reformas en el IMSS. Si es necesario López Obrador acepta la construcción de plantas privadas de generación de energía en el DF y puede despotricar contra el Fobaproa pero tiene un trato privilegiado con empresas beneficiarias del mismo. Y la lista de lo que no sabemos sobre lo que quieren hacer ambos de llegar al poder podría ser interminable.

Ellos quieren que el actual debate vacío pero virulento, centrado sólo en el poder, continúe. Les conviene, no quieren asumir compromisos y quién sabe si realmente están comprometidos a fondo con algo fuera del propio poder. Es hora de comenzar a exigirles que nos digan, de verdad, para qué lo quieren.

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