PEMEX, rehén del 2006
Columna JFM

PEMEX, rehén del 2006

La disputa al interior del gobierno federal por el control de la principal empresa paraestatal del país y la más importante proveedora de recursos fiscales a nivel federal, Petróleos Mexicanos, ha cobrado una víctima que no por esperada resulta menos importante: Raúl Muñoz Leos, su director general, ya no resistió las presiones y la falta de apoyo interno y decidió renunciar a ese cargo.

La disputa al interior del gobierno federal por el control de la principal empresa paraestatal del país y la más importante proveedora de recursos fiscales a nivel federal, Petróleos Mexicanos, ha cobrado una víctima que no por esperada resulta menos importante: Raúl Muñoz Leos, su director general, ya no resistió las presiones y la falta de apoyo interno y decidió renunciar a ese cargo.

Su caída era inevitable desde meses atrás. El ex director de Dupont, ex vicepresidente de la Coparmex y uno de los hombres más cercanos a Vicente Fox y a los grupos empresariales de Monterrey que le dieron todo su apoyo para las elecciones del 2000 (por cierto: continúa creciendo la distancia entre estos importantes grupos empresariales y el presidente Fox, el creciente peso del secretario de energía y ex gobernador interino de Nuevo León, Fernando Elizondo intenta paliar esta situación), tenía demasiados enemigos sobre todo dentro del gobierno federal, lo que aunado a que su proyecto estratégico para PEMEX, el que se había pergeñado al inicio de la administración, nunca se pudo echar a andar, lo dejaron sin espacios y a Muñoz Leos aparentemente también sin ganas.

¿Qué es lo que quería hacerse de PEMEX al inicio de la administración Fox? Algo relativamente sencillo de plantear pero muy difícil de concretar: hacerla una empresa autónoma, manejada con criterios netamente empresariales. Por eso cuando inició la administración se intentó incorporar a su consejo de administración a hombres como Carlos Slim y Lorenzo Zambrano. Pero esa propuesta fracasó en el terreno político, nunca se pudo avanzar y fueron mucho más fuertes tanto las inercias corporativas como los intereses para que, en general, todo continuara igual.

El fracaso de las reformas energéticas del gobierno agudizaron esa situación y, finalmente, los conflictos políticos en torno a la paraestatal tampoco ayudaron demasiado. El Pemexgate resultó, sí en una fuerte multa para el PRI pero también en prácticamente un juego de artificio en el terreno político. Colocó al sindicato en una posición más dura en una empresa que no está construida para funcionar sin el apoyo del mismo. El manejo del pemexgate, por lo menos en la vertiente que intentaba debilitar al sindicato petrolero hubiera podido ser exitoso si se hubiera avanzando antes en las reformas estructurales de PEMEX, pero dejando a ésta sin cambio alguno, se estaba provocando a una organización que tiene en sus manos muchos de los hilos para el manejo de la paraestatal, sin haberle quitado, previamente, éstos: por eso el gran fracaso que resultó, en éste y en muchos otros ámbitos, el pemexgate.

En esa lógica, la relación con el sindicato de PEMEX se convirtió en un punto clave para el manejo de la empresa. La estrategia de Muñoz Leos, aparentemente, era llevar la fiesta en paz, para poder trabajar con cierta tranquilidad en otros ámbitos, sobre todo en los llamados Contratos de Servicios Múltiples, que es una forma indirecta de permitir inversión privada en el área y de capitalizar la industria, además de abrir posibilidades a inversionistas que están reclamando desde hace años poder participar en la industria, precisamente en un momento en el cual PEMEX, al ser tan presionada en el terreno fiscal, se ha quedado sin margen para invertir seriamente en exploración y explotación: nuestras reservas reales alcanzan hoy para 13 años, y yacimientos como Cantarell podrían comenzar a declinar en su producción dentro de un par de años. Pero los Contratos de Servicios Múltiples, también se realizan en el filo de la legalidad y generan la oposición de buena parte de los priistas y de todo el PRD. Por eso, precisamente, para la gente de Muñoz Leos, mantener en paz el frente interno con el sindicato era tan importante. Sin embargo, los últimos escándalos producto de todo tipo de filtraciones, lo que rompieron fue precisamente eso, la paz del frente interno y determinaron su salida.

Lo que terminó catalizando las cosas fue el convenio que firmó la empresa con el sindicato, para la renovación del contrato colectivo de trabajo en julio pasado y que entró en vigor en agosto, que implicaba préstamos y transferencias para el sindicato, en diferentes programas por casi ocho mil millones de pesos. Aquí el punto no estaba, ni única ni solamente en la magnitud de recursos que se transferían con ese convenio al sindicato, sino que al asumir su legitimidad, el propio gobierno federal estaba enterrando la base jurídica para perseguir a los anteriores funcionarios de PEMEX. Si este convenio era, como lo es, legal, la persecución contra Rogelio Montemayor y los otros funcionarios de la paraestatal que inició la Contraloría hace un par de años no tiene sustento legal alguno. De la misma forma quedaba también exonerado de cualquier delito el sindicato. Quedaba pendiente el tema del delito electoral que pudiera haber cometido el PRI, pero éste ya había sido juzgado por el IFE y el Trife y castigado con una multa de mil millones de pesos. Las denuncias penales, por lo tanto, se tendrían que ir diluyendo. No sé si esa fue la intención objetiva de la administración de PEMEX encabezada por Muñoz Leos, pero ésas eran las consecuencias de la firma de ese convenio y no sonaba ilógico en una estrategia de "apaciguamiento" interno.

Pero al mismo tiempo, existían otras realidades que no podían ser ignoradas. En el terreno económico y financiero, para la secretaría de Hacienda tener una buena comunicación y hasta control de PEMEX es estratégico, sobre todo cuando la paraestatal provee de más de un tercio de todos los ingresos fiscales del país. Y la relación entre la SHCP y la administración de Muñoz Leos estaba deteriorada la máximo. Por otra parte y en forma inocultable, se acerca el 2006 y para el panismo, cualquiera sea su candidato, tener un cierto control de PEMEX parece ser clave, no sólo por la forma en la que pudieran aprovecharlo en su beneficio, sino para evitar que ese poder fuera utilizado por el priismo, que sigue teniendo el control de muchas áreas estratégicas de la empresa. Y a Muñoz Leos muchos grupos panistas lo veían más como un obstáculo que como un apoyo. Su principal adversario interno, por lo menos públicamente, porque tuvo muchos otros más soterrados, fue Juan Bueno Torio, uno de los directores de la empresa y parte del equipo de campaña de Carlos Medina Plascencia. En la secretaría de energía, la relación de la empresa con el secretario Fernando Elizondo es mala, y éste quería colocar a su gente al frente de la empresa (y lo logró con la designación como director de Luis Ramírez Corzo, en una doble vertiente: será Elizondo quien tenga el control político de la paraestatal). Santiago Creel fue uno de los que más insistente fue en rechazar, en público y en privado el convenio colectivo de trabajo con el sindicato (todo hace suponer que, en ese sentido, Creel, de cara al 2006, considera al secretario de energía como un aliado). En energía, también, sigue quedando parte del respaldo del ex secretario, Felipe Calderón.

Es verdad que Muñoz Leos cometió muchos errores algunos de los cuales catalizaron su salida, como el famoso asunto del pago de las cirugías de su esposa, pero el hecho, lo significativo en el ámbito político, es que el origen de todos los golpes mediáticos que precipitaron su caída tuvieron un génesis interno: desde la filtración del contenido del convenio, hasta la carta de Francisco Gil Díaz al presidente Fox rechazando el mismo y concluyendo con la filtración de las notas de la cirugía de la señora Muñoz Leos, una mujer muy cercana, también, el dato debe ser recordado, a la señora Marta Sahagún de Fox.

Si faltaba algo para completar el panorama adverso para Muñoz Leos, el paquete económico, la ley de ingresos aprobada la semana pasada en la cámara de diputados, termina cancelando cualquier reforma de fondo en el futuro en PEMEX y manteniendo sobre ella todas las presiones y candados financieros. Más grave aún, ese paquete económico se votó con el acuerdo de todos los partidos, menos el PAN: las opciones para el panismo son claras, se deben allanar a las decisiones de los otros o atrincherarse en donde pueden hacerse fuertes. ¿Y hay un lugar, de cara al 2006, donde se pueden hacer más fuertes que en PEMEX?

Por lo pronto, el nombramiento de Luis Ramírez Corzo, es una propuesta del PAN, de su presidente Luis Felipe Bravo Mena y de Fernando Elizondo, y con su designación nuevamente quedó fuera de la jugada la secretaría de Hacienda. Todavía este fin de semana, ante su inminente designación, varias filtraciones y denuncias antiguas trataron de frenar el nombramiento. No tuvieron éxito. El PAN se atrinchera en PEMEX.

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