Las mentiras de Bejarano o ¿dónde están las pruebas?
Columna JFM

Las mentiras de Bejarano o ¿dónde están las pruebas?

La ligereza con que muchos de nuestros políticos pueden lanzar las más ignominiosas de las acusaciones sin contar con prueba alguna que las confirme y la no menos irresponsable ligereza con que en muchas ocasiones los medios las asumimos como hechos, sin exigir que las mismas estén mínimamente documentadas es, en buena medida, lo que ha pervertido tanto el ambiente político y no permite salir de este laberinto de acusaciones que se terminan utilizando como cortinas de humo para evitar que veamos los hechos como simplemente son.

La ligereza con que muchos de nuestros políticos pueden lanzar las más ignominiosas de las acusaciones sin contar con prueba alguna que las confirme y la no menos irresponsable ligereza con que en muchas ocasiones los medios las asumimos como hechos, sin exigir que las mismas estén mínimamente documentadas (u olvidando aquello tan esencial en esta profesión de, primero, atenernos a los hechos y, segundo, confirmar la información que nos proporciona un tercero), es, en buena medida, lo que ha pervertido tanto el ambiente político y no permite salir de este laberinto de acusaciones que se terminan utilizando como cortinas de humo (un escándalo tapa el anterior, el complot inventado tapa la corrupción real) para evitar que veamos los hechos como simplemente son.

¿Qué mejor ejemplo que las denuncias de René Bejarano esta semana, en complicidad con el gobierno capitalino y el propio López Obrador? Un día antes de su desafuero, René Bejarano, el hombre al que vimos recibir en varios videos, enormes sumas de dinero de un particular para así solucionar "algunos negocios" se olvida de hablar de esos actos de corrupción, no nos dice desde hace ocho meses qué hizo con ese dinero, a dónde fue a parar, quiénes sabían de esos actos de corrupción, pero lanza una ola de acusaciones para "documentar" el complot contra su jefe, el mismo al que cariñosamente le envía poemas y en reciprocidad recibe protección.

En forma increíble, algunos medios aceptaron como buenos, asumieron como pruebas los dichos de un presunto delincuente, simplemente porque él lo dijo. Olvidan que hace algunos meses René Bejarano también presentó como "pruebas" los supuestos estados de cuenta de Rosario Robles y de algunos de sus familiares, asegurando que habían recibido millones de pesos y después resultó que todo había sido una falsedad, que se trataba de documentos falsificados que ameritaron, incluso, una denuncia penal contra Bejarano de parte de Robles que la procuraduría capitalina, como suele suceder cada vez que se trata del cuidar al "señor de la ligas", ha mantenido prudentemente en la congeladora.

Lo cierto es que nadie ha visto las pruebas sobre el "complot" de las que alardeó Bejarano el miércoles. ¿Dónde están esos documentos, quién los tiene, quién ha dado fe de que son auténticos? Nadie, incluso los que dieron por buenos sus dichos y aseguraron que con ello se documentaba el complot jamás han visto en original uno solo de los documentos que dice tener Bejarano. Lo único que hay son anotaciones de Bejarano en un cuaderno y entonces, como el señor ha demostrado a lo largo de su carrera una probidad indiscutible, debemos aceptar como acto de fe todo lo que diga. Lo increíble es que algunos lo hayan aceptado en forma acrítica.

Bejarano habla de los correos electrónicos de Carlos Ahumada que habría enviado a Rosario Robles y otras personas. ¿Quién los vio, dónde están, quién comprobó, una vez más, que sean verídicos? Nadie, Bejarano dijo que estaban en la computadora de Ahumada y entonces tiene que ser verdad. Por cierto, por las fechas en que se deberían haber enviado, en que supuestamente se descubrieron, da la casualidad que Ahumada estaba en una cárcel de máxima seguridad en Cuba, donde no tenía ni siquiera un baño, no hablemos ya de una computadora. ¿Alguien se ha preguntado cómo podría haber enviado esos correos electrónicos?

Bejarano también distribuyó, ahí sí con simple y tradicional mala leche, una supuesta carta de Rosario Robles a Ahumada. ¿Alguien la vio?¿alguien comprobó si esta firmada por Rosario o no, si es una carta auténtica siquiera o simplemente un invento más de Bejarano, como los famosos estados de cuenta? Nadie lo hizo, simplemente Bejarano presentó la carta más con un intento difamatorio que político, porque incluso, si esa carta fuera auténtica (e insistimos, lo único que confirmaría eso, hasta ahora, es que creyéramos en la siempre confiable palabra de Bejarano) allí no se habla en absoluto de ningún "complot", ni siquiera de cuestiones políticas, sólo de una relación personal que supuestamente no tendría que importarle en absoluto a alguien en la situación legal de Bejarano.

Antes de aceptar sin ton ni son cada cosa que algún personaje de ese nivel presenta, ¿no tendríamos que exigir que algo estuviera probado, documentado? Es ridículo, por ejemplo, que se quiera dar por bueno el "complot" del que hablan López Obrador y Bejarano cuando no han podido mostrar, hasta ahora, ni una prueba al respecto y cuando han utilizado las declaraciones y las historias del "complot", para no explicar la verdadera historia, la que sí está documentada: la de la corrupción de algunos funcionarios de alto nivel en el gobierno capitalino, como Gustavo Ponce Meléndez, René Bejarano, Carlos Imaz. Eso es lo que consta, lo que está documentado: una red de corrupción que abarca, por lo menos y asumiendo que López Obrador no supiera nada de todo esto, al poderoso secretario de finanzas; al no menos poderoso secretario particular del jefe de gobierno, convertido en líder de la asamblea legislativa de la ciudad y líder de la principal corriente política de apoyo al jefe de gobierno; a varios delegados, incluyendo al esposo de la secretaria de medio ambiente y responsable de las principales obras viales del gobierno capitalino, cuyos números, por otra parte, son considerados secretos, cerrados al escrutinio público. Incluso aceptando sin conceder que hubiera existido el famoso "complot", ¿desde cuándo en política no se pueden utilizar los delitos que cometan los adversarios para exhibirlos a la opinión pública? En la lógica de López Obrador y de sus seguidores, el Watergate debería ser entendido como un "complot" de los adversarios de Richard Nixon para evitar que éste terminara de implementar su "proyecto de nación" y el problema no sería que Nixon sabía que se había cometido un delito y lo autorizara desde la Casa Blanca, ocultando pruebas y testimonios, sino quién fue el famoso "garganta profunda" que permitió que se supiera. Nixon en aquellos años sí habló de un complot de los medios, pero incluso, un hombre como él, terminó aceptando la verdad y renunciando, para conservar un mínimo de dignidad. El saber quién fue el "garganta profunda" que permitió avanzar en esa investigación periodística ha quedado para el anecdotario político.

Nosotros, en los medios, a veces estamos haciendo exactamente al revés. El jefe de gobierno ha intentado vender y muchos lo han comprado, un inverosímil complot para explicar cómo se divulgaron los actos de corrupción en su gobierno, al mismo tiempo que no dice una palabra sobre los mismos, al contrario, los minimiza y el ver a algunos de sus principales colaboradores recibiendo dinero o jugándoselo alegremente en Las Vegas, se convierten en el lenguaje del jefe de gobierno de delitos en simples errores. Mientras su procuraduría no hace nada por avanzar en las investigaciones y las acciones legales que lleven a la cárcel a los verdaderos implicados en los actos de corrupción del gobierno capitalino: ahí está Bejarano confraternizando con los policías que lo deberían custodiar, al subprocurador Renato Sales, asesorando a Bejarano sobre cómo debe actuar; las órdenes de aprehensión de la PGJDF tardan días y hasta semanas en salir adelante; Bejarano hace un día sí y el otro también declaraciones y lanza acusaciones contra sus adversarios y éstas son tomadas por algunos medios como pruebas documentadas e incontrovertibles; Imaz está en su casa, simplemente pagó una fianza y ya no se preocupa más del asunto; los delegados involucrados en estas historias las ven de lejos, también prófugos. Y el gobierno del DF dice que el punto central es que hay un complot…para divulgar estos hechos. ¿Qué esperaba, que nadie dijera nada?

Lo único que le preocupa al gobierno del DF son un par de hilos sueltos: por una parte Carlos Ahumada, preso en condiciones de máxima seguridad, incomunicado, sin posibilidad de dar su versión e incluso de mínimamente desmentir las acusaciones no comprobadas de Bejarano y López Obrador (Carlos Ahumada, por cierto, estaría por comenzar, si no la ha comenzado ya, una huelga de hambre exigiendo condiciones justas de detención y el derecho a poder, aunque sea, dar su versión de los hechos); y el otro, mucho más preocupante para López Obrador (porque en ese caso sus responsabilidades son mayores y directas), Gustavo Ponce Meléndez, que para su desgracia está en manos de la PGR y que sí tenía en su poder, cuando fue detenido, pruebas sólidas, documentos, información mucho más delicada para el GDF.

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