Ahora sí, ya llegó el 2006
Columna JFM

Ahora sí, ya llegó el 2006

Los comicios del domingo no fueron exactamente ?luminosos?, en comparación con la oscuridad de los videoescándalos, como dijo el secretario de Gobernación, Santiago Creel, pero si es verdad que han resultado un buen ejercicio político para poder colocar las cosas en su sitio. Los resultados de los cinco estados que compitieron este fin de semana, permite confirmar algo ya sabido: que el PRI sigue siendo el partido mayoritario en el país; que el PAM sigue siendo un partido competitivo; que el PRD esta en serios problemas.

Los comicios del domingo no fueron exactamente "luminosos", en comparación con la oscuridad de los videoescándalos, como dijo el secretario de Gobernación, Santiago Creel, pero sí es verdad que han resultado un buen ejercicio político para poder colocar las cosas en su sitio, por lo menos en el ámbito electoral, más allá de la lluvia de declaraciones cotidianas.

Una mirada rápida a los resultados de los cinco estados que compitieron este fin de semana, permite confirmar algo ya sabido: que el PRI sigue siendo el partido mayoritario en el país; que el PAN, a pesar del desgaste evidente que le ocasiona el poder, sigue siendo un partido competitivo; que el PRD está en serios problemas incluso en los que considera sus principales bastiones; y que el resto de los partidos pequeños, cuanto más se acerca el 2006, menos parecen contar en el escenario electoral, salvo que vayan aliados a alguno de los grandes.

El PRI ganó por amplísimos márgenes Puebla y Tamulipas, podría ganar por muy poco Sinaloa (quizás el resultado más sorpresivo de la jornada electoral del domingo, porque pese a todas las previsiones y escándalos relacionados con el narcotráfico, el priista Jesús Aguilar y el candidato independiente, registrado por el PAN, Heriberto Félix Guerra, yerno de Manuel Clouthier y ex funcionario del gobierno de Juan S. Millán, quedaron prácticamente empatados), y perder también por un puñado de votos Tlaxcala, donde Mariano González Zarur se debió enfrentar al ex priista Héctor Ortiz, otro independiente que también fue registrado por el PAN, en lo que fue interpretado, con razón, como una suerte de interna tricolor para ver quién se quedaba con el estado. En Michoacán, el PRI, sin ganar el estado, tuvo una buena elección y al PAN no le fue mal: ganó Morelia.

El problema en el PRI comenzó ayer mismo, apenas cerradas las casillas electorales. Terminado el año electoral, los opositores a Roberto Madrazo, han comenzado a exigir no necesariamente que se adelanten los tiempos electorales pero que por lo menos se fijen las reglas del proceso de selección interna de candidatos, asumiendo que ese proceso, como muy tarde, tendrá que efectuarse en septiembre del año próximo. Al momento de escribir estas líneas estaban reunidos un grupo de gobernadores y el líder del senado, Enrique Jackson con Madrazo y miembros del CEN para tratar de encontrar un punto de acuerdo de cara a la reunión del Consejo Político del día de hoy, pero las posiciones parecen ser muy divergentes, ya que un punto clave en la agenda de los gobernadores, parece ser la exigencia del retiro, más temprano que tarde, de Madrazo de la presidencia del partido, lo que éste ha desestimado por completo. Pero las divergencias ahí están: se han puesto de manifiesto en la mayoría de las últimas elecciones locales, tanto en Oaxaca como en Veracruz y ahora en Tlaxcala y Sinaloa. Ayer, César Augusto Santiago decía que ese es hoy el mayor enemigo del PRI, el reflejo de los intereses internos en cada campaña, lo que puede detonar los avances logrados por ese partido en el ámbito electoral. El problema es que el PRI ha regresado, tiene posibilidades serias de llegar nuevamente a Los Pinos (si no sufre una división seria) pero lo ha hecho sin reformarse, sin renovarse. Y eso crea una situación prácticamente inédita en los procesos de transición escenificados en la mayoría de los países en las últimas décadas. El PRI, con los resultados del domingo, tendría que estar en aproximadamente 40 por ciento de expectativas de voto: la pregunta es si sus fuerzas permanecerán unidas para el 2006 y sobre qué bases.

El PAN, a pesar de todo y del desgaste del poder, sigue siendo competitivo, sobre todo cuando recurre a candidaturas externas allí donde el partido es débil: lo demostró en Oaxaca y ahora en Tlaxcala y Sinaloa. Es una buena noticia para el blanquiazul que había sufrido muchas dificultades electorales, el aparecer bien posicionado en estas dos elecciones, pero tampoco debería confiarse demasiado: Ortiz es un hombre que viene del PRI, con un equipo de trabajo que también es priista; Heriberto Félix, fue un buen candidato, pero lo más importante es que tuvo el sello, decisivo, de la familia Clouthier, con todo lo que ello implica en Sinaloa, y contó con una ayuda involuntaria de Madrazo, cuando éste, la semana pasada, relacionó de alguna manera al fallecido Maquio con el narcotráfico. Lo que llamará la atención de los analistas es que la participación de dos candidatos del PAN en el sepelio de un conocido narcotraficante, no parece haber tenido efectos electorales y la duda es si el narcotráfico no estará ya tan enraizado en la cultura del estado, que a ese tipo de "contactos" se los termina viendo como algo "normal". Eso es lo verdaderamente preocupante.

Por cierto se debe tomar en cuenta que el PAN eligió, también el domingo, pero en un proceso interno, a Rubén Mendoza Ayala como su candidato para el estado de México. El ex alcalde de Tlanepantla, superó a José Luis Durán y modifica, también, los equilibrios internos en ese estado y quizás en el plano nacional. El dato importante es que una vez más, el PAN está recurriendo a un candidato prácticamente externo, procedente del PRI, como su mejor prospecto para la elección más importante antes del 2006.

Para el PRD fue una jornada negra y que demuestra que quienes critican que el partido del sol azteca se haya concentrado exclusivamente en la defensa y el apoyo de López Obrador, tienen razón por partida doble: el PRD no figuró en Tamaulipas, Sinaloa y Puebla, donde su votación oscila entre el 3 y el 6 por ciento. En Tlaxcala, donde se complicó la existencia de una forma sólo explicable por los apetitos de poder de la pareja que gobierna el estado, sus resultados fueron pésimos y muchos de sus electores potenciales terminaron apoyando a Héctor Ortiz. En términos generales, en Michoacán no les fue tan mal, pero perdieron varios de los municipios importantes del estado, como Morelia, Patzcuaro y Lázaro Cárdenas. Dijo Leonel Godoy que los golpeó el efecto Bejarano, que sus enemigos utilizaron con fines electorales. Pero olvida que el mayor problema, sobre todo en esas dos elecciones, Tlaxcala y Michoacán, es que en la primera, fue el propio CEN perredista el que no supo poner orden con el gobernador y la candidata, además de que éstos recibieron el apoyo implícito del propio jefe de gobierno, López Obrador. Y que en Michoacán, sí pudo haber influido el efecto Bejarano, pero sobre todo por el fuego amigo, por la intención pública de Bejarano y su corriente de golpear al gobernador Cárdenas y al cardenismo dentro del propio partido, sin que nadie, comenzando por López Obrador y siguiendo por Godoy, hiciera algo por impedirlo o deslegitimarlo.

No dejó de llamar la atención que ayer, mientras su partido decía que habían perdido posiciones por el efecto Bejarano, el jefe de gobierno dijera lo contrario, que no había habido afectación de ningún tipo por ello, pero agregaba López Obrador que ése no era el problema porque su "proyecto" (léase candidatura) surgirá de un movimiento popular, no de un solo partido. En otras palabras: López Obrador no sólo ya tiene controlada la mayoría del PRD sino que lo terminará subordinando, si puede, a un proyecto personal, movimientista, que no lo "ate" en el proceso electoral del 2006. Con todo, sigue imperando la misma lógica en todo esto: un partido que está perdiendo presencia electoral, que acaba de perder uno de los estados que gobierna y puede perder otro en Baja California Sur (aunque podría compensarlo, con ganancias, con Guerrero) no parece estar preparado, aunque López Obrador diga que no le han sacado ni una pluma a su gallo, para afrontar con éxito el 2006. Una cosa son las encuestas de popularidad, otra la movilización y la estructura necesaria para amarrar los votos.

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