La culpa es de la CIA
Columna JFM

La culpa es de la CIA

A Santiago Creel no le fue mal en la comparecencia que tuvo esta misma semana en la cámara de diputados porque, en muy buena medida, habló como lo que es: como secretario de Gobernación y no como precandidato presidencial. En la comparecencia los que se terminaron viendo definitivamente mal fueron los diputados perredistas, sobre todo Pablo Gómez, con su tono amenazante, casi pandillero, en un modelo de comparecencia que se prestaba para ello: para golpear sin permitirle al otro (en este caso el secretario de Gobernación) oportunidad siquiera de réplica (Pablo Gómez hace ya mucho que no la lee, pero habría que recordarle que Rosa Luxemburgo decía que ?la libertad depende de cuan libre sea tu oponente?). Así, con fuero y sin que legalmente se les pueda responder, todos los diputados terminan siendo muy valientes.

A Santiago Creel no le fue mal en la comparecencia que tuvo esta misma semana en la cámara de diputados porque, en muy buena medida, habló como lo que es: como secretario de Gobernación y no como precandidato presidencial. En la comparecencia los que se terminaron viendo definitivamente mal fueron los diputados perredistas, sobre todo Pablo Gómez, con su tono amenazante, casi pandillero, en un modelo de comparecencia que se prestaba para ello: para golpear sin permitirle al otro (en este caso el secretario de Gobernación) oportunidad siquiera de réplica (Pablo Gómez hace ya mucho que no la lee, pero habría que recordarle que Rosa Luxemburgo decía que “la libertad depende de cuan libre sea tu oponente”). Así, con fuero y sin que legalmente se les pueda responder, todos los diputados terminan siendo muy valientes.

Pero cuando Santiago Creel comienza a hablar como candidato, siendo aún secretario de Gobernación y sobre todo en torno a la relación con Estados Unidos, realmente nos deja a todos sorprendidos. El secretario de Gobernación ha tomado desde hace algunas semanas la costumbre de referirse continuamente a la relación con Estados Unidos, haciéndolo cada vez en forma más crítica. Será porque, como se ha dicho, en la política mexicana nada sale políticamente más barato que criticar a nuestros vecinos del norte, será porque considera que eso le permite ganar votos, pero lo cierto es que Creel se está viendo mal en esas oportunidades. Primero, por una razón obvia: quien debe responder, en todo caso, a la política exterior de Washington es la cancillería: claro, el secretario Luis Ernesto Derbez está muy ocupado con su campaña para la secretaría general de la OEA como para hacerlo, pero el encargado de la política interior se ve por lo menos extraño asumiendo, también, las responsabilidades de nuestra política externa. Segundo, porque los juicios que ha emitido Creel al respecto parecen ser sacados de un libro de citas de Ruiz Cortines o de Díaz Ordaz. Pocas cosas parecen más vacías en estos momentos que caer en la fraseología tradicional para enfrentarse a Estados Unidos. Es verdad que se debe rechazar la injerencia de otros países en nuestra política interior, que la administración Washington no debería ver a los asuntos mexicanos como un tema de su política interna, pero lo cierto es que así los ve: en la agenda de Washington, los temas mexicanos son parte de su agenda interna e incluso después del 11 de septiembre el comando norte de la defensa estadounidense amplió su base territorial para incluir en él a México y Canadá. Podemos aceptarlo o no, pero es así y será difícil cambiarlo.

En las últimas fechas ha habido mucha controversia con Estados Unidos sin que sepamos, a ciencia cierta, cuáles son las causas de fondo de ello. Aquí hemos dicho que quizás se trata de una expresión de la nueva política que impulsará en el departamento de Estado Condolezza Rice, de exigir mayor compromiso en la relación de México con Estados Unidos, sobre todo en los temas de seguridad. La divulgación de la carta de Tony Garza sobre la inseguridad fronteriza no fue gratuita, tienen que haber habido razones de peso para que la embajada la diera a conocer. La respuesta fue de abierta confrontación, hasta que una llamada de Fox a Bush canceló el debate. Cuando en una instancia parlamentaria de Estados Unidos se aprobó la ampliación del muro fronterizo, una posición por supuesto insostenible pero que no deja de ser una decisión de política interna de los Estados Unidos, se llegó a decir (entendiendo a la Unión Americana y sus distintas instituciones de gobierno como un todo indivisible) que esa decisión distanciaba a ambos países y enfriaba las relaciones. Cuando en los servicios de inteligencia de Washington se divulgó, como aquí dijimos, que grupos de ex sandinistas podrían haber vendido misiles tierra-aire SA-7 a los narcotraficantes mexicanos, se desmintió la información en automático, aunque simplemente no sabemos si estos grupos tienen o no ese armamento. Del otro lado de la frontera no hacen declaraciones pero actúan: de allí llegó parte de la información de Nahúm Acosta, lo que originalmente se había desmentido pero luego se tuvo que aceptar. Hasta el día de hoy, se contradicen la PGR y la Secretaría de Gobernación sobre la información que manejó Acosta Lugo y sobre si estuvo en peligro o no la seguridad presidencial. Para ser equitativo el presidente Fox primero dijo que sí, que el narcotráfico había penetrado en Los Pinos y que había estado en peligro su seguridad y luego dijo lo contrario, que no había habido peligro alguno y que todo eran exageraciones de sus adversarios.

Pero lo de las últimas horas es más que preocupante (y en ello se contagiaron personajes regularmente sensatos como Enrique Jackson o Demetrio Sodi). Espantados porque en un informe hecho público el miércoles, un informe de la CIA sostuvo que como consecuencia de las convulsiones políticas de la precampaña electoral se podrían paralizar las reformas fiscal, laboral y energética, tres reformas que todos sabemos que están en la congeladora legislativa. En realidad, al comparecer ante un comité del senado estadounidense lo que el director de la CIA, Peter Goss dijo fue que la región "entrará en un ciclo electoral mayor" en 2006, cuando Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Nicaragua, Perú y Venezuela celebren elecciones presidenciales. Por su parte, el almirante James Loy, secretario adjunto de Seguridad Nacional, habló de la vigilancia en las fronteras y elogió la cooperación de seguridad de México y Canadá con Estados Unidos. Ante el mismo comité, un informe del Consejo Nacional de Inteligencia alertó a la CIA sobre las consecuencias que puede traer a América Latina si tan sólo México y Brasil adoptan en el futuro gobiernos “de izquierda radical o nacionalista”: ello, dice el informe, "provocaría contagio e ingobernabilidad".

¿Usted ve algo peligrosamente injerencista en un informe evidentemente destinado al consumo interno de nuestros vecinos del norte? Incluso, en el tema tan delicado de la seguridad fronteriza se elogió la labor de México. Pero las respuestas, muchas pero por su trascendencia ninguna más importante que la del secretario de Gobernación, de Santiago Creel, resultaron de un calibre inusitado. Se calificó a esos dichos de “inadmisibles” e “injerencistas”, se dijo que se trataba de un análisis falso y Creel agregó que “es reprochable e inaceptable que una agencia de un gobierno extranjero esté opinando de cuestiones mexicanas” y, opinando a su vez, de cuestiones internas de los Estados Unidos, sostuvo que “la CIA frecuentemente se equivoca e induce decisiones equivocadas” (lo cual seguramente será tomado en cuenta cuando el CISEN, que depende de Gobernación y dirige Eduardo Medina Mora, deba solicitar alguna información o compartir algún trabajo de inteligencia con la propia CIA, lo cual es mucho más común de lo que se cree públicamente). No es ése el lenguaje que se espera, en un tema tan delicado como la relación con Estados Unidos, de un secretario de gobernación y precandidato presidencial. Menos aún si parece resultar evidente que ni siquiera se tuvo la información completa sobre lo dicho en esas sesiones del senado estadounidense donde sólo se tocó muy tangencialmente el tema México.

Por cierto, ¿habrán tomado nota de que ayer mismo se designó como primer director de inteligencia de los Estados Unidos, a John Dimitir Negroponte, un hombre que tendrá bajo su mando todos los servicios de información e inteligencia estadounidenses (quince organizaciones que quedan bajo la coordinación de Negroponte) y que conoce como muy pocos en Washington la política mexicana? Negroponte fue un buen y muy duro embajador en México, pero también en Colombia y Honduras, especialista en temas de narcotráfico, contrainsurgencia e inteligencia, todo ello antes de su paso como embajador de EU en Irak. Un mal recibimiento, un mal día para atacar a los servicios de inteligencia estadounidenses y en esta ocasión por algo que aparentemente no hicieron.

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