La coartada del desafuero
Columna JFM

La coartada del desafuero

Durante la semana que terminó, Andrés Manuel López Obrador, mostró con claridad cuál será su estrategia electoral, lo más probable es que no haya desafuero: lisa y llanamente al PRI e incluso al PAN no les conviene el desaforar a López Obrador, pero este abandona su estrategia electoral basándose, precisamente en la posibilidad del desafuero, haciéndolo ver como algo inminente como parte de un compló.

Durante la semana que terminó, Andrés Manuel López Obrador mostró con claridad cuál será su estrategia electoral. Como dijimos en este espacio hace ya tiempo, lo más probable es que no haya desafuero: lisa y llanamente al PRI e incluso al PAN no les conviene el desaforar a López Obrador, pero éste abona su estrategia electoral basándose, precisamente, en la posibilidad del desafuero, haciéndolo ver como algo inminente y como parte de un “compló” en el cual involucra a cada vez más personas (la última víctima del jefe de gobierno es Germán Martínez, “acusado” de proponer que José Agustin ortiz Pinchetti, entonces secretario de gobierno capitalino sería el verdadero responsable del desacato judicial) .

La estrategia del desafuero es capital para López Obrador: sin ella no puede alcanzar la presidencia de la república. Desde una óptica estrictamente electoral la fuerza perredista sigue mostrándose mucho más débil de lo que sus apologistas quieren mostrar. Es verdad: el PRD ganó (luego de un 2004 de pésimos resultados electorales que lo dejaron con una votación promedio apenas por encima de 16 por ciento) el estado de Guerrero. Se lo ha querido mostrar como un gran triunfo del partido y sobre todo de López Obrador. No es necesariamente así: hace seis años, con un mal candidato, como Félix Salgado Macedonio, el PRD estuvo apenas a 10 mil votos de ganar Guerrero. Ya entonces fue definitiva la candidatura de Zeferino Torreblanca en Acapulco. El estirón que le faltaba al PRD para ganar se lo dio Zeferino, contribuyó que las corrientes duras de Salgado Macedonio decidieron hacerse a un lado y ayudó mucho que el PRI tomó todas las decisiones equivocadas posibles en su campaña, mientras el gobernador René Juárez parecía ausente de sus responsabilidades.

Ese fue un gran triunfo electoral pero el país no es Guerrero ni fue un triunfo de López Obrador. En Quintana Roo y en Hidalgo, para sumar votos, el perredismo designó dos candidatos impresentables y que han realizados sus carreras muy lejos de ese partido y de sus ideas: Juan Ignacio García Zalvidea y José Guadarrama, dos de las expresiones más lamentables de la política nacional, con una historia tan cargada que resulta incomprensible que un partido que se dice de izquierda pueda optar por esos candidatos. En los dos casos la razón de que hayan sido colocados en esa posición es la misma: compraron la candidatura. Aunque no se sepa bien a bien de dónde procede, los dos disponen de recursos suficientes para financiar sus campañas, y en estos momentos todo el dinero, incluso el del erario público, es bienvenido para la campaña de López Obrador. Los dos, García Zalvidea y Guadarrama, perdieron y quedaron muy lejos de los candidatos triunfadores. Para el PRD vuelve a ser una mala señal electoral que con estos personajes y todo el dinero que se utilizó en esas campañas no se hubieran podido siquiera obtener mejores resultados electorales. En el estado de México, mientras tanto, la candidatura de Yeidkol Pelenvsky se cae por divergencias internas y por el conflicto de identidades que la candidata no aclara, mientras su credibilidad se derrumba.

La campaña contra el desafuero tampoco está siguiendo el curso que esperaban sus impulsores: si bien la mayoría de los capitalinos opinan en contra del desafuero, ello no se está reflejando en el movimiento civil que esperaba el gobierno capitalino. Es verdad que para estrangular una ciudad como la capital no se necesitan demasiados manifestantes, pero por más esfuerzos que se hacen la gente no ha salido espontáneamente a la calle a defender al jefe de gobierno, y los que han salido son, en su mayoría, acarreados, porque en una de las acciones más desacertadas y demostrativas de su forma de hacer y entender el poder, López Obrador ha puesto a todo el gobierno capitalino y sus recursos a su disposición para defenderse del desafuero. Los trabajadores, además, deben aportar, descontado de nómina (¿quién va a ser el valiente que le diga a su jefe que no le entra al cochinito de López Obrador?) un tercio de su salario. Repentinamente el gobierno capitalino anuncia obras viales en Reforma, en el Periférico, en otros puntos de la ciudad sin licitación pública sino por adjudicación directa, violando con ello, una vez más todo un cúmulo de disposiciones legales. Este, al igual que se mostró antes y después de la marcha contra la inseguridad, es el peor rostro de López Obrador: el autoritario, el intolerante, el que considera que los recursos públicos están a su disposición, el que considera que violar la ley es aceptable si ello beneficia a su causa que, a partir de su aceptada visión mística de la política, es inefable.

En este espacio, en muchas ocasiones hemos dicho que no se debe votar en este momento el desafuero de López Obrador, que el mismo es el mejor argumento que se le puede dar al jefe de gobierno y a su partido (ahora sí literalmente suyo porque ha acomodado todas las piezas como para dejar fuera de las posiciones de decisión en el PRD a cualquiera de sus adversarios, ya que para ello ha servido también la campaña contra el desafuero) de cara al 2006. El problema no es el PRD, que es un partido con muchas personalidades muy destacables e incluso algunas imprescindibles en el panorama político nacional, sino el propio López Obrador un hombre con legítimas ambiciones de poder, pero que si se lo analiza fríamente está tras un proyecto político caudillesco, cada día más parecido en todos los sentidos al de Hugo Chávez, que se supone está en las antípodas de lo que ha planteado desde su fundación el PRD.

Lo que llama la atención de todo esto es comprobar que López Obrador está operando sin oposición alguna. En el PAN, el delegado de la Miguel Hidalgo, Fernando Aboitiz, terminó trabajando contra el desafuero y apoyando al jefe de gobierno (lo que seguramente debe haber entusiasmado al electorado panista de esa delegación). El PAN del DF se ve tan débil que su dirigente Carlos Gelista, ni siquiera aparece en declaraciones para los medios. El PRI acaba de poner a una mujer de peso completo al frente del partido en la capital: María de los Angeles Moreno. Pero en estos días, María de los Angeles ha resultado ser la dirigente de la oposición más indulgente posible: probablemente, la líder del priismo en el DF no esté de acuerdo con el desafuero pero ¿está también de acuerdo con que se utilice la estructura y los recursos del GDF en esa campaña; que se le descuente un tercio de su salario a los trabajadores del propio GDF para financiar esa actividad partidaria; que se entreguen sin licitación, por adjudicación directa, obras públicas a diversos contratistas sin que se sepa, siquiera a qué se han comprometido y cuánto nos cuesta; que la deuda del GDF haya sido la que más aumentó en el ámbito nacional en los últimos cuatro años sin que sepamos exactamente en qué se utilizó?. En esos ámbitos debería estar la oposición en el DF.

A Moreno o a Gelista les tendría que importar poco el desafuero que en última instancia es algo que está en el ámbito de la cámara de diputados, pero deberían exigirle al gobierno capitalino que cumpla con su deber, que muestre algo de transparencia en sus acciones, que se dedique a lo suyo, que es gobernar y administrar la ciudad, y no en trabajar para la campaña de López Obrador. Ambos, Gelista y sobre todo Moreno (que es una mujer con peso político nacional, que es escuchada y respetada), deberían sacar la cara por todas las personas que están siendo atropelladas en sus derechos al haber puesto al gobierno local a trabajar y financiar la campaña del jefe de gobierno. Ninguno de ellos lo hace y eso es lo que le permite al jefe de gobierno seguir adelante sin que nadie, en la propia ciudad de México, lo moleste.

Un deslinde necesario

Ayer, un grupo de periodistas de muy distintos medios decidimos hacer pública una decisión largamente analizada: deslindarnos abiertamente de la organización Libertad e Información México (LIMAC AC) que nos había incluido en su consejo consultivo, una instancia que jamás funcionó, cuyos integrantes jamás recibimos una sola información sobre lo realizado y mucho menos sobre los acuerdos políticos y económicos adoptados por LIMAC tanto con organizaciones internacionales como con autoridades estatales. Menos aún se nos consultó sobre las opiniones vertidas por la organización en varios asuntos controvertidos de la política de información y transparencia. No se puede apostar a la carta de la transparencia y la imparcialidad con opacidad y vaivenes políticos. LIMAC y sus directivos tienen todo el derecho de hacer lo que quieran con esa organización, a lo que no tienen derecho es a parapetarse en un consejo consultivo que exhiben públicamente pero ignoran en privado.

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