Yeidckol-Citlali, la candidatura imposible
Columna JFM

Yeidckol-Citlali, la candidatura imposible

Termina el mes de febrero y con él debería concluir la aventura política de Yeidckol Polensky, la joven candidata perredista, impulsada por Andrés Manuel López Obrador, a la candidatura del estado de México. En realidad, Yeidckol, lo sabemos ahora, se llama Citlali Ibáñez Camacho, tiene varias actas de nacimiento con diferentes nombres y no tiene relación familiar con Maximino Avila Camacho como se había dicho.

Termina el mes de febrero y con él debería concluir la aventura política de Yeidckol Polensky, la joven candidata perredista, impulsada por Andrés Manuel López Obrador, a la candidatura del estado de México. En realidad, Yeidckol, lo sabemos ahora, se llama Citlali Ibáñez Camacho, tiene varias actas de nacimiento con diferentes nombres, no tiene relación familiar con Maximino Avila Camacho como se había dicho sino que su padre es el coronel Cuitláhuac Ibáñez Treviño y la madre de la candidata es Guillermina Camacho Amezcua, que se fue cambiando el nombre en numerosas oportunidades para aparecer luego, como Avila Camacho, aduciendo que era hija de una amante del hermano del ex presidente.

La historia va más allá cuando el propio padre de Yeidckol-Citlali, el coronel Ibáñez asegura que ella tuvo dos hijos siendo adolescente y pero éstos fueron registrados como hijos de su madre, Guillermina. Una de ellas es Shirley Almaguer Camacho, actual jefa de relaciones públicas de Canacintra. El cambio de nombre y apellido se dio en Mexicali cuando Yeidckol tendría unos quince años.

Es verdad que éste puede ser un asunto estrictamente personal y que historias de familias rotas y disfuncionales hay muchas en México. Pero si alguien busca una de las posiciones más importantes de la función pública en el país, como es la gubernatura del estado de México, no puede ignorar esa realidad: el problema de Yeidckol-Citlali no es sólo familiar: es personal y evidentemente político. Por obvias razones, las diez actas de nacimiento diferentes que dice su padre que tiene (conocemos por lo menos unas cinco de ellas) no pueden ser legales, tampoco su cambio completo de identidad o los de sus supuestos hijos. Menos aún puede aceptarse que se haya contado toda una historia de inmigrantes polacos llegados a Mexicali hace años cuando evidentemente no fue así.

Un candidato a gobernador no puede reinvertar su historia personal: buena o mala debe ser la sociedad la que defina si su personalidad y su historia lo hacen capaz de afrontar las responsabilidades para las que se está postulando. No sé si Yeidckol-Citlali cometió o no algún delito, si toda esta confusión digna de una mala telenovela deviene sólo de una historia familiar conflictiva, de una familia desintegrada o va más allá. Lo que sí sabemos es que hasta que los medios difundieron la historia, la ex presidenta de Canacintra no nos había dicho la verdad. Leí unas declaraciones de la candidata perredista del estado de México, diciendo que nunca pensó, al aceptar la postulación, que se esculcara en su vida personal hasta ese nivel (un nivel bastante superficial por cierto). O se trata de una mala salida política o ello demuestra una ingenuidad política imposible de creer en alguien que aspira a gobernar el principal estado del país.

Un candidato a gobernador es un personaje público por excelencia. Salvo aspectos muy específicos de su vida privada, la misma en automático se convierte en pública, su vida y su historia quedan bajo el escrutinio de sus adversarios y de los medios de comunicación. ¿Cómo se puede pensar que una historia personal de esas características, con cambios de identidad, con raíces familiares confusas, puede quedar en la sombra cuando, además, hay tantas personas que sabían por lo menos una parte de la verdad?

Dijo la candidata después de que se difundieran con Víctor Trujillo las declaraciones de su padre, que “legalmente no hay ningún obstáculo para competir; seguramente hay quien quisiera apostar a que esto tuviera problemas o generara posibilidades de descalificación pero en cuanto a cuestiones legales y jurídicas no existe problema alguno”. ¿Realmente lo cree así?¿cree Yeidckol-Citlali que no existe problema alguno, que todos sus papeles están en regla, y que no existirá impugnación a su candidatura? Por supuesto que lo habrá: simplemente si su cambio de nombre no fue legal, ante notario y en un acta certificada, estará imposibilitada de registrarse. Incluso esta misma semana ella volvió a contradecirse cuando agradeció a Manuel Avila Camacho esclarecer una situación que ella “no hubiera podido explicar” (¿por qué no podría?), cuando dijo que su madre era descendiente de los Avila Camacho. Pero un día después, el jueves, su padre, el coronel Ibáñez, aclaró que eso era falso, que su ex esposa y madre de la candidata nunca fue descendiente de la familia del ex presidente sino que fue transformando su apellido para dar esa idea “para valerse de él, para hacer tropelías”. Cualquier candidato al conocer esta historia hubiera dado inmediatamente su versión de la misma, hubiera mostrado todo lo que tuviera que mostrar y hubiera asumido, si existía, la responsabilidad. Hasta ahora, más de tres semanas después de que Julio Hernández publicó por primera vez esta historia, la candidata perredista lo único que ha dicho es que en los próximos días explicará todo y no ha explicado nada. Cuando se tienen que tomar tantos días para dar una explicación, es que, probablemente, ésta no está a la mano, no es accesible o resulta impresentable. Y esa percepción ya se ha instaurado y por lo tanto no puede continuar como candidata. Decir que las cosas van bien porque ahora la conocen 8 de cada diez mexiquenses, es como pedir la candidatura presidencial para René Bejarano porque después del famoso video con Ahumada se hizo famoso en todo México.

Si su cambio de nombre es legal, quizás Yeidckol-Citlali pueda continuar con su candidatura, pero políticamente está ya destruida. Tendrá que pasar el resto de la campaña explicando esta situación, dando cada vez mayores detalles que entonces sí, terminarán encallando en lo estrictamente personal y la podrán destruir, también, como persona, como mujer. Es una ley inexorable de una campaña política. Gary Hart hace ya muchos años era el mejor candidato que podía tener el partido demócrata a la presidencia: alguna vez le preguntaron si había engañado a su esposa, Hart contestó que no. Pero unos días después se distribuyó una foto del precandidato saliendo de la casa de su amante a altas horas de la noche. A Hart finalmente lo perdonó su esposa, pero nunca más pudo buscar la presidencia. El caso de Yiedckol es similar: es, en lo personal, una mujer que me parece agradable e inteligente, que cae, sin duda, bien, pero precisamente por eso mismo debe abandonar ya la campaña por el estado de México, reconstruir su historia, presentar las cosas como son y, si puede, volver a empezar. Hacerlo, hoy, desde la candidatura del PRD al estado de México, es un suicidio político.

Por supuesto que una decisión de ese tipo será costosa. Primero para ella misma, que es una mujer con fuertes y legítimas ambiciones políticas (pero que por eso mismo debe poner en orden, primero, su vida personal, algo que no se puede hace en el medio de una campaña electoral); segundo, para Andrés Manuel López Obrador que la impulsó para esa posición (¿y se puede creer que AMLO no conocía esta historia antes de ofrecerle la candidatura?, pero sabemos que para el precandidato perredista la ley es siempre un elemento negociable); tercero, para el PRD en el estado de México que, de todas formas tiene otras opciones, aunque no tan buenas, para presentar. Genera un gran beneficiario, Rubén Mendoza Ayala que tiene posibilidades muy serias de sumar muchas de las preferencias que hubieran podido quedarse con Polenvsky-Ibañez. Al PRI lo obliga a presentar mayores opciones que la simple continuidad en el gobierno estatal.

Es una lástima, pero Yeidckol Polenvsky-Citlali Ibáñez no podrá contender por el estado de México. Pero tiene la oportunidad, si ello es posible, de dar un paso al costado, poner las cosas en claro y demostrar que sí puede tener futuro político. Hoy, como están las cosas, será destruida, personal y políticamente. No debe continuar con la candidatura, aunque su partido esté dispuesto a sacrificarla para no admitir el error.

El turismo kafkiano

Decidir tomar un fin de semana fuera de la ciudad debería ser algo sencillo y agradable. Hacerlo en nuestro país puede ser casi una pesadilla. Pongamos por ejemplo que un servidor decida pasar el fin de semana en Puerto Vallarta. El viernes llegar al aeropuerto en obras interminable es una locura, pero no importa porque el avión de Aeroméxico en el que saldría terminando su noticiero, se retrasa cada vez más, hasta partir a la medianoche. Llega bastante después de la una de la mañana al hotel en el que reservó (y ya pagó la habitación), el prestigiado Quinta Real de Vallarta. Pero le dicen que como es tarde sólo le pueden dar una habitación que es digna de un mal hotel de paso: obviamente, el costo es el mismo que el de una suite de lujo. Ni con quien quejarse. Al regresar, apenas dos noches después, una vez más, Aeroméxico retrasa el vuelo sin explicación alguna. Ni siquiera los pasajeros que tienen conexiones internacionales y que no saben si llegarán a ellas, reciben una explicación. No importa, el aeropuerto está lleno, el turismo sigue llegando. Más temprano que tarde matarán, la gallina de los huevos de oro, pero, mientras tanto, ¿a quién le importa?

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