La Corte no cortó la electricidad
Columna JFM

La Corte no cortó la electricidad

Sólo la Compañía de Luz y Fuerza del Centro recibirá este año 25 mil millones de pesos de subsidios o sea de nuestros impuestos: de esa cantidad el 37 por ciento va directamente a la nómina de la empresa, misma que sigue siendo una muestra, pese al esfuerzo de algunos de sus directivos y trabajadores, de una notable falta de calidad y eficiencia, como los recursos van al gasto corriente y no a la inversión, la capacidad de la empresa se deteriora cotidianamente. La situación de la Comisión Federal de Electricidad es mejor pero no mucho y la capacidad del país para abastecerse de energía disminuye cada día, mientras que las reformas del sector están paralizadas.

Sólo la Compañía de Luz y Fuerza del Centro recibirá este año 25 mil millones de pesos de subsidios o sea de nuestros impuestos: de esa cantidad el 37 por ciento va directamente a la nómina de la empresa, misma que sigue siendo una muestra, pese al esfuerzo de algunos de sus directivos y trabajadores, de una notable falta de calidad y eficiencia, como los recursos van al gasto corriente y no a la inversión, la capacidad de la empresa se deteriora cotidianamente. La situación de la Comisión Federal de Electricidad es mejor pero no mucho y la capacidad del país para abastecerse de energía disminuye cada día, mientras que las reformas del sector están paralizadas.

La decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de rechazar las atribuciones de la Auditoria Superior de la Federación para cancelar las inversiones de las plantas productoras de energía operadas por el sector privado, dándole la razón al gobierno federal e implícitamente otorgándole luz verde para continuar con las inversiones de esas empresas, permitió que no se colapsara el sistema energético nacional. Según datos de la Comisión Federal de Electricidad, citados en el libro ¿La luz o la oscuridad? del senador Alejandro Gutiérrez, existen actualmente ocho grandes centrales que generan energía eléctrica que a su vez suministran a la CFE, mientras que están en construcción otras nueve y otras cuatro están en proceso de licitación (entre grandes y pequeñas hoy operan unas 50 plantas privadas en todo el país). Para el 2011, según los mismos datos, el 32 por ciento de la capacidad instalada, provendrá de las plantas del sector privado. Actualmente éstas generan el 13 por ciento de todo el sistema. Si la Corte hubiera actuado en otro sentido (y recordemos que el voto fue de seis ministros contra cinco) hoy el sistema energético nacional podría haber colapsado.

Estos datos demuestran varias cosas: primero y principal, que es una falacia que no existe capital privado en el sector energético. Cuando el 18 de marzo pasado, el precandidato perredista Cuauhtémoc Cárdenas presentó una propuesta para reformar el sector energético y, sin reformar la constitución, impulsar este tipo de modelos, el también precandidato perredista, Andrés Manuel López Obrador, se limitó a decir que en su opinión no había que abrir nada del sector al capital privado. Esa misma tarde entrevisté a Cárdenas y éste me decía algo que sonaba muy lógico: ¿qué iba a hacer López Obrador entonces, cerrar todas las plantas que ya estaban funcionando con este esquema? Tenía razón y ahora la Suprema Corte lo ha confirmado. Pero también confirma que esa inversión es imprescindible y que sería preferible transparentarla y colocarla en un marco legal mucho más accesible en lugar de establecer estos acuerdos casi en lo oscurito y en un contexto en el cual estas plantas, que implican a pesar de sus limitaciones, inversiones millonarias, viven en una suerte de zona gris de la legalidad.

Permite comprobar, también, que por el esquema adoptado, tenemos hoy operando plantas que son en su totalidad privadas y en su enorme mayoría con inversiones de empresas internacionales, pero no permitimos que empresarios nacionales puedan participar en la generación de energía, vendiéndola a la CFE y ampliando la generación, bajando costos y abriendo el mercado. Ello permitiría que, simultáneamente, los recursos públicos que ahora se destinan en su enorme mayoría al gasto corriente, pudieran concentrarse más en la inversión y el mejoramiento de la red, al tiempo que disminuiría, como ha ocurrido en casi todos los países que han abierto su mercado energético, los costos de la energía. La decisión de la Corte y los datos objetivos de la producción que ya está en manos de la iniciativa privada, y no de la nacional, sino de la extranjera, confirman que vivimos, en el ámbito de la legislación sobre energía, en un mundo de mentiras y fantasías, en las cuales el factor falsamente nacionalista lo que hace es ocultar intereses políticos y de sectores clientelares que no van más allá de un discurso electoral inmediato.

Cuando los López Obrador, los Bartlett, los Murat, se oponen en forma tan intensa a cualquier apertura en el sector, en realidad lo que están haciendo es defendiendo sus propias causas personales con un discurso que puede funcionar publicitariamente pero que está basado, lisa y llanamente, en mentiras. Parece absurdo, pero sólo dos países del mundo tienen un sistema cerrado como el nuestro en el ámbito de la energía: uno es México, el otro Corea del Norte (en un esquema falso, porque en realidad la energía que utilizan proviene en muy buen porcentaje de China). Vivimos en un sistema tan ilógico, que hoy la participación privada en la generación de energía eléctrica supuestamente está prohibida pero en realidad el sector privado participa con un buen porcentaje (sin el cual el sistema se colapsaría); PEMEX no puede asociarse con inversionistas privados en México, pero sí puede hacerlo con la Shell en Texas, para producir allí, en Estados Unidos y generando en ese país empleos y pagando impuestos, los energéticos que se requieren en México, por supuesto a un costo mayor; importamos gas de países tan lejanos como Argelia, Australia o Bolivia, pero no podemos explotar las enormes reservas de la Cuenca de Burgos; tenemos fuertes reservas submarinas de crudo en el golfo de México pero no las podemos explotar porque no tenemos la tecnología necesaria, aunque los mismos yacimientos, a metros de nuestro mar territorial, los explotan las empresas que sí tienen esa tecnología asociadas con productores estadounidenses. Cuanto más ineficientes son nuestras empresas del sector, mayor parte de los recursos y subsidios los ocupan en el gasto corriente, más poderosos son sus sindicatos y más clientelares (siempre con la excusa de defender a los trabajadores cuando lo que están defendiendo son los intereses de los líderes y sus acuerdos político-partidarios), más caras las tarifas y peor el servicio (el fin de semana, en la zona de la ciudad donde vivo, en San Angel, un golpe de energía, se echó todo el sistema eléctrico de la casa, incluyendo varios aparatos, desde teléfonos hasta microondas, pasando por videos y alarmas, y eso sucede todos los días, en el DF y en buena parte del país y no hay a quien reclamarle: imaginemos el costo global que ello implica).

La carga de asuntos que están en manos de la Suprema Corte es apabullante, pero por lo menos ayer, los ministros (aunque me sigue asombrando que por una mínima mayoría) ayudaron, aunque sea un poco, aunque ello no despeje ni mucho menos el panorama, a por los menos, no complicarlo más aún.

Derbez, EU, Cuba

El apoyo explícito de Estados Unidos a Luis Ernesto Derbez para la secretaría general de la OEA veremos si dará frutos el próximo 2 de mayo, cuando se vuelva a realizar la votación suspendida esta semana ante el empate, en cinco rondas, entre el canciller de México y el ministro del interior chileno, José Miguel Inzulsa. Ello implicará que México votará a favor de la declaración sobre violación de derechos humanos en Cuba en la comisión de Naciones Unidas en Ginebra. Lo que endurecerá la posición de Cuba y sus socios en el Caribe, junto con Venezuela (que está ofreciendo petróleo a cambio de votos en la región) en torno a la candidatura de Inzulsa. Pero también ello obligará a Estados Unidos a fortalecer la candidatura de Derbez. Será interesante ver el resultado, como lo será el saber el costo y los beneficios que todo ello pueda acarrearnos.

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