La guerra antiterrorista vista desde el Norte
Columna JFM

La guerra antiterrorista vista desde el Norte

Ver a México desde una cierta distancia siempre ayuda, sobre todo en momentos de tanta polarización y confrontación interna sobre todo cuando la agenda nacional parece haberse reducido, en forma absurda, sólo al tema de la continuidad o no del gobierno de López Obrador.
En Washinton y en Miami, estuvimos analizando con funcionarios de la oficina antidrogras de la Casa Blanca, del Departamento de Estado y del Pentágono, la estrategia antiterrorista de la administración Bush.

Bogotá, 27 de abril.- Ver a México desde una cierta distancia siempre ayuda, sobre todo en momentos de tanta polarización y confrontación interna, sobre todo cuando la agenda nacional parece haberse reducido, en forma absurda, sólo al tema de la continuidad o no del gobierno de López Obrador en la capital del país, en un futurismo electoral que parece demasiado vacío de contenidos. Sobre todo sorprende, visto desde Estados Unidos, donde estuvimos en los últimos días, que no se analice ni se discuta, el tipo de relación que como país debemos mantener con la Unión Americana, nos guste o no la administración Bush, sobre todo en el tema de la seguridad, de la lucha antinarcóticos y antiterrorista que está en el centro de la atención de Washington.

En Washington y en Miami, estuvimos analizando con funcionarios de la oficina antidrogas de la Casa Blnaca, del departamento de Estado y del Pentágono, la estrategia antiterrorista de la administración Bush y lo primero que llama la atención es que, para este gobierno estadounidense, la lucha antiterrorista y contra el narcotráfico son una sola cosa, indivisible la segunda de la primera, con todas las implicaciones que ello conlleva. Lo segundo, es que si bien no existen recriminaciones a México por su colaboración en materia de seguridad, tampoco se percibe un entusiasmo excesivo, al contrario de lo que sucede con Colombia y con el presidente Alvaro Uribe, que parece haberse convertido (el país y su presidente) en la mejor carta y la más reconocida por Washington, en la región. Todos los funcionarios con los que hablamos en estos días, coinciden con esa visión de Colombia, tanto que para David Murray, el auxiliar del director de la oficina de Control de Drogas de la Casa Blanca, encargado de América Latina, “para entender lo que pasa y lo que quieren hacer en Afganistán, se debe comprender primero a Colombia”.

¿Cómo están viendo en Washington su propio esquema de seguridad y la participación de México en él? Primero, como decíamos, unificando los conceptos de lucha antiterrorista con la lucha antinarcóticos, concibiendo a ambos como lo mismo. Esa es la idea motor. Si bien aseguran que el consumo de drogas ha bajado hasta un 17 por ciento en los Estados Unidos y también la producción de cocaína en Colombia, lo cierto es que reconocen que no tienen una cifra estimada exacta de la producción de drogas sintéticas, dentro y fuera de la propia Unión Americana y tampoco de la producción interna de marihuana (o de la que penetra vía Canadá). Con México reconocen una estrecha colaboración para erradicación de marihuana y amapola, pero nuestro país, junto con Colombia, sigue siendo el principal aprovisionador de marihuana, cocaína y heroína, y también, junto con Canadá, de precursores para drogas sintéticas. Les preocupa la violencia en la frontera pero, según decía el propio Murray está se debe a “mecanismos misteriosos” ya que consideran que “no queda claro” a qué se debe y prefieren ubicarla, como lo hace el gobierno mexicano, como consecuencia de los golpes que han recibido los grandes cárteles y que ha pulverizado a los distintos grupos que se enfrentan con mayor virulencia para el control de territorios y mercados.

Pero también, están interesado, como nos decía Linda Jewell, secretaria adjunta para asuntos hemisféricos del departamento de Estado, en un esquema de “seguridad integral” que vaya más allá de los actuales mecanismos de cooperación y que alcance desde “la seguridad individual” de los ciudadanos en la calle en cualquiera de nuestros países hasta “la cooperación para ver como un todo, el tráfico de drogas, el de armas, de personas, la ciberseguridad y el terrorismo”. La administración Bush no concibe ninguno de estos aspectos como capítulos separados. En el caso de México, Jewell insistió en que su gobierno no tiene pruebas ni indicios de que terroristas hayan pasado por nuestra frontera norte rumbo a Estados Unidos, pero también dijo que la consideran una ruta “natural” para el ingreso de terroristas, por lo que para combatir a éstos es necesario combatir el tráfico de drogas y de gente en una misma lógica.

El secretario adjunto para el hemisferio occidental del pentágono, Roger Pardo Maurer, fue más allá. Para él, el secretario Donald Rumsfeld ha enviado dos mensajes a los países de la región que modifican toda la concepción sobre los mecanismos de cooperación: primero, lo que llamó “la soberanía efectiva”: antes del 11 de septiembre, la colaboración con países como México y Colombia, se basaba en el narcotráfico. Para avanzar en cualquier otro tema de seguridad o inteligencia había que solicitar, dentro de los propios Estados Unidos, permisos políticos, legislativos y en ocasiones judiciales. Ahora, al querer hacer más “efectiva” la soberanía, la idea es tener una política más “expansiva”, en el sentido de poder colaborar en todos los temas de seguridad simultáneamente, sin barreras. Fue muy enfático en que en este sentido, su gobierno tiene una marcada identidad con el de Alvaro Uribe, al que calificó de un presidente “fuerte” y dispuesto a recuperar el control de todo su territorio. El segundo punto, ligado estrechamente al anterior, es que la estrategia contempla “el potencial antisocial” de todos los fenómenos de terrorismo y crimen organizado como un solo elemento y, por lo tanto, como una amenaza que no se puede enfrentar nacionalmente, sino en un esquema de colaboración internacional “efectiva”. Antes, decía Pardo Maurer, la colaboración se daba, sobre todo entre ejércitos casi en forma bilateral, ahora están enfatizando y buscando mecanismos de cooperación regionales, en los cuales, a solo una nación consideran alejada de esos principios e intenciones: es la Venezuela de Hugo Chávez, sobre todo por tres puntos: falta de cooperación; compra de armas que consideran “excesivas” para las necesidades de defensa de Venezuela; y lo que Pardo Maurer calificó como una virtual “invasión” de cubanos en la nación sudamericana.

Eso lleva a otro tema, que no debería ser subestimado. Muchas veces nos hemos preguntado qué interés podría haber en buscar la secretaría general de la OEA y porqué el apoyo explícito de Estados Unidos a Luis Ernesto Derbez. Lo cierto es que la Casa Blanca parece más interesada en la OEA que en otros momentos: valoran la importancia que, vía la OEA, se mantenga el respaldo al tratado de Río que les permite una colaboración regional contra el terrorismo (y por ende, contra el narcotráfico y el crimen organizado); también mecanismos de control par garantizar la ciberseguridad regional; y para buscar salidas conjuntas a desafíos como la Venezuela de Chávez o la caída de Lucio Gutiérrez en Ecuador. En esta lógica, no lo dicen pero parece evidente, que desearían contar con un liderazgo en la OEA que les garantice que esos y otros capítulos de cooperación regional se mantengan. Tampoco lo dijeron nuestros entrevistados, pero es un secreto a voces en Washington que el rechazo a José María Insulza para esa posición se debió al respaldo que Chávez otorgó a la candidatura del chileno.

Finalmente, en este contexto, otro punto parece muy importante, sobre todo para el departamento de Estado: las modificaciones a los sistemas judiciales de los países de la región. Jewell fue muy enfática en este tema, insistiendo en que lo que hay son “recomendaciones” a partir de “solicitudes” de apoyo de los diferentes países, entre ellos México, que buscan modificar su sistema y aplicar mecanismos más eficientes, como, por ejemplo, los juicios orales.

En otras palabras: hoy, para Washington, México es importante y está colaborando en términos generales con sus intereses centrales, pero el ejemplo de lo que se puede y debe hacer está en Colombia, donde en estos días veremos, y le contaremos, cómo funcionan, en la realidad, esos mecanismos de estrechísima colaboración.

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