17-03-14 Faltaban dos días para que se anunciara la fuga de El Chapo Guzmán y los denunciantes de lo que sucedía en el penal de Puente Grande, apoyados por la entonces presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de Jalisco, Guadalupe Morfín, habían sido ignorados.
Fue cuando ocurrió lo más grave: los denunciantes fueron trasladados en la madrugada del día 16 a las propias instalaciones del penal de Puente Grande y uno por uno fueron llevados a la dirección del penal (que era parte del esquema de corrupción denunciado por estos custodios), donde fueron confrontados por los visitadores de la CNDH y funcionarios de la SSP con las autoridades del penal que eran las mismas acusadas de los actos de corrupción.
En esos careos estuvieron presentes el director del penal Leonardo Beltrán Santana, otro funcionario del área jurídica del penal y Enrique Pérez, director general de prevención y readaptación social de la Secretaría de Seguridad Pública. Después de los interrogatorios, los denunciantes fueron mantenidos incomunicados en las mismas instalaciones del penal, detenidos por sus acusados.
Dos de los custodios lograron salir y llegaron en la mañana del 17 de enero a las oficinas de Guadalupe Morfín. Uno de ellos, el primero que había presentado la denuncia y que había impulsado a otros compañeros a reafirmarla, se derrumbó llorando ante la ombudsman tapatía. “¿Qué nos ha hecho la Comisión?” reclamaba, convencido de que su vida ya no tenía valor alguno.
Morfín decidió hablar directamente con Alejandro Gertz Manero, secretario de Seguridad Pública federal. Gertz no tomó la llamada pero lo hizo su secretario particular, Bernardo Portas Turri, quien recibió un informe completo de lo sucedido. Además le informó que el control de El Chapo, El Güero y El Texas sobre el penal había coincidido con la llegada de tres comandantes del cuerpo de seguridad interna, provenientes de Sinaloa, a fines de 1999. Portas dijo que hablaría con su jefe y al día siguiente el entonces subsecretario Jorge Tello Peón se comunicó con Morfín pidiendo una cita para el viernes 19 de enero.
Morfín trató de hablar con José Luis Soberanes. El ombudsman nacional tampoco tomó la llamada, pero habló con su coordinador de asesores, que le pidió que le enviara por escrito las nuevas denuncias. La misma, calificada como un documento “confidencial, urgente y extremadamente delicado”, fue filtrada a los medios de comunicación dos días después, utilizándola, en forma distorsionada, como una prueba de la intervención de la comisión jalisciense buscando “relajar” la seguridad en los reclusorios y así colaborar en la fuga de El Chapo. Sin embargo, el acta lo que dice es otra cosa: hace una amplia denuncia de las presiones a las que fueron sometidos los custodios que estaban denunciando el esquema de corrupción en Puente Grande y cómo fueron convertidos en sospechosos por autoridades de la CNDH, de la SSP y del propio penal.
El día 19 en la mañana, está llegando a Guadalajara el subsecretario Tello Peón. Habla con Guadalupe Morfín y le dice que se está dirigiendo directamente al penal de Puente Grande. La ombudsman le pide que antes de ir al penal regrese y hable con ella. Morfín se da cuenta de que Tello no está solo, le pregunta quién lo acompaña, Tello le dice que el director del penal, Beltrán Santana. Morfín le dice que delante de Beltrán no hablará nada.
Más tarde le habla el delegado del Cisen en Jalisco, de parte de Tello Peón y de Eduardo Medina Mora, director entonces de esa institución, y le dice que Tello, después de la llamada, comprendió la gravedad de la situación y que quería hablar a solas con ella. El encuentro, ese día, entre Tello y Morfín nunca se produce. A primera hora de la mañana del 20 de enero, Morfín recibe una llamada de Eduardo Medina Mora, director del Cisen, que le informa que la noche anterior se había descubierto la fuga de El Chapo y que su seguridad podía correr algún riesgo.
La historia cuenta que, cuando Tello Peón llegó a Puente Grande y pudo comenzar a conocer la situación y las denuncias que se habían presentado, ordenó un cambio general de guardias, la detención cautelar de la mayoría de los involucrados y un operativo especial de seguridad. Pero cuando todo eso se puso en marcha, cerca de las diez de la noche del 19 de enero, El Chapo Guzmán ya no estaba en el penal. Todavía un custodio, declaró que él había visto al Chapo a las siete de la tarde del viernes, otro, de apellido Sánchez dijo que cuando pasó lista, a las 21.15 horas, el Chapo estaba allí. Los dos mentían: el Chapo se había fugado, por lo menos, desde el mediodía del viernes, unas horas después de la llegada a Guadalajara de Tello Peón y antes de que éste ordenara el operativo. Incluso, dicen, El Chapo no se escapó de Puente Grande, sino que ese operativo lo “encontró” fuera del reclusorio y allí, afuera, decidió quedarse.