El PAN, como nuevo rico
Columna JFM

El PAN, como nuevo rico

El proceso se inicio hace tiempo, pero sobre todo desde que asumió su nueva dirección en marzo pasado, encabezada por Manuel Espino. El PAN parece haber perdido por completo el rumbo: nadie sabe hacia donde se dirige el partido en el poder. Lo mismo defiende militantes, candidatos investigados por su relación con el narcotráfico, que, en voz de su presidente expresa que prefiere que gane López Obrador el 2006, sino lo hace el propio PAN.
Pero su comité ejecutivo parece haber cometido un grave error en su corta gestión, al aprobar la cifra acordada por el CEN para que los aspirantes puedan gastar en sus campañas: nada más y nada menos que 75 millones de pesos cada uno y una cifra adicional de 50 millones si se va a la segunda ronda.

El proceso se inicio hace tiempo, pero sobre todo desde que asumió su nueva dirección en marzo pasado, encabezada por Manuel Espino. El PAN parece haber perdido casi por completo el rumbo: nadie sabe hacia dónde se dirige el partido en el poder, cuáles son sus objetivos, a qué responde, bajo qué principios sustenta su accionar: gira en 180 grados en su estrategia, en su visión de las cosas, y días después vuelve a girar. Lo mismo defiende militantes y hasta candidatos investigados por su relación con el narcotráfico (como ocurrió con el diputado sinaloense asesinado ayer, Saúl Rubio Ayala), que, en voz de su presidente nacional expresa que prefiere que gane López Obrador en el 2006, si no lo hace el propio PAN. En el camino arrumba su ideología, su proyecto histórico, con alianzas extrañas, en busca de resultados electorales que, simplemente, no se le dan.

Pero su comité ejecutivo nacional parece haber cometido uno de sus más grave errores de su corta gestión. Ayer el PAN aprobó la convocatoria para la elección de su candidato presidencial. Todo lo que incluye la convocatoria: las tres elecciones internas como una suerte de primarias tipo estadounidense a realizarse el 11 de septiembre, el 2 de octubre y el 23 del mismo mes; la posibilidad de una segunda vuelta el 6 de noviembre; los debates que realizarán los precandidatos, es muy positivo y demuestra un trabajo serio y equilibrado de la comisión que elaboró el dictamen. Pero todo ello quedó opacado por la insólita cifra acordada por el CEN para que los aspirantes puedan gastar en sus campañas: nada más y nada menos que 75 millones de pesos cada uno y una cifra adicional de 50 millones si se va a la segunda ronda (si es que ninguno de los aspirantes, en las tres primeras votaciones no obtiene un 50 por ciento de los votos). Como serán cuatro los precandidatos: Santiago Creel, Felipe Calderón, Francisco Barrio y Alberto Cárdenas, el PAN se gastará nada más y nada menos que 350 millones de pesos en esa campaña interna que comenzará el 12 de julio y terminará el 23 de octubre. O sea que para una campaña de cien días se gastará 3 millones 500 mil pesos diarios de campaña. Comparemos con los gastos establecidos por el IFE para la campaña presidencial: 600 millones de pesos y se comprenderá porqué para muchos militantes panistas (y muchos sectores sociales) esa cantidad es una ofensa y un error grave político.

Las elecciones son caras, la democracia también lo es, pero no nos equivoquemos: esta elección interna del PAN un siquiera será para un electorado abierto, ya que se resolverá sólo entre sus militantes y adherentes. La cifra máxima de electores potenciales es de un millón 400 mil electores, aunque muchos sostienen que, en realidad, difícilmente el número de electores supere los 500 o 600 mil electores. Pero supongamos que votaran todos: el costo por voto sería de 250 pesos.

Se podrá argumentar que en una campaña electoral eso no es tanto dinero: la televisión, los medios, la publicidad cuesta muy cara. Pero se suponía que esta campaña panista sería distinta y por eso se circunscribía a militantes y adherentes: sería una campaña de debates, de confrontación de ideas, de propuestas, de personalidades. Obviamente, los miembros del comité ejecutivo no están pensando en ello, o imaginaron otra campaña, porque aumentaron la cantidad propuesta por la comisión de elecciones de 39 millones por precandidato a los 75 millones de pesos actuales. Sólo puede comprenderse esa decisión y ese volumen de gasto, si se realizará una campaña interna utilizando en forma intensiva los medios masivos de comunicación.

Y eso lleva a otra pregunta ¿cuáles de los cuatro precandidatos puede gozar de esos recursos, cuál puede recaudar esa cantidad de dinero exclusivamente en la precampaña? Porque recordemos que el partido no le entregará a ninguno de los precandidatos un solo peso. Y si esto piensa gastar el PAN en un proceso interno, limitado sólo a los miembros del partido, máximo un millón y medio de electores ¿cuánto se piensa gastar en la campaña presidencial propiamente dicha, con un padrón de más de 60 millones de electores, en un proceso de por lo menos cinco meses de duración?

La respuesta es obvia y daña al PAN y a quien aparece como su principal aspirante: Santiago Creel. El secretario de Gobernación es el más conocido de los aspirantes panistas y necesitaría menos exposición que sus adversarios, pero fue su gente en el CEN la que presionó para aumentar los límites de gastos. Creel es el que más dinero puede recaudar en estos momentos precisamente por la posición que ocupa en el gobierno federal, pero eso mostrará una disparidad de recursos notable entre su campaña y la de sus adversarios y generará un percepción de inequidad en el proceso. Llevará a sus adversarios a utilizar un discurso mucho más duro en su contra, porque tendrán que compensar con ello esa disparidad de recursos y presencia.

Pero el tema va más allá: el capital político del PAN y de sus aspirantes se basa en dos pilares: el no a la corrupción y el sí a la democracia. Esta decisión, aunque en automático no funcione así, dejará dudas sobre la transparencia, el origen de esos recursos y generará denuncias internas respecto al financiamiento ilegal de las campañas, sobre todo, por obvias razones, la de Creel, y suscitará sospechas de corrupción, máxime cuando en el mundo político se venía criticando con dureza y razón al PRD por haber autorizado un gasto de 30 millones de pesos a cada uno de sus precandidatos para una campaña interna de apenas mes y medio, algo que incluso ha causado tal reacción en la gente de Cuauhtémoc Cárdenas que podría llevarlo a renunciar a la contienda (que no es lo mismo que declinar a favor de López Obrador). En ese contexto, es donde el PAN decide aprobar gastos por más del doble de lo decidido por los perredistas, y obviamente quedarán mal parados.

También, al percibirse como una contienda inequitativa, se vulnerará la otra base de apoyo del panismo tradicional: el respeto a las formas y contenidos democráticos. Todo ello en un marco de polarización entre los propios precandidatos que en nada beneficiará a quien termine resultando el ganador.

Se argumentará que en términos mercadotécnicos es importante utilizar la precampaña para posicionar al candidato y al partido y ubicarlo en la línea de salida para la campaña presidencial. Es verdad, pero caer en el exceso, sobre todo en un partido como el PAN, constituye un grave error. El CEN panista todavía tiene la oportunidad de reflexionar sobre el tema y recordar que existe una iniciativa presidencial que reclama a los partidos políticos reducir sus gastos de campaña y transparentar y regular los gastos de precampaña. No es ésta la forma de hacerle honor a su propia iniciativa.

Jesse Jackson en México

Dicen en Los Pinos que el malestar generado por la declaración del presidente Fox sobre “los negros” es algo superado, parte del pasado. Difícilmente lo será cuando ayer estuvo en Los Pinos el embajador Tony Garza y hoy en la mañana, de urgencia, fue invitado el reverendo Jesse Jackson a la casa presidencial para “explicarle” lo sucedido. Con lo fácil que hubiera sido tomar el ejemplo de la subsecretaria Patricia Olamendi, decir que fue un error involuntario y ofrecer una disculpa a todos aquellos que se sintieron agraviados por el comentario y salir con dignidad del problema.

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