Sus opositoroes panistas recibieron con rudeza el ingreso formal a la competencia interna de Santiago Creel: Francisco Barrio Terrazas aseguró que ahora si van a saber de qué cuero salen más correas, Felipe Calderón fue más duro aún. Dijo que, como persona, Creel es un buen hombre pero que como secretario de Gobernación fue ?malísimo?, tanto que la operación política, aseguró, fue el mayor problema de esta administración.
Sus opositores panistas recibieron con rudeza el ingreso formal a la competencia interna de Santiago Creel: Francisco Barrio Terrazas aseguró que ahora sí van a saber de qué cuero salen más correas y auguró que desde el gobierno federal y la secretaría de gobernación seguirán brindándole apoyo al ex secretario, que ayer fue reemplazado por Carlos Abascal en la SG.
Felipe Calderón fue más duro aún. Dijo que, como persona, Creel es un buen hombre pero que como secretario de Gobernación fue “malísimo”, tanto que la operación política, aseguró, fue el mayor problema de esta administración. Al mismo tiempo, ampliando su equipo de campaña, Calderón presentó, para muchos en forma sorpresiva, al ex perredista y ex embajador de México en Cuba, Ricardo Pascoe. Antes en su cena para recaudar fondos, en la que juntó tres millones de pesos, a Calderón lo acompañaron don Luis H. Alvarez, el secretario de turismo, Rodolfo Elizondo, el ex director de comunicación social de la presidencia, Francisco Ortiz y el consejero del IFAI, Alonso Lujambio, entre otros.
La contienda interna panista será muy dura: el recibimiento que tuvo Creel de sus adversarios lo deja entrever con claridad: Calderón y Barrio endurecerán las críticas y el discurso y el ahora ex secretario deberá demostrar que puede salir adelante si quiere ser candidato, pero además, tendrá que lograr hacerlo sin pagar un costo excesivo por ello. Las encuestas demuestran que Creel está por arriba de sus adversarios pero la elección panista será muy particular: votarán sólo los militantes y adherentes y los estudios de opinión realizados públicamente, hasta ahora involucran a muchos más electores potenciales: si se va a un electorado abierto, entonces Creel, mucho más conocido por su anterior campaña en el DF y por su desempeño como secretario de Gobernación, tendría prácticamente asegurado su triunfo, pero en un contexto en el cual votarán probablemente sólo un millón de militantes y adherentes, la lectura puede ser diferente. Como decíamos el miércoles, el principal desafío para Creel será, ante ese grupo de electores primarios, establecer un discurso que le permita beneficiarse de la evidente simpatía presidencial con su postulación pero también diferenciarse del gobierno en funciones: un discurso de simple continuidad es, simplemente, condenarse al fracaso. Y eso lo tienen muy en claro Barrio y sobre todo Calderón, que, apostando al “hijo desobediente” puede aprovechar en el terreno interno muchos de los votos del panismo duro, al mismo tiempo que busca nuclear personalidades de otros partidos que no encuentran opciones.
Creel parece tener todo el respaldo para ganar la postulación panista, pero habrá que ver, en última instancia, qué tan sólido resulta éste en la operación cotidiana de campaña.
Pero mientras Creel deja Gobernación y se lanza la precampaña panista, en el PRD están nerviosos con la posibilidad de que si no se respetan las reglas del juego interno, sea el fundador del partido, Cuauhtémoc Cárdenas, quien termine dejando el partido y encabezando la siempre tan temida y nunca plasmada en la realidad, cuarta opción. Hoy, ninguno de los potenciales candidatos que aspiraban a jugar ese papel en las elecciones del año próximo parece con posibilidades serias de convertirse en un verdadero desafío electoral para los principales partidos: Jorge Castañeda ha hecho una precampaña inteligente y con muchas ideas, pero parece confirmarse que sin una estructura partidaria es muy difícil ser un competidor real en el proceso; se ha hablado del rector Juan Ramón de la Fuente pero sus planes, definitivamente, parecen pasar por otro lado, no por buscar ser la cuarta opción. Se ha hablado también de Esteban Moctezuma o del empresario Alfonso Romo, pero ninguno de ellos tendría un verdadero peso social como para ser un competidor para López Obrador, Madrazo, Creel o quienes ganen la candidatura en sus respectivos partidos. Si fuera Cárdenas sería diferente: es uno de los políticos más conocidos y respetados del país y no tendría mayores posibilidades en nuclear a numerosos dirigentes y militantes tanto de los partidos pequeños como disidentes o disconformes de los tres grandes partidos. Si Cárdenas diera ese paso con el registro de Convergencia, aunque es una decisión que no tomará hasta no ver cómo se desenvuelve el proceso interno en su partido (evaluando la situación en forma muy similar a como lo hizo con el 87 cuando salió del PRI para formar la corriente democrática), el equilibrio electoral podría modificarse en forma importante y entonces sí podríamos hablar de una cuarta opción. Y allí hasta podrían recalar muchos de los impulsores del voto útil del foxismo que no encuentran a quien respaldar en el 2006.
Hasta hoy, la cuarta opción sigue siendo una especulación, pero una especulación que se sustenta sobre bases reales: el desgaste de los partidos tradicionales, la búsqueda de nuevas opciones pero también, un electorado al que no le gustan las aventuras y que quiere certidumbre y seguridad por sobre todas las cosas. Y las opciones para presentar algo nuevo y al mismo tiempo que sea confiable, personal y políticamente, son demasiado escasas. Y Cárdenas podría ser una de ellas.
Un ejemplo de la crisis educativa
Desde hace cinco años, el historiador Santiago Portilla es el director del Instituto de Investigaciones José María Luis Mora. Su desempeño, en términos de labor académica, de puesta al día del Instituto y de evaluaciones de productividad ha sido notable. El primer periodo de Portilla al frente del Instituto Mora termina en septiembre de este año. Pero las autoridades del CONACYT, cediendo a las presiones de un pequeño grupo, decidieron adelantar el proceso de auscultación, que se realizó el martes y decidirán el martes el futuro de Portilla y del Instituto.
¿Por qué se aceptaron estas presiones de un grupo muy minoritario de investigadores? Por algunas relaciones políticas, por el temor a aceptar conflictos y por no respetar los propios criterios que las autoridades educativas impusieron a las instituciones del sector. La oposición a Portilla, se basa en lo que tendría que ser la descalificación de sus adversarios: son investigadores que desean que sus plazas sean inamovibles, que una vez obtenidas no puedan ser removidos del cargo bajo ninguna circunstancia, aunque su trabajo sea muy escaso o de muy baja calidad. Portilla lo que hizo fue aplicar a todos los investigadores los indicadores establecidos en el convenio de desempeño suscrito por el Instituto con la SEP y el CONACYT, y dio de baja a siete que no cumplían con los mínimos requisitos de productividad. Cuando dos investigadoras del instituto comprobaron que no estaban en condiciones de aprobar esas pruebas, iniciaron una campaña, primero, para evitar la evaluación del trabajo académico y garantizar la permanencia, en cualquier circunstancia, en sus plazas, y cuando Portilla no aceptó esas condiciones, iniciaron una campaña para propiciar su caída, un proceso en el cual las autoridades del CONACYT, encargadas de tomar esa decisión han mostrado, para decirlo suavemente, debilidad para defender sus propios principios. El martes tendrán que tomar una decisión y deberar optar entre la burocratización de la investigación y la educación o la exigencia a los profesionales de la investigación para que reciban, sí, todo el apoyo que requieren para su labor, pero también para que, como en toda labor profesional, su permanencia en una plaza laboral vaya de la mano con unos criterios de productividad intelectual mínimos.