El PRI o cómo ser tercer lugar
Columna JFM

El PRI o cómo ser tercer lugar

La encuesta de María de la Heras publicada el lunes confirma las tendencias que se han mostrado en las últimas semanas en el panorama electoral de cara al 2006: Andrés Manuel López Obrador se mantiene en primer lugar con 39 por ciento, Roberto Madrazo está en un 29 por ciento y Felipe Calderón con un 25 por ciento.
A diferencia de cómo veíamos las cosas hace unos meses, la elección no se polarizará entre López Obrador y Madrazo, sino que se iría a una competencia tripartita, e incluso si el PRI no comienza a por lo menos a tratar de rectificar su posición, podría terminar polarizándose, entre el PRD y el PAN.

La encuesta de María de las Heras publicada el lunes confirma las tendencias que se han mostrado en las últimas semanas en el panorama electoral de cara al 2006: Andrés Manuel López Obrador se mantiene en su techo electoral del 39 por ciento, con un electorado potencial de 13 millones de votos (de los cuales casi 9 millones son swichters, o sea personas que optan hoy por el tabasqueño pero cuyo voto suele ser cambiante); Roberto Madrazo está en un 29 por ciento, con un porcentaje de electores de 9 millones y medio, pero perdiendo votos, incluso entre los electores considerados seguros para ese partido; y el PAN ha tenido, vía la candidatura de Felipe Calderón, un crecimiento muy importante: llega al 25 por ciento, con ocho millones de votos potenciales y teniendo ya en la mira a Madrazo.

En los hechos, de mantenerse esta tendencia, de estancamiento, aunque con una importante diferencia a su favor, de López Obrador, con un Madrazo con tendencia a la baja y un crecimiento de Calderón en forma acelerada, a diferencia de cómo veíamos las cosas hace unos meses, la elección no se polarizará entre López Obrador y Madrazo, sino que se iría a una competencia tripartita, e incluso si el PRI no comienza a por lo menos tratar de rectificar su posición, podría terminar polarizándose, pero entre el PRD y el PAN, entre López Obrador y Calderón.

Lo que sucede con estos dos candidatos ya se ha analizado, pero la situación que vive el priismo es inconcebible para un partido que, hace apenas unos meses, parecía que tenía un escenario idóneo para ganar la presidencia. Pero cada día que pasa los priistas parecen darle la razón a los electores que abandonan esa opción y buscan otra para canalizar su voto en julio próximo. En la crisis del priismo confluyen dos elementos básicos: por una parte, la fractura estructural de ese partido, por la otra la ausencia de una propuesta política esencial. La fractura estructural la vemos todos los días: este lunes le tocó renunciar al PRI Roberto Campa, del que nadie podrá dudar de su militancia; ante las críticas de Francisco Labastida a la candidatura de Roberto Madrazo, la respuesta de un grupo de legisladores priistas, como siempre que alguien dice algo que no les gusta, fue pedir su expulsión del partido; son muchos los priistas que, simplemente, no tienen espacio alguno para expresarse en ese partido. Muchos gobernadores priistas, al mismo tiempo, pareciera que dudan sobre la conveniencia de que su partido regrese al poder, porque la actual situación les otorga un margen de maniobra y un poder que de otra forma no tendrían, y en ese sentido hacen su juego.

¿Por qué no se pueden poner de acuerdo los priistas?¿se trata sólo de la figura de Roberto Madrazo y de sus diferencias con otros dirigentes?¿se basa en existencia de intereses particulares que no pueden conjugarse adecuadamente? Es verdad, pero el problema va más allá: no se pueden poner de acuerdo porque no existe una plataforma común, una base política que los una. ¿Qué mejor demostración de ello que las declaraciones del vocero priista, Eduardo Andrade, sobre lo sucedido en la Cumbre de Mar del Plata? Dice Andrade, hablando en representación de su partido, que allí el presidente Fox actuó como “lacayo de segunda”, de George Bush por impulsar el Area de Libre Comercio de América Latina (ALCA). Se pregunta Andrade “cómo se apoya a un proyecto que no cuenta con el respaldo de las otras grandes naciones latinoamericanas” (habría que recordarle que no lo apoyan sólo cinco de las 34 naciones que participan en él), y asegura que “el libre comercio es un intento que afecta fundamentalmente nuestros posibles aspectos productivos, particularmente en el campo”. Otro estadista, el diputado Miguel Lucero Palma, vocero a su vez de los diputados del tricolor, dijo que Fox “dejó en ridículo a México y en una posición muy débil frente a los países del cono sur” (información de geografía básica para el diputado Palma: Chile es parte del Cono Sur y comparte en este tema la posición de México).

O la dirección del PRI sufre de una grave amnesia o son demasiado ignorantes o, simplemente ante la desesperación del momento no saben cómo salir del problema en el que se han metido. El libre comercio ha sido ampliamente benéfico para México y es una baza fundamental para el futuro del país. No se ha utilizado lo suficientemente bien ni se lo ha explotado en la dimensión que debería, sobre todo porque desde la crisis del 94 no se han realizado las reformas internas necesaria para adecuar al país a esa plataforma extraordinaria que el libre comercio (no sólo con Estados Unidos y Canadá, sino también con la Unión Europea) nos plantea. Sólo una pregunta serviría para confirmarlo: ¿qué país del mundo ha logrado desarrollarse sin una plataforma de libre comercio desde la posguerra? Ninguno: incluso las naciones emergentes muy exitosas como Irlanda o Nueva Zelanda, los han hecho basado en ello, o en nuestro continente Chile, cuyo economía es mucho más sólida que la de Argentina o Brasil. ¿Alguien podría pensar quizás que a España le iría mejor si hubiera buscado una integración con América Latina, como algunos lo propusieron, que con la Unión Europea o que una hipotética integración de México con el MERCOSUR sería una alternativa para nuestro país mejor que ser parte del TLC?¿alguien puede creer que una economía cerrada funciona mejor que una abierta?

Pero lo más grave es que muchos priistas, como Andrade o Palma ignoran, quizás concientemente, que fue su propio partido el que impulsó, buscó y aprobó las vías del libre comercio, con América del Norte, con la Unión Europea, con Chile, con Israel, con los propios países del MERCOSUR (sin lograrlo plenamente, porque es obvio que por encima de lazos culturales, sociales, históricos, los intereses económicos de México y Brasil, por ejemplo, no confluyen, al contrario, se enfrentan). Y eso, en lugar de convertirlo en una bandera electoral, lo transforman ahora en un motivo de autoescarnio: cada vez que un vocero del PRI se expresa así sobre la defensa del libre comercio lo que está haciendo es decir que ellos mismos estuvieron equivocados y abonan a la causa de ese otro PRI a la vieja usanza nacionalista revolucionaria en el que se ha convertido el PRD. Si el PRI no puede entender eso, mucho menos podrá ponerse de acuerdo en otras cosas, si no puede presentar una plataforma modernizadora, que mire al futuro, están perdidos. Pero allí están las razones de la ruptura: ¿acaso Madrazo o Mariano Palacios o Chuayffet estaban en contra del libre comercio?¿acaso están en contra de una política modernizadora, de apertura comercial, social, política, acaso creen que nuestro destino económico va de la mano de Chávez o Kirchner? Hay muchos otros priistas, que compartieron posiciones en su partido y en el gobierno con ellos en los últimos 18 años de gobiernos priistas, que siguen pensando que ése es uno de los capítulos rescatables de la gestión de su partido. Si miramos con más detalle veremos que por allí pasa en buena medida la fisura del priismo: sin un discurso, sin una plataforma general común, nada puede detener las tendencias centrífugas de figuras que apuestan, entocnes, a sí mismas. Y el destino para el PRI, si no se modifican las cosas, no puede ser otro que un lejano tercer lugar en las próximas elecciones. Dejémosles sino, una pregunta a los priistas: uno sabe si vota por López Obrador porqué está votando, si uno vota por Calderón también, pero, hoy, si vota por Madrazo ¿por qué vota?

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