Elba y Roberto: divorcio a la mexicana
Columna JFM

Elba y Roberto: divorcio a la mexicana

Todos sabíamos que la relación política y personal de Elba Esther Gordillo y Roberto Madrazo estaba rota de tiempo atrás, pero no llegamos a comprender la magnitud del encono, de la saña personal que se escondía detrás de ese rompimiento, hasta que escuchamos a ambos, sobre todo a la líder del SNTE, en la disputa que mantuvieron en el programa radiofónico de López Dóriga.

Hay divorcios civilizados y otros en los cual el odio acumulado provocan ante la crisis, una catarsis tal que el escándalo alcanza hasta para despertar a los vecinos. Algo así sucedió con Elba Esther Gordillo y Roberto Madrazo. Todos sabíamos que su relación política y personal estaba rota de tiempo atrás, pero no llegamos a comprender la magnitud del encono, de la saña personal que se escondía detrás de ese rompimiento, hasta que escuchamos a ambos, sobre todo a la líder del SNTE, en la disputa que mantuvieron en el programa radiofónico de López Dóriga.

Joaquín no tuvo necesidad de hablar. Desde que se comunicó Gordillo cuando estaba entrevistando a Madrazo, lo que se dio fue un torrente de agravios que se llevó una hora de programación. Pero fuera de la anécdota, de este episodio se desprenden varias experiencias que se deben destacar porque tendrán repercusión en el futuro.

En primer lugar no cabe duda que el tema de la salida de Gordillo del PRI ya no admite discusión. El martes públicamente, la líder del SNTE se colocó fuera del partido en el que ha militado toda su vida. Si no hizo una renuncia formal sólo fue porque, políticamente, el trámite de la expulsión la favorece y ha obligado al PRI a recurrir a ese expediente, aunque no sería descabellado pensar que la maestra pudiera dejar voluntariamente el PRI antes de que procesa formalmente la expulsión. Pero el dato es que Elba Esther ya no está en el PRI, no quiere estar en él y que esa definición de que hará todo lo posible para que Madrazo no llegue a la presidencia de la república, fue, quizás, el punto más importante de ese debate (o intercambio de adjetivos, en realidad, Gordillo y Madrazo debatieron muy poco).

Eso implica que Gordillo y su gente, apoyarán a otro candidato para el 2006 y sería difícil pensar que ello se concretaría a través de Nueva Alianza, aunque le dé un nuevo impulso a este partido que aceptó, ayudó a crear el año pasado. Horas después del enfrentamiento radiofónico, en un acto en la sede nacional del PAN, tanto Felipe Calderón como Manuel Espino, le abrieron la puerta de la campaña panista a Elba Esther y, salvo que ocurra algo extraño es allí donde todo indica que la maestra encontraría el mejor acomodo político, aunque buen parte del voto de los agremiados al magisterio podría quedarse en el PRI o emigrar, en parte, al perredismo. Pero en este, como en muchos otros casos, el tema pasa más por la superestructura que por la base.

Para los madracistas, en última instancia, éste es otro trago amargo ya que cuando trataban de iniciar la campaña mostrando una imagen de unidad, nuevamente se ven envueltos en una confrontación que, por la forma y el fondo, los termina deslegitimando como partido. Pero también les sirve para dejar en claro las cosas antes del inicio de la campaña electoral propiamente dicha, para despejar el terreno, para asumir, nuevamente, costos ahora que posteriormente sería más altos. La pregunta es cuántos costos puede seguir asumiendo el PRI sin que ello los saque de la pelea. Por los pronto, si algunos (como un grupo de cuatro gobernadores priistas) todavía hacían cálculos que podrían incluir a Gordillo dentro de la estructura de apoyo al PRI, ahora ya saben que no existe posibilidad alguna para ello. La expulsión, como se definió ayer, será rápida y el interés partidario se concentrará en buscar alianzas electorales que le permitan al priismo llegar mejor cobijado a la elección de julio.

De todas formas, vienen, en lo inmediato, algunos momentos complejos para el priismo: falta por ver, por ejemplo, qué actitud tomará el gobernador de Sonora, Eduardo Bours, luego de la ruptura pública de la maestra y allí podría darse, aunque en forma diferente, un nuevo disenso en el seno del priismo que ocuparía primeras planas y distraería al partido y su candidato de sus objetivos electorales.

Un segundo punto que quedó en claro en ese enfrentamiento radiofónico, fue que efectivamente y como se sospechaba, fue Elba Esther quien estuvo detrás de la campaña contra Madrazo, aquella de “¿confía usted en Madrazo?, yo tampoco” que provocó incluso una queja del priismo ante el IFE. La maestra no dejó demasiadas dudas al respecto. Tampoco desmintió, pese a la insistencia de Madrazo en el tema, la relación con el presidente Fox (y eso abona la tesis de que finalmente, Elba Esther terminará apoyando la candidatura de Felipe Calderón).

Lo que sí resultó novedoso, fue la aceptación, por ambos actores, del papel que juega en el priismo, Carlos Salinas de Gortari. Según Madrazo, la ruptura de Elba con el PRI se dio cuando Madrazo decidió, dijo él, que Gordillo no era la persona adecuada para encabezar el priismo…y efectivamente Elba no lo encabezó. Pero en esa parte de la conversación ambos, tanto Madrazo como Gordillo, se refirieron al ex presidente como un factor que incluso podría ir más allá del arbitraje en el priismo actual. Viendo cómo se han dado las cosas, probablemente Salinas de Gortari tenía razón cuando no apoyó a Gordillo para presidir el PRI, pero el dato importante en todo esto, es que el ex presidente tenga un espacio político tan significativo como para poder incidir en ese tipo de decisiones.

Finalmente queda el tema de la razón última de esta ruptura en público. Sin duda existen diferencias políticas detrás, pero si nos basamos en el tono utilizado, en la forma y en el fondo de esta disputa, tenemos que concluir que, sobre todo, lo que se da entre Madrazo y Gordillo es una descarnada lucha de poder marcada por un enfrentamiento personal irreconciliable. Cuando Gordillo dice que haría lo que fuera para que Madrazo no llegue a presidente es tan grave como cuando Madrazo no contesta la acusación de que Jorge Hank Rhon amenazó con asesinarla si seguía insistiendo en su posición. Esta es, seguramente, una disputa política pero se la ve, y sólo así se puede comprender en toda su profundidad, como una lucha cruda por espacios de poder y de un enfrentamiento absolutamente personal.

¿Quién ganó, quién perdió? No creo que nadie haya ganado, por lo menos dentro del PRI. Es verdad que la situación finalmente parece haber llegado a una conclusión y que Gordillo quedará fuera del PRI, que era lo que buscaban sus adversarios. Pero Madrazo tampoco ganó por la sencilla razón de que él sí tenía mucho más que perder que Elba Esther. Madrazo es candidato presidencial, el objetivo de Elba es que él no llegue a Los Pinos. Y este encontronazo radiofónico lo único que hizo fue vulnerar la posición del candidato, incluso divulgando datos que en cualquier otra situación Madrazo no hubiera hecho públicos, como el papel jugado por Salinas de Gortari en el proceso interno de sucesión. Si olvidáramos eso, quizás podríamos decir que Gordillo se vio mal en la confrontación y que mediaticamente pudo haber perdido. La diferencia, insistimos, es que mientras uno busca la presidencia de la república, la otra tiene como objetivo algo mucho más sencillo, impedirlo a toda costa. En esa lógica Madrazo nunca debería mantener este tipo de debates con Elba Esther. En la misma, nunca podría en términos reales ganar y siempre tendría, como ahora, mucho que perder.

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