El otro desplome de AMLO
Columna JFM

El otro desplome de AMLO

Cuando sus publicistas tratan de explicar que Andrés Manuel López Obrador no se está desplomando en las encuestas no abordan el tema que, en verdad, explica esa caída: el ex jefe de gobierno ha desaprovechado en forma absurda los meses de bonanza en las encuestas, al no comprometerse con nada, al no hacer propuestas serias. No sólo eso, el candidato perredista no se ha reunido con personajes del mundo de la economía, la cultura y los medios que no son simpatizantes suyos. Sobre todo con los empresarios, no ha querido asumir un solo compromiso público respecto a la política económica que seguiría tras un hipotético triunfo electoral.

Cuando sus publicistas tratan de explicar que Andrés Manuel López Obrador no se está desplomando en las encuestas no abordan el tema que, en verdad, explica esa caída: el ex jefe de gobierno ha desaprovechado en forma absurda los meses de bonanza en las encuestas, al no comprometerse con nada, al no hacer propuestas serias, al concentrarse en tonterías como si se va a vivir a Palacio Nacional o si le quitará o no las pensiones a los ex presidentes, pero sin abordar ni uno solo de los temas sustantivos del país.

No sólo eso, a pesar de los largos recorridos que ha realizado (dicen que ha recorrido México en dos oportunidades), el candidato perredista no se ha reunido con personajes del mundo de la economía, la cultura y los medios que no son simpatizantes suyos. Sobre todo con los empresarios, no ha querido asumir un solo compromiso público respecto a la política económica que seguiría tras un hipotético triunfo electoral. Y eso lo ha llevado a cometer numerosos errores y mostrar demasiadas insuficiencias en su preparación.

El tres de octubre pasado, decíamos en este espacio que “el acuerdo para la unidad, el ya famoso pacto de Chapultepec, que muchos pensaron que podía ser un instrumento idóneo para “lubricar” la candidatura de López Obrador, se puede convertir, por un nuevo error político de éste, en un arma en su contra: al insistir públicamente López Obrador en que en ese acuerdo se debe incluir la prohibición expresa de la inversión privada en energía y petroquímicos, lo coloca en algo más que un virtual enfrentamiento con los suscriptores del mismo”. Y agregábamos que sin inversión privada en esos y otros sectores, simplemente no se puede avanzar en lo que el documento, el pacto de Chapultepec que tuvo tan amplio respaldo social, se propone. Desde el mismo día de la firma del Pacto, sus convocantes insistieron en que los que no aceptaran ese acuerdo tendrían una “sanción moral” (y nosotros decíamos que esperábamos que también política) por no respetarlos.

Han pasado dos meses y ese pacto ha sido firmado por Felipe Calderón, por Roberto Madrazo, por Bernardo de la Garza. Y López Obrador continúa sin firmarlo y no ha vuelto a hacer declaraciones sobre el mismo, luego de aquellas en las que condicionaba su firma a la prohibición expresa a las inversiones privadas en energía y petroquímica. Apenas el martes, cuando prácticamente todos los otros candidatos presidenciales, firmaron el pacto, tanto el presidente del PRD, Leonel Cota Montaño, como su vocero, Gerardo Fernández Noroña, sostuvieron que su candidato definiría su posición al respecto una vez que fuera oficialmente candidato.

¿Por qué ese retraso inexplicable? Porque, argumentaron, apenas esta misma semana conocieron el documento en su totalidad y todavía no lo habían estudiado a fondo. No es verdad. El documento, en su totalidad, lo conocimos todos desde el mismo día de la convocatoria, a fines de septiembre. Tanto lo conocía López Obrador que puso condicionantes ese mismo día para la firma del mismo y desde entonces no ha vuelto a hablar de él.

Lo que sucede es que el candidato del PRD no se quiere comprometer a lo que se incluye en ese documento, que contempla la necesidad de las reformas estructurales básicas para el país. Esa percepción se reforzó con un nuevo error, cometido el mismo martes que los otros candidatos firmaban el pacto de Chapultepec: López Obrador se negó a participar en la XVI Convención del Mercado de Valores, en la que participan los principales empresarios del país, para hablar de su propuesta económica. Allí estuvieron todos los demás candidatos: Calderón, Madrazo, De la Garza y Patricia Mercado. Todos expusieron en líneas generales cómo conciben y perfilarían su gobierno y sus políticas económicas. López Obrador no fue ni presentó documento alguno, su vocero César Yáñez, aseguró que no podía hacerlo por problemas de agenda. Lo mismo argumentó López Obrador para no participar, hoy, en la reunión nacional de industriales de la Concamin donde también estarán todos los demás candidatos presidenciales.

Consulté todos los periódicos del día de ayer y la única actividad pública de López Obrador fue una extensa entrevista radiofónica con Gutiérrez Vivó. O sea que no había nada en la agenda que le impidiera ir a la Convención y organizar su tiempo para, como hicieron los otros candidatos, aprovechar la oportunidad para firmar el Pacto de Chapultepec. Por eso, suena más lógico lo que declaró Federico Arreola, uno de sus coordinadores de redes ciudadanas, al periódico Reforma, respecto al porqué de esa ausencia. Según Federico, López Obrador decidió “romper las reglas” que imponen los empresarios: “en los últimos tres años, sostuvo, las organizaciones empresariales no han hecho otra cosa más que ofender a López Obrador”. Entonces, continuó, “amor con amor se paga. Yo entiendo que no le den ganas de atenderlos”, dijo. Y advirtió que “no debe continuar esta tradición de que hay que ir a sus pasarelas o atender sus llamadas cada vez que se les pegue la gana”.

Así la posición de López Obrador queda mucho más clara. Aunque no sea verdad que los empresarios no han hecho más que ofender a López Obrador durante los últimos tres años (¿Carlos Slim o Emilio Azcárraga o Ricardo Salinas o Lorenzo Zambrano, por citar cuatro, han ofendido alguna vez a López Obrador?¿incluso Roberto Hernández, agredido una y otra vez por AMLO, alguna vez respondió públicamente al ex jefe de gobierno?), el hecho es que el candidato del PRD no quiere establecer una relación con los empresarios, no quiere comprometerse con el Pacto de Cahpultepec y lo que allí se propone y tampoco quiere dar a conocer cuál será la política económica que aplicaría en caso de llegar a la presidencia. Ello de la misma forma en que no quiso deslindarse de Hugo Chávez y tampoco rechazar la tesis de éste de crear un eje México-Caracas-Buenos Aires, para enfrentar al imperio, léase Estados Unidos.

¿Implica ello que el candidato del PRD no quiere inversión privada o participación de la IP en su gobierno? Probablemente no, lo que quiere, y ahí está el ejemplo del GDF para demostrarlo, es que esa participación se dé a partir de los grupos que él prefiera y en los ámbitos que el propio gobierno decida. Por eso en la ciudad de México, durante su administración, prácticamente no hubo inversión privada ni creación de empleos, y las obras públicas se otorgaron a las empresas escogidas por el propio gobierno local, por el método de adjudicación directa y no a través de licitaciones abiertas.

Es difícil concebir un gobernante de un país como México tan alejado de la iniciativa privada, tan poco dispuesto a entablar un diálogo con ella y tan poco preparado para siquiera explicar cuál sería su política económica de llegar a la presidencia. ¿Por qué López Obrador no se quiere mostrar?¿por qué no quiere hablar de temas serios ante auditorios influyentes e informados?¿qué tipo de estrategia está planteando el candidato perredista que ha decidido, en los hechos regalar el centro para refugiarse en las posiciones más duras de su discurso?

Por eso, se cae en las encuestas: la de Mitofsky es transparente, no en el resultado que ahora no le gustó a los perredistas, sino en las tendencias de meses atrás. López Obrador alcanzó los niveles más altos cuando concluyó el tema del desafuero, en mayo, con un 49 por ciento, porque logró imponer la idea de que querían sacarlo de la competencia a la fuerza. Pero desde entonces, sin el fantasma del desafuero, se ha quedado sin discurso. Y desde entonces va en caída libre, cerrando noviembre, según Mitofsky en 34.8 por ciento de la intención de voto. O sea que perdió casi 15 puntos en apenas cinco meses. Y si no cambia, la caída no podrá más que continuar.

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