Madrazo y AMLO: la tregua antes de la guerra
Columna JFM

Madrazo y AMLO: la tregua antes de la guerra

La tregua electoral comienza con cuatro candidatos definidos (y con un quinto que se designará en enero) que ya saben exactamente cómo están y qué buscan. El PRI logró la coalición con el Partido Verde para formar la Alianza por México y se llevó al único de los llamados partidos pequeños que puede jugar con canicas propias en este proceso, por la buena precampaña de Bernardo de la Garza.

La tregua electoral comienza con cuatro candidatos definidos (y con un quinto que se designará en enero) que ya saben exactamente cómo están y qué buscan. El PRI logró la coalición con el Partido Verde para formar la Alianza por México y se llevó al único de los  llamados partidos pequeños que puede jugar con canicas propias en este proceso, por la buena precampaña de Bernardo de la Garza. Días atrás, en Imagen Informativa hicimos un sondeo telefónico respecto a si De la Garza había traicionado o no sus promesas de precampaña aliándose al PRI: casi el 96 por ciento dijo que sí, pero en este caso los importantes son el otro cuatro por ciento que consideró que no. Con todo el sesgo que un sondeo telefónico de estas características puede tener, el hecho es que el Verde podría aportarle a un alicaído PRI, en términos reales entre tres y cuatro puntos que son claves en la competencia. Sobre todo porque Roberto Madrazo está iniciando su campaña con una tendencia a la baja que no puede permitir que se profundice. La unidad priista dependerá en mucho de las expectativas: si los sectores de poder en ese partido, si los gobernadores y presidentes municipales, comienzan a ver a Madrazo en una tercera posición y sin posibilidades, más temprano que tarde comenzarán a realizar otro tipo de acuerdos para acomodarse de cara al futuro y el PRI corre el riesgo de desfondarse. Si no es así, el PRI puede tener un piso de aproximadamente el 25 por ciento desde el cual crecer que es una base de inicio muy interesante.

Pero lo importante para el priismo es saber cómo se va a presentar ante el electorado. Madrazo todavía no lo ha hecho y pareciera que quería llegar a esta tregua navideña para acomodar sus cosas y conflictos internos: en estas horas se procesará la expulsión de Elba Esther Gordillo del partido, con un costo aún por determinar; en estas horas también Madrazo deberá dar a conocer su declaración patrimonial, que ya fue “vacunada” mediáticamente con la divulgación de algunas de sus propiedades; está tratando de hacer amarres con los sectores que no son madracistas para que apoyen ese partido incluso aunque no respalden al candidato. Pero, con todo, el priismo está muy rezagado aún: Madrazo (y esa es una tarea que le compete sólo a él) debe ser quien termine de arbitrar todo el proceso interno en el PRI y decidir qué cara va a mostrarle su candidatura a la gente. Ninguno de los otros aspirantes debe definir con tanta rapidez con quiénes y cómo gobernará para mostrarle a la ciudadanía que esa promesa que ha hecho de que quiere llegar al poder para “que las cosas se hagan”, es algo que puede refrendar, primero, en su propio partido. Algo debería, a estas alturas y con los números que lleva el PRI en las encuestas, quedar en claro: Madrazo no podrá ganar la elección sólo con los madracistas.

Si la estrategia de conformar una alianza costosa como la integrada con el Verde se sigue con una lógica estricta, Madrazo deberá, también al interior de su partido, tratar de mostrar un frente lo más amplio posible. Y ese ejercicio sólo puede hacerlo el propio Madrazo.

En el PRD las encuestas, aunque no le guste reconocerlo a los dirigentes del grupo de López Obrador, están mostrando que la candidatura del ex jefe de gobierno se mantiene a la baja. Han inventado innumerables excusas, una de las mayores es que eso sucede porque no están en televisión, cuando en todos lados se puede ver el anuncio solicitando dinero para la campaña de López Obrador y cuando tiene largas entrevistas, muchas a modo, con los comunicadores que el propio candidato elige. No tiene más espacios porque se cuida muchísimo de ir a una entrevista con comunicadores que no considere de su círculo de confianza. Pero la razón de su caída en las encuestas es que López Obrador lleva meses en campaña y salvo cuando denuncia los sucesivos complots que imagina en su contra, lisa y llanamente no dice nada, y cuando lo dice, como hace unos días cuando demostró que tampoco quiere la autonomía del Banco de México y la emprendió contra Guillermo Ortiz porque éste le pidió a los candidatos que dijeran cómo van a implementar sus promesas de campaña y de dónde van a sacar los recursos para ello (y López se puso el saco), demostró, una vez más, que aunque le diga a algunos inversionistas extranjeros que él no modificará el modelo económico, esa intención no sólo forma parte de su estrategia de gobierno, sino que lo que busca es modificar profundamente toda la estructura estatal para volver a atarla al carro del presidencialismo.

El hecho es que esa política lleva a la polarización y eso es lo que quiere López Obrador: polarizar para que la elección sea una suerte de proceso plebiscitario, que los electores no voten por un partido o por un candidato sino que decidan si están con él o contra él. Por eso el temor a bajar en las encuestas: esa estrategia sirve si se está arriba, en un segundo lugar puede desfondarse y eso es lo que quiere evitar.

De todas maneras, quizás lo más notable en la estrategia de AMLO es el desplazamiento del PRD. Ese partido, en los hechos y como lo conocíamos, ya no existe y no aparecerá en la campaña. Quizás la principal demostración de ello haya sido la no invitación de López Obrador a Cárdenas para su inicio de campaña y la ausencia en el Zócalo de éste, de Lázaro Cárdenas Batel y de Jesús Ortega. En el PRD de AMLO, Camacho y Ebrard son más importantes que el fundador del partido. Es probable, que sea parte, también, de la estrategia de concentrar el poder en la persona, no en las instituciones ni siquiera en las partidarias. Es una demostración de cómo se ejercerá el poder.

¿Qué tanto valen las alianzas con el PT y Convergencia en este sentido?. La coalición llamada “por el bien de todos”, cumple plenamente con este objetivo: son alianzas costosas que no darán muchos votos a López Obrador, pero que permiten diluir aún más al perredismo en un movimiento que estará marcado por la presencia de ex priistas.

Con todo, habrá que ver si López Obrador busca realizar alguna operación cicatriz con su partido porque si las divergencias se profundizan y los perredistas confirman que no les tocará casi nada (¿qué mejor demostración de esa desorientación que lo que se observa entre la mayoría de los perredistas en la cámara de diputados y el senado?), tendrán que decidir qué hacer, aunque el escenario les muestre pocas opciones (y por eso también el intento de torpedear a cómo dé lugar la candidatura de Patricia Mercado: para que no existan opciones a la izquierda de AMLO que puedan servir como válvula de escape a esas tensiones internas, pero el caso de Alternativa ya lo analizaremos en otra oportunidad). En los hechos, las propias declaraciones de Cuauhtémoc Cárdenas respecto a que no se vería con AMLO hasta que no salieran las listas de diputados es un mensaje obvio: si el perredismo no tiene lugar en esas listas, no habrá encuentro y el cardenismo, desplazado por el neolopezobradorismo, deberá tomar sus propias decisiones.

Para López Obrador, como para Madrazo, el centro de la estrategia está en las encuestas: si las expectativas se siguen cerrando, si no se lo ve como él quiere mostrarse o sea como un candidato ya ganador, las cosas se le complicarán. Mañana analizaremos cómo llega a la tregua Felipe Calderón y, también, Patricia Mercado. Sin olvidar a Nueva Alianza que decidirá sus opciones hasta mediados de enero.

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